Hoy hace exactamente un mes que dejé Vigo para trasladarme a vivir a Cuenca. A la segunda semana recibí la llamada de opaco que me anunciaba una primera visita; vendría con su familia (Tis+opedriño) en una auto-caravana y estarían un par de días aquí antes de continuar su viaje hacia el sur. Ya antes de Madrid Tis se encontraba mal, así que poco después llamaron a una ambulancia y se trasladaron al Hospital Gregorio Marañón. Para allí salí yo pitando y pasé mi primera noche con opedriño (mientras sus padres se ocupaban de su salud). La auto-caravana estaba aparcada en una calle cercana al pirulí de TV (yo siempre pensé que allí trabajaba Maria Teresa Campos, ja, ja, ja) así que mi misión consistía en cuidar a la criatura (biberón incluido) y defenderla de hipotéticos ataques de criaturas robadoras de seres diminutos. Cumplí con éxito mi papel (estaba dispuesto mentalmente a llegar a cualquier extremo, como la película francesa IRREVERSIBLE, por ejemplo, se me ocurre que de este modo puedo contaros mi entrega), y todo salió bien. Lo más importante para mí, aparte de cumplir este papel, fue que estreché mi vínculo con la criatura y llegué a comunicarme con él profundamente en ese lenguaje tan peculiar que habla él.

Al día siguiente trasladaron a su madre al nuevo Materno-Infantil, y aquí precisamente está la trampa que os conté hace ya casi 15 días. Os comentaba que había pasado un fin de semana en un hotel de Moneo, ja, ja, ja, y así fue (este hospital lo construyó ese arquitecto). Aquí tenéis la foto que lo testifica. La 15-C era la habitación en la que estaba la familia Comesaña, y digo estaba, porque la historia tuvo un final feliz, como las buenas historias. Un beso para los tres. Ah!, queda pendiente la visita.