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Phonophon es una asociación sin ánimo de lucro de Frankfurt que organiza conciertos y talleres relacionados con el ámbito de la música experimental y la fonografía.
¿Qué es Phonophon? ¿En qué año se fundó y cuáles son sus actividades principales? ¿Cuánta gente está implicada en la organización?
En 2008, una serie de personas, la mayoría de las cuales nos conocíamos desde hacía tiempo, decidimos fundar una asociación para apoyar la música experimental en Frankfurt. Algunos de nosotros ya habíamos colaborado antes, pero queríamos crear un marco nuevo con alguna gente más implicada. En Alemania, las asociaciones sin ánimo de lucro aprobadas por la administración pueden recibir donaciones libres de impuestos. El proceso de aprobación se alargó hasta 2009, y organizamos el primer concierto en abril de ese mismo año.
Lo que más organizamos son conciertos. Vienen artistas de toda Europa, e incluso de Asia y América. No obstante, uno de nuestros principales objetivos es apoyar a los artistas locales. Los diez miembros de la asociación somos artistas sonoros, pero solo tocamos en los conciertos que organizamos en ocasiones especiales. En general, lo que hacemos es invitar a gente cuya música nos gusta o nos despierta curiosidad.
Aparte de los conciertos, hacemos talleres abiertos para cualquiera que esté interesado. Durante los últimos años hemos organizado, entre otros, talleres sobre feedback y sobre cómo fabricar discos con pegamento, y una salida de campo para que la gente pudiese probar micrófonos caros. El próximo taller va a ser sobre fabricar un sintetizador casero que ha sido diseñado especialmente para el taller. Los alumnos soldarán su propio equipo.
La mayor parte de vuestras actividades son gratuitas o muy baratas, ¿cómo las financiáis? ¿Tenéis algún tipo de ayuda institucional?
Financiar los conciertos es complicado, y además hay que planearlo todo muy bien. Contamos con el apoyo de la institución donde realizamos los conciertos, así que no tenemos que pagar un alquiler por la sala. Por otro lado, los miembros de la asociación pagan una cuota anual de al menos 25 euros, y además cobramos 5 euros por la entrada, que siempre incluye dos conciertos. Aparte, antes y después del concierto hay un servicio de bar. Todo esto nos permite pagar 100 euros a los artistas que vienen de fuera, los que viven en la zona de Frankfurt suelen ofrecerse a tocar sin cobrar nada.
En 2012, recibimos una beca de más de 1.000 euros de un banco que quería colaborar con asociaciones sin ánimo de lucro como la nuestra. No obstante, eso fue una excepción. Podríamos pedir becas artísticas públicas o privadas, pero hay que enviar las solicitudes con un año de adelanto y eso nos impediría invitar a artistas a corto plazo. En el ámbito de la música experimental, la gente no prepara sus giras con dos años de adelanto. La opción de la esponsorización no es factible porque somos una asociación sin ánimo de lucro.
En España es complicado organizar actividades de este tipo porque no interesan a mucha gente. La mayor parte de los conciertos y talleres de música experimental y arte sonoro no son rentables, y además ahora mismo se están recortando mucho las becas y ayudas públicas. ¿En Alemania tenéis los mismos problemas?
A grandes rasgos sí. Por suerte, la asociación cuenta con los miembros suficientes para cubrir gastos y que haya público en los conciertos, así que nadie termina tocando para dos personas. En el peor de los casos, aunque no fuese nadie al concierto aparte de los miembros de la asociación, habría unas diez personas de público. De todas formas, llegamos a una red bastante amplia, así que siempre hay público aparte de nosotros. Normalmente hay al menos veinte personas. El sitio donde hacemos los conciertos está lejos del centro, pero ya estamos todos acostumbrados, y además eso ayuda a que venga gente de todo el área metropolitana de Frankfurt, que tiene una extensión de unos cincuenta kilómetros y acoge a casi cinco millones de habitantes.
