Santi Eraso, antiguo director de Arteleku viene publicando en el suplemento cultural del períodico La Vanguardia un artículo de opinión sobre políticas culturales y panorama del arte en general. La última columna es sobre el festival ERTZ frente a los macroconciertos y festivales… asunto que hemos tratado aquí y aquí este verano.
ERTZ
Hace unas semanas Madonna presentó su macroespectáculo en el monumental estadio olímpico de Sevilla, que paradójicamente está infrautilizado el resto del año. Este verano la proliferación de festivales de música pop, rock y electrónica ha superado con creces todas las previsiones. En España se han celebrado más de cien y muchos han competido entre ellos en despilfarro. Rock in Rio, celebrado en unas campas de Arganda del Rey cedidas por la Comunidad de Madrid, ha sido el ejemplo más desproporcionado de mercadotecnia internacional. Detrás de los enormes presupuestos que financian estas exhibiciones de poder de las grandes industrias culturales privadas se camuflan demasiados recursos públicos que sin rubor se suman a la fiesta popular, en busca del beneplácito fácil. Frente a estas dinámicas espectaculares y deslocalizadas – muchos músicos no saben ni dónde están cuando suben al escenario- surgen otro tipo de iniciativas que, como dice R. Heinberg en su libro Se acabó la fiesta,”pasan de lo más grande, rápido y centralizado, a lo más pequeño, lento y localizado; de la competencia a la cooperación; del crecimiento ilimitado a la autolimitación”. Un programa de intenciones que Ertz, festival de música que se acaba de celebrar en Vera de Bidasoa (Navarra), lleva hasta las últimas consecuencias. Nueve años de historia avalan su trabajo. Es una plataforma creativa, productiva y en constante mutación, orientada hacia las prácticas en el ámbito sonoro, en su sentido más amplio, y las disciplinas musicales de carácter experimental. Ertz, que en euskera quiere decir borde, orilla o extremo, desde su condición de acontecimiento periférico pero inscrito en una potente red internacional localizada plantea un relato crítico sobre la creación contemporánea, intentando superar el concepto de espectáculo musical para acercarse a la idea de experiencia sonora como conocimiento y cuestionar las relaciones que se generan entre audiencia y creador.Santi Eraso
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