Roundhay Garden Scene es una película de Louis Aimé Augustin Le Prince rodada en 1888. Dura solamente dos segundos, y es la película más antigua que se conserva, aunque se sabe de la existencia de otras anteriores.
Roundhay Garden Scene consta de un solo plano en el que vemos a varios familiares y amigos de Le Prince caminando en círculos, por lo que además de ser la película más antigua conservada se suele considerar el primer ejemplo de cine doméstico y documental. La película tiene ese toque ingenuo de quien compra una cámara de vídeo por primera vez y graba de cualquier manera lo que tiene delante en el momento de desempaquetarla. Sin embargo, los movimientos impostados de los cuatro personajes que aparecen indican que no se trata de una escena casual, hay en ella algo absurdo que podría recordarnos más al Ministry of Silly Walks de Monty Python que a cualquier vídeo familiar.
De todas formas, lo que convierte a Roundhay Garden Scene en una pieza fascinante es su condición profundamente hauntológica. La hauntología es, en pocas palabras, el estado paradójico del espectro, de lo que está presente y ausente al mismo tiempo. La primera obviedad en este sentido es que todos los personajes presentes, así como quien maneja la cámara, están muertos; el cine es el rastro de un fantasma. Asimismo, la masa negra que aparece intermitentemente en el lado derecho de los fotogramas parece amenazar con tragarse a los personajes para siempre, un ejercicio metafórico involuntario que enlazaría directamente con el celuloide como amenaza terrorífica de Outer Space de Peter Tscherkassky, aunque aquí los personajes conservan el candor de la inconsciencia. Curiosamente, una de las protagonistas de Roundhay Garden Scene, la suegra de Le Prince, muere solo diez días después de rodarse el filme. Por otro lado, los dos segundos de duración de la película pasan tan rápido que no es más que una estela, solo se puede apreciar repitiéndola en bucle una y otra vez, y la repetición es siempre algo hipnótico que nos acerca al mundo espectral.
Sin embargo, lo más hauntológico es esa acuosidad de la historia que convierte a Roundhay Garden Scene en algo que existe en su inexistencia; no olvidemos que, oficialmente, el cine se inventó siete años después del rodaje de esta película.
Aunque se suele decir que el cine fue inventado por los hermanos Lumière en 1895, lo cierto es que antes de ese momento ya existían cámaras, proyectores y películas, incluso películas sonoras. La razón de que se haya instaurado como fecha de la invención del cine el 28 de diciembre de 1895 es simplemente que fue cuando tuvo lugar la primera proyección comercial. Esto podría llevarnos a una larga discusión sobre si la historia del cine no es más bien la historia de la proyección como espectáculo público, un tema que dejo para otra ocasión.
De lo que sí voy a hablar es de la historia personal de Le Prince, y sobre todo su hauntológica muerte, que podrían dar para uno de esos espectáculos públicos típicos de Hollywood.
Louis Aimé Augustin Le Prince nace en Metz (Francia) en 1841. Su padre, comandante del ejército francés, es amigo de Louis Daguerre, por lo que Le Prince suele visitar su estudio a menudo, donde probablemente entra en contacto con la fotografía por primera vez. Le Prince estudia durante un tiempo en París y Bourges, especialmente pintura, y más tarde hace un postgrado de química en la Universidad de Leipzig. A pesar de sus estudios científicos, se gana la vida como pintor y fotógrafo.
En 1866, un amigo de la universidad llamado John Whitley le ofrece un trabajo en su empresa de ingeniería, Whitley Partners, ubicada en Leeds (Reino Unido). Le Prince acepta, trabajando primero como diseñador y luego haciéndose cargo del departamento de válvulas. En esa época se casa con la hermana de John, Elizabeth Whitley, quien también ha estudiado arte. Este interés mutuo los lleva a abrir una escuela de artes aplicadas en 1871, donde adquieren cierta fama por su trabajo transfiriendo fotografías a objetos de cerámica, cristal y metal. En 1875, Le Prince conoce los experimentos fotográficos de Muybridge y comienza a investigar la posibilidad de crear una cámara capaz de captar imágenes en movimiento, años antes de que Edison y los Lumière barajasen esa misma idea.