Desde España se suele tener la impresión de que en Alemania la fonografía y la música experimental son más populares que en otros países, ¿creéis que es cierto? En Frankfurt, ¿hay muchas asociaciones, salas, festivales, sellos, etc. dedicados a la música experimental y el arte sonoro?
No creo que la música experimental sea más popular en Alemania que en otros países. La mayor parte de nuestro público es gente que hace música experimental, creo que eso pasa en todas partes. De todas formas, el punto fuerte de la música experimental improvisada es que es fácil introducirse en ese mundillo. En cualquier caso, da un poco igual que sea o no popular, lo importante es que haya una comunidad local y gente a la que puedas inspirar para introducirse en este campo.
En Frankfurt tenemos la suerte de contar con algunas personas interesadas en este tipo de cosas. Hay dos series de conciertos, una es Phonophon y la otra KLIRRBAR, en Offenbach, que es otra ciudad que está cerca. Además, hay una vez al año el festival Bended Realities y sellos como Gruenrekorder, Acrylnimbus y Kunstscheisse. También tenemos un pasado importante en términos de música electrónica, con sellos como Mille Plateaux. Desgraciadamente, la escena de la música experimental local no tiene muchos vínculos con instituciones como el conservatorio, escuelas de arte como Hochschule für Gestaltung (Offenbach) o el museo Städel. De todas formas, una vez organizamos un concierto en Städel, que de vez en cuando invita a gente como Carsten Nicolai (Alva Noto).
El programa de Phonophon es muy variado, incluye todo tipo de música experimental: ruido digital, drones, electroacústica, improvisación, grabaciones de campo, etc. ¿Esa variedad es un esfuerzo consciente o simplemente programáis lo que os gusta?
Invitamos a artistas de muchos estilos diferentes, a veces incluso a poetas que hacen poesía sonora. La razón es que somos un grupo lo suficientemente grande como para estar interesados en diferentes géneros. Ahora hace unos cuatro años que estamos organizando conciertos, así que muchos músicos ya saben que si vienen a Europa tienen un sitio donde tocar en Frankfurt. Frankfurt está en el centro de Europa y tiene aeropuerto, así que es fácil venir. Actualmente, tenemos una reputación bastante buena y muchos de los músicos que vienen a hacer giras nos preguntan si pueden venir a tocar. Cuando eso sucede, hablamos todos los miembros de la asociación y decidimos por mayoría si nos gustaría organizar el concierto y si las fechas cuadran bien con el resto de actividades.
Por otro lado, nos gusta que el público pueda disfrutar de diferentes géneros. En este sentido sí que hay un esfuerzo consciente por ofrecer a la ciudad estilos musicales muy distintos, siempre que entren dentro de la música experimental y la fonografía. Como no hay mucha más gente que organice conciertos de este tipo, nos gusta atraer a un público heterogéneo.
También organizáis PhonoKino, una serie de sesiones en las que mostráis piezas de videoarte centradas en el sonido, la música experimental o la fonografía. Esto me parece especialmente interesante porque ese tipo de piezas son mucho más desconocidas que la música experimental y el arte sonoro per se. De hecho, ahora mismo el arte sonoro está mucho más de moda que el videoarte, y aunque algunos festivales incluyen conciertos audiovisuales, instalaciones o incluso documentales, no suelen prestar mucha atención a los vídeos monocanal. ¿Cómo y por qué comenzó PhonoKino?
La mitad de nuestros miembros han colaborado con creadores de vídeo o hacen vídeos ellos mismos para sus temas musicales. Hace más o menos un año tuvimos la idea de dedicar una tarde al videoarte «sonoro». La primera sesión de PhonoKino fue en primavera de 2013, y medio año después hicimos la segunda. Por ahora la verdad es que no viene mucha gente (solo vienen unas cinco personas, aparte de los miembros de la asociación), pero los conciertos empezaron de la misma manera, así que pensamos seguir organizando dos sesiones al año. Quizás no consigamos que venga más gente, pero a la asociación le interesa mucho PhonoKino y vamos a seguir proyectando cosas aunque sea solo para nosotros.
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