The deaf don’t believe in silence. Silence is the invention of the hearing.
Ilya Kaminsky, Deaf Republic (2019).
Silence can be a plan
rigorously executedthe blueprint of a life
It is a presence
it has a history, a formDo not confuse it
with any kind of absenceAdrienne Rich, ‘Cartographies of Silence’, en The Dream of a Common Language: Poems 1974-1977.
En el poemario Deaf Republic de Ilya Kaminsky, el ficticio pueblo de Vasenka es ocupado por soldados que hablan un idioma que nadie entiende. Durante la ocupación, los soldados matan a Petya, un niño sordo. En este momento ocurre algo inesperado: toda la población de Vasenka pierde la audición.
The townspeople lock arms to form a
circle and another circle around that
circle and another circle to keep the
soldiers from the boy’s bodyWe watch Sonya stand (the child
inside her straightens its leg). Someone
has given her a sign, which she holds
high above her head: THE PEOPLE ARE DEAF.—
Los vecinos se agarran de las manos para
formar un círculo y otro círculo alrededor de
ese círculo y otro círculo más para no permitir
a los soldados acercarse al cuerpo del niño.Vemos a Sonya ponerse de pie (la bebé
dentro de ella estira la pierna). Alguien
le ha dado una pancarta, que ella iza
bien alto: LA GENTE ESTÁ SORDA.(…)
Our country woke up next morning and
refused to hear soldiers.In the name of Petya, we refuse.
—
A la mañana siguiente, nuestro país
se despertó, y se negó a escuchar a los soldados.En el nombre de Petya, nos negamos. *
Ilya Kaminsky nació en Odesa en 1977, en el seno de una familia judía, cuando la ciudad todavía formaba parte de la Unión Soviética. Perdió a la audición a los 4 años. En 1993, su familia obtuvo asilo político en Estados Unidos debido al antisemitismo que reinaba en la Ucrania post-soviética. Empezó a escribir en su segundo idioma, el inglés, en 1994.
Su diversidad funcional ha estado siempre presente en su obra: tanto en su primer poemario, Dancing in Odessa, de 2004, como en «Searching for a Lost Odessa – and a Deaf Childhood», un ensayo todavía más autobiográfico de 2018, en el que Kaminsky vuelve a su ciudad natal y la recorre, realizando una especie de paseo sonoro en negativo, o una especie de memorywalk.
Pero en Deaf Republic la sordera cobra otras dimensiones, y un papel central dentro de una trama narrativa que recuerda al realismo mágico. Estructurado en dos actos, como un texto teatral, el poemario nos presenta esta sordera como una forma de insurrección, una resistencia sorda: los habitantes del pueblo desoyen las órdenes de los soldados, y el efecto es parecido al de las connotaciones del verbo castellano desoír, al que, más que una incapacidad de escucha, se le atribuye una intencionalidad: desoír una orden es negarse a acatarla. La sordera colectiva vuelve a la población de Vasenka ingobernable.
At six a.m., when soldiers compliment
girls in the alleyway, the girls slide by,
pointing at their ears. At eight,
the bakery door is shut in soldier Ivanoff’s
face, though he’s their best customer. At
ten, Momma Galya chalks NO ONE HEARS
YOU on the gates of the soldiers’ barracks.By eleven a.m., arrests begin.
—
A las seis de la mañana, cuando los soldados
sueltan piropos a las chicas en el callejón, las chicas
se escurren, señalando sus orejas con el dedo.
A las ocho, la puerta de la panadería se cierra en
las narices del soldado Ivanoff, aunque él es su
mejor cliente. A las diez, Mamá Galya escribe
NADIE OS OYE en la puerta del cuartel.Hacia las once de la mañana, comienzan las detenciones.
En referencia al idioma de los soldados, que nadie entiende, tenemos el origen del término ucraniano «nimets’», que, al igual que el término ruso «nemets», se usa como el gentilicio «alemán», pero que, hasta el siglo XIX, se usaba para referirse a cualquier extranjero que hablara otro idioma. En realidad, significa alguien mudo; de forma parecida a la raíz griega de «bárbaro», elimina la capacidad de habla de alguien que habla un idioma incomprensible.
In the streets, soldiers install hearing
checkpoints and nail announcements on
posts and doors:DEAFNESS IS A CONTAGIOUS DISEASE. FOR YOUR
OWN PROTECTION ALL SUBJECTS IN CONTAMINATED
AREAS MUST SURRENDER TO BE QUARANTINED
WITHIN 24 HOURS!—
Fuera, los soldados instalan puntos de
control de audición, y colocan bandos en farolas
y puertas:¡LA SORDERA ES UNA ENFERMEDAD CONTAGIOSA. POR SU
PROPIA PROTECCIÓN, TODOS LOS INDIVIDUOS EN ZONAS
CONTAMINADAS DEBEN ENTREGARSE PARA CUARENTENA
DENTRO DE 24 HORAS!
