La «música de mobiliario» es fundamentalmente industrial. La costumbre, el uso, es hacer música para las ocasiones en las que la música no tiene nada que hacer; allí donde tocamos valses, fantasías de óperas u otras cosas similares escritas para otros propósitos.
Queremos establecer una música hecha para satisfacer las necesidades «útiles». El arte no entra en esas necesidades.
La «música de mobiliario» crea vibraciones, no tiene otro objetivo que ese; desempeña el mismo papel que la luz, el calor y la comodidad en todas sus formas.
La «música de mobiliario» reemplaza honorablemente las marchas, las polkas, los tangos, las gavotas, etc.
Exija «música de mobiliario». Nada de reuniones, asambleas, etc. sin «música de mobiliario».
«Música de mobiliario» para los notarios, los bancos, etc…
La «música de mobiliario» no tiene nombre.
Nada de bodas sin «música de mobiliario».
No entre en una casa que no tenga «música de mobiliario».
Quien no ha oído «música de mobiliario» desconoce la felicidad.
No se duerma sin oír un fragmento de «música de mobiliario» o dormirá mal.
Erik Satie, texto de una carta a Jean Cocteau del 1 de marzo de 1920.
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