El 13 de diciembre de 1998 la New York Civil Liberties Union (NYCLU) dio a conocer un informe sobre la vigilancia del espacio público en Nueva York. Titulado New York City: A Surveillance CameraTown, el documento recogía la inquietud con respecto a la proliferación no regulada de sistemas de videovigilancia en las calles de la ciudad. Incluía asimismo un significativo mapa de Manhattan en el que figuraban las 2.397 cámaras localizadas en la isla durante el periodo de investigación, clasificadas según su capacidad de movimiento. Más allá del indudable valor intrínseco del informe, hay que subrayar su importancia como palanca de discusión pública. En efecto, la NYCLU consiguió con su publicación el primero de sus objetivos, iniciar un proceso de debate alrededor de dos temas fundamentales: la cuestión del derecho a la privacidad en el espacio público y los problemas derivados de la falta de regulación para la utilización de estos dispositivos (especialmente la propiedad, condiciones de uso y distribución de las imágenes registradas). El informe finalizaba con un llamamiento a la colaboración ciudadana en la mejora, actualización y extensión del mapa. Y efectivamente, la difusión del mismo parece haber alimentado prácticas afines.
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