En 1882, Le Prince se traslada a Nueva York para representar a Whitley Partners en Estados Unidos. Tras completar su cometido, que era vender los derechos de la patente de uno de sus productos a una empresa americana, empieza a trabajar como agente de Monitor and Merrimac Panorama, un grupo de artistas que se dedica a crear panoramas circulares gigantescos de batallas famosas. Mientras, su mujer trabaja como profesora de arte en el New York Institute for the Deaf. Le Prince entabla amistad con el director, quien le permite utilizar sus talleres para sus experimentos. Gracias a este apoyo logístico, en 1886 consigue terminar su primera cámara de cine, una máquina altamente compleja que consta de 16 objetivos. El problema es que cada objetivo rueda desde un punto de vista ligeramente distinto, por lo que las películas resultantes son un cúmulo de fotogramas entrecortados. Un par de años más tarde, construye una segunda cámara/proyector de un solo objetivo, esta vez en el Reino Unido. Esta segunda cámara es con la que rueda Roundhay Garden Scene el 14 de octubre de 1888.
Le Prince dedica un par de años a perfeccionar su método de rodaje y proyección. En 1890, pide a su mujer, quien sigue viviendo en Nueva York, que busque un local para presentar su invento. Antes de reencontrarse con su familia al otro lado del Atlántico, Le Prince decide ir a visitar a su hermano a Dijon. Aunque llega a Dijon según lo previsto, desaparece poco después tras coger un tren hacia París, donde lo esperan unos amigos. Le Prince sube al tren, pero nadie lo ve bajar de él, y no existen evidencias de ningún altercado dentro de este ni encuentran su equipaje. A pesar de las investigaciones de la policía británica y francesa, no se descubre ninguna pista sobre su desaparición, parece haberse desvanecido en el aire. Aquí es donde empiezan las conspiraciones cinematográficas…
Al no aparecer ningún cadáver, la policía duda de si Le Prince está realmente muerto o puede haber desaparecido por voluntad propia. Mientras, su familia está convencida de que ha sido asesinado por alguno de sus competidores en la carrera por patentar el cine. Después de siete años en ese limbo espectral, la policía decide darlo finalmente por muerto. No obstante, la guerra por la patente del cine no termina ahí. En 1898, Adolphe, uno de los hijos de Le Prince, actúa como testigo en un juicio contra Edison intentando demostrar que no fue él quien inventó el cinematógrafo. Edison gana el juicio, pero la sentencia es recurrida y termina siendo anulada por el tribunal de apelación, que prohibe a Edison establecer un monopolio. En esa época, Adolphe aparece muerto de un tiro en circunstancias que nunca se llegan a esclarecer.
Pero volvamos a los rastros hauntológicos… En 2003, se descubre en los archivos de la policía de París una fotografía de un ahogado, fechada en 1890, que se parece a Le Prince. Unos años más tarde, en 2008, la revista de ciencia y tecnología Materials Today publica un texto en el que se habla de un cuaderno personal de Edison en el que él mismo se refiere al asesinato de Le Prince con estas palabras: «Eric me ha llamado hoy desde Dijon. Está hecho. Prince ya no existe». En cualquier caso, este texto contiene inexactitudes históricas que invitan a pensar que es una narración ficticia.
En lo que se refiere a la herencia cinematográfica de Le Prince, solo se conservan cuatro películas suyas, la mencionada Roundhay Garden Scene, Accordion Player, Man Walking Around the Corner y Traffic Crossing Leeds Bridge. Los títulos son autoexplicativos, y son todos filmes de unos 2 segundos rodados en 1888. Man Walking Around the Corner y Traffic Crossing Leeds Bridge entrarían dentro de esa otra disciplina pariente de la hauntología que tanto nos gusta: la psicogeografía. Accordion Player es el gran espectro, el sonido que no escucharemos jamás.
Toma ya!