En este proceso de desoír soldados invasores mudos, la población de Vasenka empieza a elaborar un lenguaje de signos propio, diferente a otros, y que aparece en las páginas del poemario a través de las ilustraciones basadas en los dibujos de Jennifer Whitten.
In Vasenka, the townspeople invented their own sign language. Some of the signs derived from various traditions (Russian, Ukrainian, Belarusian, American Sign Language, etc.). Other signs might have been made up by citizens, as they tried to create a language not known to authorities.
—
En Vasenka, los ciudadanos se inventaron su propia lengua de signos. Algunos de los signos se derivaban de varias tradiciones (ruso, ucraniano, bielorruso, lengua de signos norteamericana, etc.). Los ciudadanos podrían haberse inventado otros signos, a medida que intentaban crear un idioma incomprensible para las autoridades.
A medida que los acontecimientos se precipitan en una vorágine de actos de represión e insurgencia, la sordera también adquiere más dimensiones. Es, por supuesto, una eficaz herramienta de resistencia, pero también es un escudo individual, algo que permite a los personajes aislarse del caos y la violencia que se han apoderado del pueblo. Y también, cómo no, la sordera es una barrera contra la empatía, que empieza a escasear en un pueblo cada vez más arrasado por la represión de los invasores. Así, cuando los soldados detienen y matan a Alfonso, el marido de Sonya, son los vecinos los que no hacen caso y permanecen en silencio. Más adelante, Mamá Galya, la madame del pueblo (uno de sus gritos de guerra es «¡La sordera no es una enfermedad! ¡Es una postura sexual!») y la directora del teatro de marionetas donde se urden planes de rebelión contra los soldados, también cae en desgracia. Esta vez, la sordera de los vecinos se vuelve contra ella:
She runs after the woman holding Anushka. They push
her away with their brooms.She shouts.
They point to their ears.
Gracefully, our people shut their windows.
—
Corre tras la mujer que tiene a Anushka. La apartan
con sus escobas.Grita.
Ellos señalan sus orejas.
Los vecinos cierran elegantemente sus ventanas.
En medio de la trama, aparece el silencio. En un principio, en Deaf Republic no existe el silencio (Los sordos no creen en el silencio. El silencio es un invento de los que oyen.), pero a medida que se desarrolla la trama, el silencio aparece como una especie de vacío existencial.
What is silence? Something of the sky in us.
—
¿Qué es el silencio? Algo del cielo en nosotros.
En su reseña de Deaf Republic en el New York Times, Karl Kirchwey interpreta el silencio en el libro como el silencio de Dios, mudo testigo de los horrores de la trama. Pero lo cierto es que el silencio también va adquiriendo una dimensión temporal, adueñándose poco a poco de Vasenka, a medida que los bombardeos y la represión lo destruyen y exterminan a su población. Al final, casi lo único que suena en Vasenka es el viento atravesando puertas desencajadas, y las marionetas (que los vecinos van colgando en su ventana como recordatorios de amigos y familiares muertos y desaparecidos) chocando contra los marcos de las ventanas.
La sordera también experimenta una última transformación. El libro se cierra con el poema ‘In a Time of Peace’:
I watch neighbors open
their phones to watcha cop demanding a man’s driver’s license. When the man reaches for his wallet, the cop shoots.
Into the car window. Shoots.It is a peaceful country.
We pocket our phones and go.
—
Miro a los vecinos abrir
sus móviles para ver
a un policía pedirle el permiso de conducir a un hombre.
Cuando el hombre busca su cartera, el policía dispara.
En la ventana del coche. Dispara.Es un país pacífico.
Nos guardamos los móviles en el bolsillo y nos vamos.
Aquí la sordera queda delimitada por su dimensión empática. Estamos en otro país –uno que hace al menos un par de siglos no ha sido invadido por ningún ejército mudo, y donde nadie recurre a la sordera como forma de resistencia–. Más bien, estamos en un país donde es el propio Estado quien está en guerra contra su población. Y esto nos lleva a la posibilidad de pensar la sordera y el silencio como algo más que meros fenómenos sonoros.
Deaf Republic fue publicada en Estados Unidos por Grayworld Press y en Gran Bretaña por Faber & Faber, ambas ediciones en 2019. Existen dos ediciones en castellano de Dancing in Odessa, pero no me consta ninguna edición en castellano de Deaf Republic.
Para saber más del trabajo de Ilya Kaminsky, lo más recomendable es su web.
* Las versiones en castellano son mías.
Kamen, muchas gracias por compartir el trabajo de Ilya este post y por tus valiosas traducciones :-) Gracias!
Hey, Mikel, ¡gracias por leer! \o/