Aquí sabemos bien que esto de los netlabels no es nada nuevo y sobre todo que son un paraíso sonoro, pero ahora que el Ciberpaís ha publicado este «extenso» reportaje sobre el tema aprovechamos para ilustrarlo con el reportaje que ha realizado Kowalski sobre el tema. Así que en un mismo post 2×1 en cuanto a Cultura Netlabel.
Sellos discográficos, pero en línea
Los ‘netlabels’ se encargan de distribuir por Internet, gratuitamente, la música que se les cede también gratis – Alemania (con 64 sellos), Estados Unidos (41), Italia (25) y España (21) son los países donde más ha florecido este tipo de iniciativasMARÍA OVELAR 23/04/2009
EL PAISLa industria musical no atraviesa su mejor momento (el momento, en realidad, es una década), pero la música goza de salud envidiable. La crisis es de distribución, no de creación. Y una solución es la variante del sello discográfico físico, el sello online, el llamado netlabel.
«La labor de los netlabels ha sido menospreciada durante años por los medios de comunicación tradicionales», dice el compositor de música electrónica Björn Hartmann. «Se habla mucho de la batalla judicial de la industria musical contra el intercambio de archivos, pero no se presta atención al idilio entre sellos independientes y ciberespacio».
Fruto de esa alianza son las discográficas online, que ponen en relación a público y artistas. Los creadores ceden gratuitamente sus temas y los responsables de los netlabels los distribuyen gratis a través de su web. La relación es armoniosa: el consumidor no paga y el artista no cobra, y ambas partes son conscientes de su papel. Es un contrato inusual, pero acorde con los valores democráticos y participativos de la Web 2.0.
No existen datos fiables sobre el número de netlabels (también llamados sellos de MP3 y discográficas web), pero basta echar un vistazo a The Internet Archive (Archive.org) para percatarse de su importancia: mientras que en octubre de 2004 la página albergaba cerca de 130 netlabels y unas 3.200 grabaciones, en diciembre de 2008 reunía más de 600 discográficas online y 13.000 archivos sonoros.
Patryk Galuszka, un científico y economista polaco de 30 años, analizó esta escena a finales de 2008. Recurrió a dos catálogos famosos para sacar conclusiones: los alemanes Phlow Netlabel Catalogue y Rowolo.de. También visitó The Internet Archive, Sonicsquirrel.net y Last.fm. «Entonces trabajaba en el Instituto Max Planck para el Estudio de las Sociedades en Colonia, Alemania. Un total de 569 netlabels recibieron mi cuestionario y 337 lo respondieron. La primera parte de mi investigación está terminada, pero sigo con las entrevistas», explica Galuszka.
De su estudio se desprende que los netlabels son difíciles de rastrear porque aparecen y desaparecen constantemente. De los que sobreviven, muchos nacieron después de 2003 (las licencias Creative Commons empezaron a asimilarse tras ese año, según Galuszka) y las más antiguas entroncan con el movimiento de las maquetas, de los sellos en casetes y del do it yourself (házlo tú mismo).
Las potencias de netlabels son Alemania (64), EE UU (41), Italia (25) y España (21). Quetzal Contla, uno de los fundadores de Netlabels & News, web especializada en noticias sobre lanzamientos y curiosidades de los sellos digitales, habla sobre su organización: «En Alemania e Italia el movimiento está organizado. Cuentan con una estructura, con más presupuesto y apoyo por parte de las autoridades, para organizar fiestas, por ejemplo. En España, Portugal, México y Estados Unidos hay una cantidad considerable de netlabels, pero no existe una comunidad tan fuerte».»Los netlabels plantean muchos interrogantes sobre la industria musical y su modelo de financiación. Los actores involucrados no sacan dinero de ahí, tienen otros trabajos», explica desde Calella (Barcelona) el británico Christian Negre, responsable de Netaudio.es, una plataforma que reúne sellos y artistas digitales
Según Negre, siempre ha sido así: al no tratarse de un negocio, el sector online no ha entrado en crisis. «Para financiarse, organizan conciertos y fiestas. Y construyen una imagen del sello como si fuera un club, con sus fans y todo. También venden merchandising, como camisetas con el logo de la discográfica».
Este ex disc-jockey y profesor de Secundaria insiste en la relación entre público y artistas: «Antes de los conciertos, los grupos preguntan al público en el foro del netlabel los temas que quieren que toquen». Un diseño muy cuidado es otra de la característica del fenómeno. Las webs están muy mimadas, y las discográficas digitales idean las portadas de sus referencias, los carteles de sus conciertos y sus flyers. En el equipo siempre suele haber un diseñador gráfico.
Fuera del ciberespacio, existe una escena de netlabels. Con sus festivales, sus fiestas y conferencias. El famoso festival Sónar ha sido una plataforma para los sellos online. Netaudio organiza una reunión anual en Barcelona, y la tercera, el próximo mes de octubre, será en el Centro de Cultura Contemporánea, en la que habrá charlas, sesiones de disc-jockeys y conferencias. «Netaudio es una plataforma internacional. Se celebran encuentros en más ciudades. Berlín y Londres son las que más presupuesto tienen. Moscú, Berna y varias localidades italianas, como Florencia, Roma y Milán, también han organizado los suyos», señala Negre.
«Tenemos foros internos, pero no una estructura lo suficientemente potente como para considerarnos un organismo internacional», dice Negre.
Si no hay dinero, no hay crisisChristian Negre creó su propio netlabel en 2004. «Era disc-jockey profesional. Hacía mezclas con amigos de Canadá y de Inglaterra. Todo a través de la Red. Un día nos dimos cuenta de que los temas que componíamos se descargaban en distintas partes del mundo a través de redes de P2P. Decidimos fundar un sello: Open3.net, que cuenta con 33 referencias. No se repite ningún grupo. Mi intención es trazar la historia de los netlabels mediante nuestro catálogo», explica.
El modelo de los netlabels se despidió hace años del mundo físico. Resulta paradójico que mucho antes de la crisis que ha afectado a multinacionales y sellos independientes como Touch and Go (que dejó de ser distribuidora a finales de febrero), existiera una fórmula basada en compartir música online. Si bien, como señala Negre, esta subescena está cambiando: «Algunas discográficas desaparecen, otras se convierten en sellos tradicionales o copian el modelo de iTunes y el pago por descarga. Creo que vender es un modelo obsoleto, los netlabels deberían seguir experimentando y siendo inconformistas».
Miguel Ángel Lastra, del netlabel madrileño AddSensor, matiza: «Es un modelo rebelde, sí, pero la música no es completamente libre, depende de la licencia con la que se distribuya. Normalmente, son de libre copia y distribución, y en algunas ocasiones con la posibilidad de hacer obras derivadas, como en nuestro caso».
Copyright o CCLastra se refiere a las licencias Creative Commons (CC), un modelo que permite elegir entre distintas modalidades: Attribution permite la copia, distribución y presentación pública de una obra siempre que se cite correctamente al autor; en el caso de la licencia Non-commertial, se permite lo mismo, pero siempre que no se realice con fines comerciales.
En el estudio de Patryk Galuszka, sólo el 5% de los 337 netlabels usaron el clásico copyright, y el 44% empleó Creative Commons Attibution Non-Commercial Non-Deritavives. Es decir, exigía citar al autor y prohibía el uso con fines comerciales y la modificación de la obra. Quizá los netlabels son una deriva de las viejas maquetas; pero, a diferencia de aquellas, beben de todas las fuentes sin pararse en fronteras geográficas o idiomáticas. La única frontera se llama dinero.
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