Zarpazos experimentales @ El Mundo
Tras la crisis, las músicas de vanguardia se renuevan en espacios minoritarios
Antes de nada debe tenerse en cuenta que hablar del underground de la música experimental no tiene sentido. En realidad, todo es subterráneo en el terreno esdrújulo de la vanguardia sonora, un paraguas bajo el que entran todo tipo de experiencias auditivas que sólo tienen en común su aversión por las estructuras tradicionales de la música popular. Dicho todo lo cual, el post-rock, el ruidismo, la improvisación, la electrónica de vanguardia o el ambient comenzaron hace años un proceso de regeneración en Madrid que hoy permite disfrutar de una escena genuina y llena de propuestas originales, que se sacuden en un submundo de sonidos audaces o, simplemente, raros.
«En la década pasada vivimos una buena época, parecía que los artistas experimentales convivían con el resto de músicos y que podían llegar a otros públicos fuera de su nicho», recuerda Javier Piñango, figura clave como miembro en los 90 del grupo Mil Dolores Pequeños y de la discográfica Por Caridad y, después, como director del festival Experimentaclub entre 2000 y 2010 y curador del Museo Reina Sofía y de La Casa Encendida. «La crisis arrasó con todo, a lo que se añade el hecho de que en Madrid desarrollar iniciativas culturales es una tarea kamikaze por todas las trabas que se ponen. Así que volvimos al súper underground», explica.
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