El último día del año 2015 publiqué un breve artículo sobre el Vaporwave llamado «Un futuro perfecto«. Desde entonces parece que nada haya cambiado o, al menos, en el mundo del Vaporwave: un espacio sin tiempo ni duración. Hace poco Theo de Soundontime, me escribió para compartir este nuevo artículo sobre esta estética musical que, desde mi punto de vista, refleja una buena parte de lo que sucede en la escucha a la música en tiempos de bandcamp, youtubers y soundclouders. ¡Bienvenidos a la irónica nostalgia!
The Vaporwave Aesthetic | Ironic Nostalgia
Of all the micro-genres to spawn out of 2000s chillwave, vaporwave aesthetic has had the most lasting impact. Drawing almost entirely from the music and culture of the 1980s and 1990s, it has a self-aware and nostalgic quality. Sampling sources as diverse as muzak, elevator music, lounge jazz, City Pop, 1980s synth-pop, R&B and even songs from corporate training videos, it has a synthetic and ambiguous vibe that has somehow endured on the internet since its introduction in 2011.
It is a wholly postmodern genre — considering that songs are situated within an ironic context and are built almost solely from samples — and its rise as an aesthetic is wholly dependent upon the internet, especially the cut-it-up, DIY collages of Tumblr. Vaporwave often slows down samples to near unintelligibility, and then uses that sound and correspondent imagery to create a cyberpunk critique of capitalism. They are often released on Youtube as mixtapes, evoking the feel and vibe of old cassette players and CDs. Part Japanese anime, part Windows 95, a quick look of the genre can be forbidding for most, as if it is some inside joke that is impossible to understand. But don’t worry. In this guide we will look at every aspect at vaporwave, what its intentions are, and how you can make your own. Read on now to find out more!
To sum up, we will respond to the following questions:
Hace alrededor de dos años descubrí el vaporwave, precisamente al encontrar unos artículos de Adam Harper. Lo primero que advertí fue que este subgénero o microgénero proviene exactamente de las mismas coordenadas geográfico-culturales que el resto de productos de nuestro tiempo a lo largo de los últimos 100 años: las capitales del mundo angloparlante. Por tanto es, en cuanto a su origen, poco o nada singular; es más de lo de siempre, al menos si se considera desde la perspectiva política. Y resulta risible cualquier sugerencia de que sea “el primer género global” simplemente por haber “nacido on-line”.
[Internet es otro producto anglosajón, cabe recordar.]
Al margen de su procedencia, leyendo y escuchando me llamó la atención lo homogéneo que es el lenguaje de PR en torno a este producto en particular. También son unas PR concienzudas: guías de introducción, mini-talleres “How to” de aprendizaje acelerado, listas de reproducción para neófitos, etc. Hasta aquí nada excepcional pero, sobre todo, me llamó la atención la uniformidad de la literatura en prensa digital; el moderado tono de entusiasmo de lxs diversxs periodistas que escriben sobre esta tendencia.
En la prensa suelen ejercer como mercenarios del entusiasmo, pero rara vez mantienen un tono tan uniforme sobre un mismo producto a lo largo de diferentes medios: en unos medios se entusiasman más, en otros menos, según el producto y el bagaje de cada editorial que lo comenta. No ocurre así con el vaporwave (como antes con la “bass music”, aunque ni tanto), tras el que parece haber un lenguaje publicitario de poética muy bien definida, como si todos los escribas recibiesen el mismo argumentario y lo repitiesen tal cual, sin modulación, sin divergencias, siempre resaltando exactamente los mismos atributos, al menos hasta donde yo he podido ver. Casi parece la campaña que vende el Cambio Climático Antropogénico, donde se da un relato tan sistemático que todos los agentes implicados sistemáticamente “ignoran”, de algún modo, las abundantes discontinuidades del credo. Es curioso.
Me resulta todo tan… premeditadamente armado… incluso más de lo habitual. ¿Nostalgia? Seguro, a montones (al fin y al cabo, la gente que era infancia en los 80 y 90 hoy está en la franja de edad más monetizable). ¿Ironía? No mucha, en mi opinión. Pero ¿crítica al capitalismo? Absolutamente no.
Ese repetitivo eslogan que apela a la relación entre vaporwave y capitalismo –ya sea entendida como crítica o como apología–, para mí no es más que retórica publicitaria.
Lo que todavía no capto del todo es qué están intentando vender exactamente con los microgéneros en red. Aunque tengo una hipótesis a partir de lo que leo: consistiría en reorientar el inconsciente colectivo hacia la liturgia digital, para que los hábitos de consumo basados en un soporte físico (discos, máquinas, auditorios, panfletos de prensa, estrellas, carne humana, presencia,…) ya no sustenten el “aura falsificadora” –por decirlo con términos de Kim Cascone–, aura que ahora se forjará exclusivamente en el ámbito de los bits (IOT, nube, VR, celulares, idoru,…). La máquina de fabricar tendencias está cambiando su infraestructura tangible por otra virtual, y las consecuencias de esto van mucho más allá de la mera formalidad administrativa: supone un cambio de paradigma… en favor del capital, no contra el capital.
[Quizá habría que indagar también en la relación de diversos escribas/sitios web con la empresa Amazon, como es el caso del presente artículo.]
El vaporwave alberga una metaliteratura de diseño, y creo que ése es su “valor” más interesante: es el típico mensaje subliminal, que esconde sus intenciones mostrándolas descaradamente, pero en este caso se pasa de descarado y no queda casi nada para leer entre líneas; al final es todo envoltorio, estética.
La estética/música vaporwave en sí también atrae mi interés, pero dudo mucho que le guste a tanta gente como parecen indicar los artículos en prensa y los contadores de visitas en los archivo de vídeo. Y ya sabemos cómo se inflan especulativamente los unos y los otros para crear sensación de demanda.
Saludos