Reproducimos este post que Enrique Mateu publicaba en su blog la semana pasada, sin añadir nada más, porque el ya lo cuenta todo sobre este caso reciente:
En discapnet y en noticas.info, entre otros sitios, publican una carta supuestamente enviada al Congreso de los Diputados en la que supuestamente 50 organizaciones de 24 países afirmaban que su supervivencia dependía del canon.
Es evidente que un documento así sería muy conveniente para la Sociedad General de Autores y Editores ya que le brindaría el apoyo de las “masas autorales” que dicen representar.
Lo curioso es que soy miembro de la Junta Directiva de una de esas Asociaciones que aparecen como firmantes, la Asociación de Música Electroacústica de España, AMEE, y no teníamos la más mínima noticia de la carta en cuestión. Y desde luego este tema jamás ha sido debatido en nuestra Asociación. Como tampoco lo ha sido en ninguna de las seis organizaciones a las que pertenezco. Aunque seguro que ahora lo haremos. Pero de firmar nada de nada.
Pero es que consultando a otras supuestas asociaciones firmantes me dicen que tampoco tenían ni idea de tal cuestión. Que extraño ¿no?
La cuestión es muy grave, no se si punible. No es solo que el tema del canon digital no esté debatido entre los compositores de base, es que no lo está ni en las propias organizaciones profesionales ni tan si quiera por sus Juntas Directivas. Pero por el contrario aparece una carta firmada a favor del canon digital, nada más y nada menos que en el Congreso de los Diputados, por 50 supuestas organizaciones de 24 países.
¿Cuántas organizaciones realmente tenían noticia? ¿Ha influido esta carta en la polémica decisión de los Diputados y en los cambios de algunos a última hora?
Y siguiendo con el tema del canon y los intermediarios, esta mañana leo de nuevo a Enrique expresando su opinión en la lista de correo de la AMEE :
Yo creo que hoy en día las nuevas tecnologías han propiciado un cambio de paradigma con el nuevo milenio y un nuevo modelo de negocio para nosotros se ha perfilado. Un modelo que nos permite gestionar nuestro trabajo de forma directa permitiéndonos tener un mayor control sobre nuestro patrimonio, nuestras obras musicales, obteniendo nosotros un mayor beneficio económico en detrimento de ciertos intermediarios que han utilizado prácticas abusivas.
Al igual que el invento del soporte fonográfico (disco, casete, dvd, etc) supuso un cambio en el modelo de negocio de la música lo está siendo ahora Internet, la Web 2.0 y las comunidades virtuales. En aquel entonces muchos «intermediarios» del negocio de la música no supieron adaptarse al nuevo modelo aunque lo intentaron. Pero aparecieron «otros» intermediarios. Ahora está ocurriendo lo mismo pero con una notable diferencia; este nuevo modelo está «democratizando» tanto el derecho de los creadores a distribuir su trabajo como el derecho de las personas a acceder a la creación de su tiempo, a la música de sus contemporáneos. Y por otro lado los intermediarios aprovechan su poder para intentar crear fórmulas que permitan seguir manteniendo su negocio obsoleto.
No me voy a extender en lo que ya todos conocemos. Antes podías crear música, tener un grupo o tocar la guitarra pero era la industria, previo contrato leonino, la que decidía si tu música tenía derecho a ser escuchada o no, donde, cuando y como y hasta se permitía «recomendarte» arreglos y cambios a tu obra. Es más, era capaz de firmarte un contrato y no publicarte solo para impedir que «compitieras» con algún producto suyo ya distribuido y no pudieras así irte a la competencia. Hoy en día cualquier creador, sea dele stilo que sea, puede colgar su música gratuitamente en la red en sitios como myspace o canariasmusica.com, por ejemplo, o en su propia web y sin preguntar ni depender de nadie.
Lógicamente esto está poniendo nerviosos a los que se acostumbraron a «dirigir» y obtener beneficios de la «intermediación». El resultado de esta situación es que parte de la industria, viendo que el negocio se les escapa entre los dedos, están «moviendo ficha» y buscando remedio. Por ejemplo las compañías discográficas ya no se conforman con vender discos, fueron incluyendo los derechos editoriales, luego el «merchandising» y ahora ya la representación artística y la contratación obligatoriamente. Todo en uno. Pero esta técnica de «todo en uno» la quieren aplicar todos. Sociedades de gestión como la SGAE cambió la E de España por la E de editores ampliando así «negocio», también comenzó a publicar discos y ahora ya compra teatros para programar música en directo e invierte en grandes escuelas de música privada en un increíble «todo en uno» como decía. También se prepara la creación de un gran sindicato y cooperativa para «regular» la contratación de músicos en directo. ¿Recuerdan lo que vaticinaba Queen en su canción Radio Gaga? ¿Un ente único que decide que música hay que escuchar y cual está prohibida? ¡Gensanta que miedo dan!
Pero una de las estrellas es, sin lugar a dudas, el canon digital. Impuesto que en vez de gestionar la Administración Pública como todos gestiona una organización privada. Un dinero que se recauda indiscriminadamente y se reparte discriminadamente. Una jugada maestra basada en el canon del casete que «ahora lo aplico a todo lo que pueda y que gestiono yo mismo con mi propio mecanismo».
Todo evento produce también su efecto contrario. Ante la libertad que ofrecen a los músicos las Nuevas Tecnologías en el siglo XXI los poderes conservadores y reaccionarios estrechan sus redes para no perder su poder político, económico y mediático.
Así que de un lado tenemos a las sociedades de gestión, editoriales, discográficas, copyright y en definitiva el «modelo de industria musical popular del siglo pasado» y de otro lado tenemos al individuo, Internet, Web 2.0, comunidades virtuales, P2P, copyleft, las nuevas discográficas, autogestión y en definitiva el «nuevo modelo de industria musical».
Y esto debería ser una cuestión de libertad. No se trata de acabar o prohibir. Cada uno que elija el modelo que libremente considere más apropiado según su criterio. Siempre han habido, en todo en la vida, tanto conservadores como innovadores (por decirlo de alguna manera).
Pero el canon obliga a los que nos decidimos por el nuevo modelo a pagar el lujo de los conservadores. Los que colgamos nuestro trabajo en Internet y licenciamos nuestra obra con licencia copyleft cada vez que nos compramos, por ejemplo, un CD para grabar nuestro trabajo les regalamos un dinerito a los que parece que ya recaudan un montón. ¡Un dislate!
Y Vegap se posiciona. Se posiciona como modelo conservador. Podría creerse que es su única vía. Podría parecer que no le queda más remedio. Craso error. En el nuevo modelo hay sitio para sociedades de gestión, editoriales, discográficas, representantes, etc solo que de una forma más racional, menos prepotente y menos «abusiva», en mi humilde opinión…
Saludos a todos y perdonen la extensión pero no soy capaz de decirlo en menos palabras.
Enrique
…y es que los problemas con los intermediarios son universales y de sobra conocidos por todos.