Hace poco estuvimos en la presentación que hizo Miguel Alvarez de Metros cuadrados de Sonido de Legazpi (Madrid), un proyecto de addsensor (Ana .G. Angulo, Angel Galán, Antonio López y Miguel Angel Lastra ) lanzado desde Intermediae Madrid hacia ese barrio en continua gentrificación. Un proyecto que pretende, desde la fonografía, pensar esta espacio urbano.
No es la primera propuesta de este tipo que se desarrolla en Matadero y esperemos que no se ala última. Personalmente opino que la tendencia artística e institucional que recientemente se está volcando en las relaciones del espacio, su geografía, su fenomenología y sus políticas aurales, demuestra cierta madurez de un medio y de sus posibilidades específicas.
Si MadridSoundscape se centró en la creación de una mapa sonoro como herramienta identitaria, Metros Cuadrados de Sonido pretende usar los sonidos subidos al mapa como material para la remezcla y distribución libre.
La presentación de Miguel Alvarez es un signo más de esa madurez. Desde un punto de vista bastante posmoderno (siento el palabro, pero es necesario), Miguel hizo una revisión del paisaje sonoro de Schafer en una ida y vuelta por distintas épocas del discurso de John Cage. Una revisión desde la musicología, desde una escucha utópica, de los preceptos en los que Schafer montó su ideología del espacio sonoro. Una llamada contra el maniqueísmo que suele darse al pensar el paisaje sonoro natural contra el urbano, o el silencio contra el ruido.
Para ello tiró de dos ejemplo, a mi modo de ver, imprescindibles: Werner Herzog describiendo la selva como un espacio de muerte y asfixia y John Cage, totalmente sobrado, hablando con su gato y recordando mientras se rie todo el rato que Kant ya había dicho que ni la risa, ni la música tienen por qué significar nada.
Este fin de semana la cosa continua con el taller de introducción a la práctica de la fotografía y las grabaciones de campo que impartirá Pablo Sanz.
Este taller se plantea como objetivos el impulsar una plataforma dedicada a nutrir el mapa sonoro del proyecto M2 de sonido de Legazpi, así como la creación de un espacio-tiempo en que aproximarse a la fonografia y la grabación de campo como prácticas interdisciplinares y herramientas tanto creativas como de investigación. Actividades que pueden contribuir a limpiar nuestros oídos, enriqueciendo la percepción del fluido sonoro en el que estamos inmersos, mostrando perspectivas diferentes sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, amplificando los detalles e incluso desvelando lo que nos resulta inaudible.
Seguiremos informando.
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