Se ha celebrado estos días un evento en Lima sobre la relación de la magia y la tecnología. El cartel con el que se anunciaba el evento era una famosa ilustración de la linterna mágica. Un artificio.
INTERACTIVOS? LIMA’09: Magia y tecnología
Coincidiendo con esto, este jueves se presenta el libro El rival de Prometeo “reune de nuevo a los autómatas más famosos de la historia con los ingenieros, filósofos, emperadores y artistas que los soñaron»
Al enviar la información de Lima a un amigo, me contesta que sería interesante monstar una exposición Kircheriana hoy, mezclando curiosides mecánicas y obras de arte (entre otras cosas).
Alfredo Aracil, que participó en el Encuentro Iberoamericano de Paisaje Sonoro, en el que Juan Gil expuso La auralidad consensuada; ha escrito sobre Kirchner, sobre la armonía de las esferas y sobre paisaje sonoro.
En este otro libro de A.Aracil sobre autómatas, podemos encontrar desde descripciones contrastadas del trono de Salomón en Constantinopla hasta anecdotas insignificantes de máquinas fantásticas. Aracil se detiene especialmente en aquellas que producen sonido.
También de Aracil, dejamos este texto Diseños sonoros en los jardines del
Renacimiento y Barroco que demuestra que el diseño de paisajes sonoros ha sido una constante o al menos se ha dado dentro de la cultura antigua y moderna, por medio de los artificios que se diseñaban en cada época.
«Los jardines son un refinado artificio diseñado no sólo para la vista, el tacto o el olfato, sino también para el oído. La valoración y disfrute consciente de los sonidos en un jardín o en la naturaleza alcanzó en Europa su mayoría de edad en el Renacimiento y Barroco, una época en la que se idearon curiosos mecanismos y estrategias para proporcionar sonidos naturales (el canto de los pájaros) y artificiales (el sonido de las fuentes, la música de autómatas) a escogidos rincones del jardín.
En el poema A la vida retirada, Fray Luis de León expresa entre sus primeros deseos, o mayores placeres, de una vida alejada del «mundanal ruido» el canto de las aves, «… con su cantar suave no aprendido». Los sonidos, como los aromas, forman parte, además de los placeres de la vista, de su jardín-retiro…
el aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido»
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