Hace un par de días, El País publicó un artículo titulado «¿Qué hacen con nuestros datos en Internet?» en el que se explica de manera breve y clara qué pasa con todos esos datos que regalamos cada día a numerosas páginas web, desde redes sociales a cualquier página que nos envíe cookies (básicamente todas). Sin olvidar que en el espacio público también se recogen continuamente datos con cámaras de vídeo, redes Wi-Fi, la geolocalización de los teléfonos móviles, etc. Nunca está de más recordar eso de que cuando algo es gratis es que el producto eres tú.
Otro ámbito en el que la recogida de datos es cada vez más relevante es el espacio público. Nuestro incauto deambular por las calles tiene cada vez menos de anónimo, y los sensores que leen los identificadores únicos y la geolocalización de nuestros dispositivos, las cámaras termales y de video vigilancia, las redes wifi, las farolas inteligentes o los sensores de lectura automática de matrículas nos incorporan de forma rutinaria a bases de datos públicas y privadas que en algún lugar le sirven a alguien para obtener un beneficio que ni conocemos ni controlamos. —Gemma Galdon Clavell, «¿Qué hacen con nuestros datos en internet?»
Precisamente esta semana he visto dos documentales relacionados con este tema. Uno es Citizenfour, que relata la historia de la filtración de información de la NSA de la que fue, y sigue siendo, protagonista Edward Snowden. El otro documental, más específico sobre quién recoge nuestros datos y qué hace con ellos es Terms and Conditions May Apply. Ambos reflejan desde dos puntos de vista distintos la sociedad de la vigilancia en la que vivimos actualmente, invitándonos a reflexionar sobre qué hacen con nuestros datos, pero también sobre qué hacemos nosotros con ellos.
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