Zapping de vanguardia – MANUEL J. LOMBARDO – Diario de Sevilla
Más apreciado en los museos de arte contemporáneo o en los departamentos universitarios que por el propio orbe cinéfilo, incluido el más militante y moderno, Peter Greenaway desembarca por primera vez en Sevilla, gracias a la iniciativa del cada vez más estimulante, arriesgado y ecléctico festival Zemos98, con su nuevo proyecto de pantallas táctiles e interactivas nutridas de imágenes creadas por él mismo para el proyecto multimedia Las maletas de Tulse Luper, y acompañadas en vivo por la música y los sonidos electrónicos de DJ Radar.
Amante de la provocación teórica y práctica ya desde sus primeros días de notoriedad mediática a comienzos de los ochenta, enarbolando impactantes discursos que anuncian a un tiempo la «muerte del cine» o su incipiente balbuceo hacia un nuevo lenguaje aún por explorar, Greenaway viene demostrando desde The falls una constante obsesión por reconducir el formato cinematográfico hacia territorios no esencialmente narrativos, emparentándolo con viejas tradiciones artísticas, de la literatura a la pintura, pasando por la arquitectura, la escultura o la caligrafía oriental, en complejas simbiosis culturalistas, para algunos indigestas y pretenciosas, que hacen de cada uno de sus más reconocidos títulos, El contrato del dibujante, El vientre del arquitecto, El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante o Los libros de Próspero, un espacio fílmico denso y barroco para la contemplación y la experiencia estéticas de primer orden.
Relegado a moverse en circuitos no convencionales de exhibición cinematográfica, aunque sus películas hayan seguido estrenándose en salas normales hasta hace bien poco, Greenaway llega ahora a un viejo teatro con telón y terciopelo rojo para experimentar en directo con las nuevas posibilidades de relato (porque siempre hay un relato) que lo interactivo (por su parte), lo improvisado (¿?) y lo aleatorio pueden dar de sí de la mano de las nuevas herramientas tecnológicas.
De esta manera, con un Greenaway serio y profesoral en plan gurú tecnológico-estético, da comienzo un espectáculo ideado «para entretener» a un público al que se le ofrece una larga explicación de contexto sobre lo que va a ver y oír, vaya a ser que la cosa por sí misma no se explique o no se exprese con claridad. Y en fin, lo que viene a continuación son más de 45 minutos de imágenes extraídas de las siete horas de material que conforman Las maletas de Tulse Luper, proyecto multimedia (cine, televisión, internet, DVD, videojuego…) que recorre buena parte de la Historia del siglo XX desde sus símbolos o conceptos más definitorios (según el autor, se entiende), imágenes teñidas del habitual barroquismo formal made in Greenaway, muchas de ellas poderosas, otras no tanto, y que son aquí literalmente dispersadas en tres pantallas (al estilo del Napoleón de Abel Gance de 1929), aceleradas, cortadas, desplazadas, repetidas en bucles, ralentizadas, rebobinadas, mezcladas, superpuestas, etcétera, en un ejercicio en vivo de zapping de vanguardia que nos suena muy visto y además muy antiguo, por más que Greenaway escenifique ante nosotros el ejercicio de pilotaje de su maquinita prodigiosa con gestos manuales y guiños privados a su colega de escenario. Respecto a la labor de éste, DJ Radar, he de confesar que me pasó bastante desapercibida en buena parte del espectáculo, tal vez por el continuo caos generado por la propia banda sonora de las imágenes. Tan sólo en la última parte, unas apreciables asociaciones músico-visuales en relativo crescendo hacia el final, me llamaron la atención sobre su hasta entonces discreto o silenciado trabajo.
El resultado, a qué negarlo, acaba por saturar, es confuso, disperso, ruidoso en el sentido más semiótico del término. La recepción por parte del público, siendo objetivos, fue tibia tirando a discreta en una ciudad donde todo se aplaude. En resumidas cuentas, el espectáculo presentado el pasado martes en Sevilla no funciona ni convence en su formato escenificado. Todo será comprobar, si quedan ganas, sus logros en su concepción global y multimedia.
Lo que no sabe lombardo es que el delegado de cultura amenaza con traerlo de nuevo a su festival, al que organiza lombardo, jeje, al Festival de Cine Europeo…
lo que no sabe pedro jiménez (un saludo, por cierto) es que lombardo ya no está en el festival de cine europeo, precisamente para no tener que pasar el mal trago de «tragarse» la programación de otros
jejeje, bueno el curro que te has pegado en festival ha servido de algo. con la distancia… a mi no me maravilló el planteamiento de Greenaway, pero me pareció interesante a nivel de propuesta… y bueno lo que significa culturalmente para esta ciudad y para zemos98 pues ya lo sabemos…. un saludo!