[Escrito para el fanzine Folloneras]
Hay folloneras por convicción y folloneras por accidente.
Folloneras sexuales y folloneras políticas.
Folloneras autónomas y folloneras colectivas.
Folloneras pasionales y folloneras conceptuales.
Folloneras que organizan follones y folloneras que participan en ellos.
Cada follonera es un mundo,
pero todas tienen algo en común:
RUIDO
1. Un tampón usado en el Palacio de Buckingham
Era una tarde de otoño de 1976, la inauguración de aquella noche en el ICA incluía, entre otras cosas, fotos pornográficas y tampones usados. La exposición podría haber pasado desapercibida, como tantas otras tentativas de escandalizar a través del arte. Sin embargo, aquella velada terminó siendo la controversia del mes en los periódicos, desde donde saltó a un debate parlamentario en el que Cosey Fanni Tutti y el resto de miembros de Coum Transmisions/Throbbing Gristle fueron tildados de «destructores de la civilización». El problema no fue la música ruidosa, rara y oscura, ni las prostitutas y punks que había entre el público, ni siquiera los tampones ensangrentados… Al fin y al cabo, en 1976 las salas de exposiciones ya habían sido testigos de cosas mucho más «inmorales» que esas. El problema fue que el ICA había recibido ese año 90.000 libras de dinero público y estaba ubicado en un local propiedad de la mismísima Isabel II. Todo es política.
Cosey se había mudado a Londres unos tres años antes huyendo de Hull, en la costa norte de Inglaterra, donde la policía la acosaba continuamente por formar parte de Coum Transmisions, debido a sus acciones callejeras y a sus folletos publicitarios «obscenos». Afortunadamente, después de su «infame» exposición, la prensa encontró enseguida algo mucho más escandaloso que un tampón usado: Un punk diciendo una palabrota en la televisión. Así fue como los medios de masas se olvidaron de la música industrial y convirtieron el punk en pop.
2. Rompiendo con el patriarcado
Después de estudiar piano y componer algunas piezas musicales, la joven Éliane Radigue conoció al famoso compositor de música concreta Pierre Schaeffer y se convirtió en su estudiante. Era una de sus mejores alumnas y Schaeffer apreciaba tanto su talento que le consiguió un trabajo como asistente de Pierre Henry, para quien creó algunos de los sonidos que aparecen en sus discos de los años 60.
Éliane era el ojito derecho de ambos compositores, pero cuando empezó a hacer sus primeros experimentos sonoros no sintió ni el más remoto interés por imitarlos, así que desarrolló enseguida un estilo propio.
Schaeffer y Henry escucharon lo que estaba haciendo su alumna preferida y montaron en cólera:
—¡Pensábamos eras una seguidora fiel! (Léase: «Uy, resulta que no era sumisa»).
Éliane, lejos de dejarse encorsetar por los preceptos de la música concreta, decidió hacer caso omiso a sus críticas y seguir su propio camino:
—Yo tenía en la cabeza la música que quería escuchar, y para escucharla tenía que crearla. Es tan simple como eso.
3. ¡Hereje!
En Italia se estaban preparando para acoger el debut nacional de la «misa solemne» Plague Mass. Cuando por fin llegó el día del estreno y la cantante, Diamanda Galás, irrumpió en el escenario, la burguesía local se quedó horrorizada, ¿qué clase de sacrilegio era aquel? Una mujer cubierta de sangre gritaba al patio de butacas versos sobre pestilencias, plagas y el Anticristo. El escándalo llegó inmediatamente a la prensa y la «misa» fue denunciada por miembros del gobierno italiano por su blasfemia contra la Iglesia católica.
Si Plague Mass hubiese sido concebida para escandalizar, esta anécdota tendría menos gracia. La verdad es que la obra no era realmente una misa, sino un tributo elegíaco al hermano de Diamanda y otras víctimas del SIDA. Lo malo es que eso de «misa» pilló desprevenidos a una serie de señoritos, y señoritas, italianos que se pusieron sus mejores galas para escuchar un rito y se encontraron con «las heces de Dios».
Diamanda todavía recuerda su desconcierto ante semejante situación y que durante muchos años nadie volvió a atreverse a invitarla a Italia.
4. Hacia la catarsis a través del ruido
Mayuko Hino estaba en el escenario atada, desnuda, vertiéndose cera caliente sobre sus pezones y haciendo ruidos sublimes. Llovían sobre el público bolsas de plástico llenas de pis. C.C.C.C. (Cosmic Coincidence Control Centre) no creían en el noise intelectual, su ruido debía ser emotivo y catártico y todos los miembros de la banda eran libres de hacer lo que quisieran, incluyendo acciones físicas. No era política, ni vanguardia, simplemente exceso en crudo: «Que se joda el arte y que se joda la música».
Como Cosey, Mayuko procedía del mundo de la performance y la pornografía. Había trabajado, entre otros, con el director japonés Kōji Wakamatsu, director de producción de la controvertida El imperio de los sentidos (Ai no korīda, 1976) y experto en provocaciones varias a través de sus imágenes de sexo y violencia. La mirada masculina domina, explota y agrede el cuerpo femenino en busca de polémica y conmoción. Mayuko se reveló explorándose, que no explotándose, en sus propios términos.
