El tema de 2014 de Ertz, como nos cuenta ahí arriba Xabier Erkizia, tenía que ver con el polvo y en parte con los fantasmas. El polvo que se posa sobre los discos almacenados y los fantasmas que en aquellos habitan. Pero ¿cuál es el fantasma que recorre ahora Europa? El festival de este año habla de la construcción del pasado desde la música, la primera fonografía y en parte atiende a las políticas de archivo.
Como de costumbre en Ertz, lo importante no es sólo programar buena música o buenos músicos, es pensar desde esa programación y el buen hacer de esos días de manera que el tiempo que dura el festival se disfrute en común. Esto le puede sonar a uno tan ambicioso como simple.
A día de hoy, para nosotros, trabajar así permite abrir caminos hacia espacios menos convencionales, más incómodos quizá, pero al menos lo bastante nuevos como para evitar que nos peleemos por el poco oxígeno que queda.
Así, entre unas cosas y otras, este es el quinto año que asisto a alguna o todas las actividades del festival. Nunca voy del mismo modo pero siempre recibo el mismo trato y siempre vuelvo con una sensación similar: la de compartir un festival que se asoma a la frontera de la música sin aspavientos, que integra las formas de lo que llaman vanguardia sin establecer el desnivel academicista. Un lugar donde se escucha bien, así, en un sentido muy amplio.
En estos 8 días se han dado nueve conciertos, una conferencia, un taller infantil, una proyección con cocina, una performance de danza. Y como no se puede decir que todo bien (gracias), haremos un repaso no tanto de los mejores conciertos, sino de los eventos que hacen de este festival distinto en los términos que se comentan más arriba (por otra parte en el video queda reflejado parte de los olvidado aquí así como en la web de Arteleku donde hay documentación de los conciertos de Donostia).
Esta edición especialmente tranquila del festival comenzó con un concierto a dúo de Mixel Etxekopar & Pierre Vissler. En un formato de concierto más «tradicional», no hubo ruido en la sala o interrupción que no ransformaran en parte del evento. Ambos habían sido invitados a participar con grabaciones antiguas realizadas en su lugar de procedencia que reinterpretaron con instrumentos antiguos, voces, cencerros y cantos.
Mugako Bidea consistió en una audioguía coordinada por Asier Gogortza para el ayuntamiento de Bera que contaba algunas historias relacionadas con la frontera, el contrabando, la guerra y la historia de los montes, los caminos y los pueblos alrededor de esa frontera. Como en otras ocasiones con Husts Egin en 2012 o con Jakoba Errekondo en 2013, el paseo tiende la escucha hacia la historia del lugar e incide en un momento y lugar específicos. Para los que nos somos de allí, se hace imprescindible.
Por su planteamiento y su desarrollo Cucinema fue uno de los eventos más reseñables. Durante una mañana se queda para hacer pasta y salsa de tomate. Se amasa, se corta, se guisa y se hierve. Mientras, en una mesa se colocan varios metros de celuloide de 16mm que se pinta y se raya. Los procesos de cocinar y hacer cine se hacen parejos, como lo eran ya en 1923 cuando Man Ray salpimentó Le Retour à la raison experimentando con lo que puede ser proyectado y porque, como dijo otro surrealista, “La belleza será comestible o no será”. Pero como en el buen arte, el que interesa, poco importa saber de esta película de Man Ray o de esta cita de Dalí para disfrutar del evento. La cosa va más bien de disfrutar de la comida para contemplar luego la belleza poética del cine pintado en bruto.
Lotus Edde-Khouri, Jean-Luc Guionnet, Anita y Maria Luisa
Tanto músico como la performer hicieron distintas intervenciones a lo largo del festival, pero nos quedamos con la más singular. La última jornada del festival fue en el Santuario de Aranzazu, donde Audiolab había desarrollado la residencia de Jean-Luc Gionnet en el órgano. El santuario y especialmente la basílica tiene una relevancia singular debido a la presencia de trabajos de Oteiza, Chillida, Basterretxea o Lucio Muñoz.
Anita y Maria Luisa estaban rezando el rosario cuando entramos por primera vez en la basílica. A Lotus le pareció un sonido interesante con el que interactuar y decidió grabarlo, pero terminó haciendo migas con Anita y Maria Luisa y las invitó a actuar con ella en su performance. Ellas rezarían durante un rato mientras Lotus danzaba. Llegada la hora del concierto aparecieron por allí unos cuarenta motoristas que venían a dormir en el hotel del santuario y, ya de paso, entraron a la actuación de Lotus y Jean-Luc.
Anita y Maria Luisa cantaban el rosario y Lotus se movía con un cuidado especial dada la situación, esto es, la de colaborar con dos personas que no conoces ni te conocen frente a un amplio público inesperado. Cuando se terminaron los rezos, la pareja continuó comentando en voz alta los movimientos de la performer.
Cuando Lotus termino, Jean-Luc cerro el festival con un un concierto para órgano, por momentos ruidoso, por momentos muy sutil, jugando con las tonalidades del instrumento más que haciendo resonar la basílica. Con esto se cerraba un círculo en la historia del festival desde que Jean-Luc Gionnet visitara Bera hace años y sin poder tocar el órgano, realizando en lugar el concierto para órgano electrónico que dio lugar a un disco.
Yo ya estoy de vuelta, esperando la siguiente.
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