Via Monoskop han colgado el Manifiesto por el silencio, publicado en 2007 y en versión amistosa desde esta semana. Más allá de oponerse a la contaminación acústica de manera médica, argumenta que el silencio, es una necesidad, entre otras cosas para la religión y el pensamiento.
Silence has played a crucial role in human history in important areas of our existence such as religion and the arts. Yet we live in an increasingly noisy society in which silence is under perpetual assault from the 24/7 lifestyle. The business world cynically exploits noise as part of its marketing strategy; the military deploys noise as a weapon. Without question, noise is a political issue on a global scale.This book mounts a strong argument for silence, arguing that we need more rather than less of it in our lives. The alternative is an environment scarred even further by noise, so often the forgotten pollutant. Stuart Sim explores why silence matters, where it matters – in religion, health, the arts, thought – and why we’ll suffer if space is not made for it. The confrontation between the politics of noise and the politics of silence is an issue on which we cannot stay neutral.
Publisher Edinburgh University Press, 2007
ISBN 0748625917, 9780748625918
Length 215 pages
Esto es interesante: “el silencio, es una necesidad, entre otras cosas para la religión y el pensamiento”. No se si sea una necesidad exactamente, pero lo cierto es que es un experiencia sensorial muy intensa y hay quienes nunca han tenido la oportunidad de experimentarla.
Michel Chion explica en “el sonido” que los niños escuchan los sonidos junto a la reverberancia de los espacios donde se producen esos eventos acústicos. Cuando crecemos dejamos de escuchar esa reverberación pues el cerebro no la considera relevante para la comprensión de dichos eventos. Explica además, que por esa razón cuando escuchamos un sonido con mucha reverberación tenemos la sensación de escuchar algo arcaico o de nuestro pasado. Los ciegos mantienen esa conciencia de la reverberación del sonido para poder situarse en el espacio, pero el resto filtramos esa información pues para eso tenemos los ojos.
Algo similar ocurre con la contaminación acústica pues con el paso del tiempo dejamos de escucharla, el problema es que también dejamos de escuchar toda la diversidad sonora que la contaminación acústica enmascara. Todos esos pequeños sonidos que eventualmente llaman nuestra atención desaparecen cuando esa masa de ruido es filtrada.
Por otra parte, la contaminación acústica también se comporta como un empobrecedor de las cualidades tímbricas de los sonidos, pues aunque no los enmascare del todo, si enmascaran las frecuencias más tenues que los conforman.
La peña del positivesoundscapes.org defienden la tesis de que la contaminación acústica no es negativa, pues en algunos casos tiene efectos positivos sobre nuestra psique actuando como una especie de antidepresivo, eso es cierto, todos lo sentimos los lunes. Pero bueno la cocaina también es un antidepresivo y no es necesariamente positiva. Por otra parte podemos preguntarnos ¿Para que? o ¿hacia donde nos impulsa el carácter antidepresivo de la contaminación acústica?. . . . Tampoco la depresión es negativa, sólo es una parte de nuestro ciclo vital.
Otra cosa, en lugares silenciosos como el campo la gente no se deprime por la ausencia de contaminación acústica, se deprime por otras razones como la ausencia de los cantos de pájaros o luz solar en el invierno, etc.
Puede ser que el silencio en algunos casos produzca depresión, melancolía, sensación de horror vacui, estados alterados de conciencia, etc, etc. Y aunque algunos consideren “negativas” estas sensaciones, es innegable que estas experiencias intensas también enriquecen la diversidad de matices de nuestra existencia.
Abrazos