5. Señorita, lo que hace usted no es música
A finales de los años 40, Charlotte May Wind se licenció en música, se mudó a Nueva York y se casó con Louis Barron, quien cariñosamente la llamaba «Bebe». Un primo les dio como regalo de boda una grabadora de bobinas de cinta que llevó a la pareja a componer la primera música para cinta magnética creada en América. Poco después, empezaron a experimentar con la generación de sonido a través de circuitos electrónicos fabricados por ellos mismos.
Cuando Bebe y Louis se dieron cuenta de que la experimentación sonora no daba para comer, acudieron a Hollywood. Su primer, y único, proyecto comercial fue Planeta prohibido (Forbidden Planet, 1956). Se suponía que solo tenían que crear efectos, pero terminaron componiendo la primera banda sonora completamente electrónica. No se parecía a nada que hubiese sonado antes en un cine y en el preestreno de la película el público se volvió loco en cuanto sonaron los primeros «ruidos». La música se reprodujo en estéreo (algo raro en aquella época), directamente desde las cintas magnéticas, sincronizándolas con el proyector, y estaba a tanto volumen que Bebe se sintió turbada. Pero el follón no fue ese…
Resulta que Louis y Bebe no eran «músicos», porque no pertenecían al sindicato al que estaban obligados a asociarse todos los músicos profesionales, que de todas formas no admitía a músicos electrónicos porque… Bueno, porque no eran «músicos»… El sindicato prohibió a la productora utilizar la palabra «música» en los títulos de crédito, cambiándola por «tonalidades electrónicas», y se negó a los Barron la posibilidad de asociarse, evitando así que pudiesen ser nominados a los Oscar.
6. Pon noise en una manifestación y verás que rápido viene la policía
Corría la primavera de 1999 en Berlín. Nic Endo y Hanin Elias estaban tocando y cantando junto a los otros dos miembros de su grupo, Atari Teenage Riot, en un escenario móvil en la manifestación del 1 de mayo. La atmósfera estaba más cargada que otros años porque Alemania estaba pensando en colaborar con la OTAN en el bombardeo de Kosovo, pero la protesta transcurría en calma.
De repente, irrumpió la policía golpeando a los manifestantes sin razón alguna. Una nube de gas lacrimógeno sumió el escenario en la niebla y Hanin tuvo que dejar de cantar porque era prácticamente imposible respirar. Mientras, la policía se acercaba al cámara que estaba grabando la actuación exigiéndole la videocámara y las cintas.
Ante semejante jaleo, el conductor del camión donde estaba colocado el escenario intentó alejarse lo máximo posible de la embestida policial para salvar el equipo de sonido. Acto seguido, el camión se detuvo, los miembros de la banda se preguntaron por qué. El conductor había salido huyendo y se había llevado las llaves. Una tropa de cuarenta policías rodeó el camión y arrestó a Nic, Hanin y el resto del grupo por «agitar a las masas».
7. Quedaos con vuestros dramas decimonónicos, me voy a fabricar un sintetizador
Después de haber estudiado órgano, piano, composición y electrónica, una chica inglesa llamada Daphne Oram rechazó una invitación para estudiar en el Royal College of Music porque prefirió trabajar en la BBC como ingeniera de sonido. Era 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, así que con los hombres luchando en las trincheras no era inusual ver a mujeres haciendo trabajos típicamente «masculinos».
Unos ocho años después, cuando llegaron las primeras grabadoras de bobina, Daphne empezó a usarlas para componer música a partir de sonidos cotidianos. Terminaba de trabajar y se quedaba en el estudio sola, grabando, cortando y pegando cintas hasta altas horas de la madrugada. A nadie le interesaba lo que estaba haciendo, y cuando les interesaba la rechazaban de todas formas por ser mujer. Después de mucho trabajo y muchas luchas internas, consiguió fundar el famoso BBC Radiophonic Workshop, para dejarlo a los pocos meses…
La BBC solo quería canciocillas para dramas tópicos y programas educativos, Daphne quería experimentar, así que los mandó a tomar viento, se montó su propio estudio y se inventó una de las primeras formas de síntesis sonora electrónica.
8. Lucha primitiva
Hace un par de años, Margaret Chardiet (Pharmakon) estaba a punto de embarcarse en su primera gira Europea cuando le encontraron un quiste. Su cuerpo la traicionó y en lugar de en un avión se encontró en la cama de un hospital con un órgano menos y un hombre moribundo gritando día y noche en la cama de al lado. De ahí salió Bestial Burden, un disco muy íntimo sobre el horror corporal.
La figura de Margaret sobre el escenario es diminuta, pero la fuerza y el volumen de sus alaridos y de los sonidos que salen de sus máquinas son viscerales y sobrecogedores. Alguien comenta: «No es más que una chica gritando». Ella piensa: «Te mataría, estoy desnudando mi corazón y mi alma». Durante sus conciertos, algunas personas reaccionan de manera negativa, pero luego suelen ser precisamente quienes van a buscarla al terminar para decirle que les ha afectado mucho y preguntarle por qué estaba haciendo lo que estaba haciendo.
¿Qué estaba haciendo? «Cosas de hombres», pero todavía no sabemos por qué la masculinidad reclama el noise como algo suyo.
¿Por qué la masculinidad reclama el noise como algo suyo?
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