Ayer nos acercamos por segunda vez al STRP. El día estaba dedicado a Ulf Langheinrich y Kurt Hentschläger (Granular Synthesis entre 1991-2003), dos austriacos que buscan el asombro físico y emocional. Famosos sobre todo por sus proyecciones gigantescas con unos graves capaces de hacer temblar los cimientos de cualquier edificio, esta era la primera retrospectiva que se les dedica.
Pretendíamos empezar con la entrevista a ambos, pero llegamos al final, cuando estaban hablando sobre cómo han llegado a odiar las piezas que los hicieron famosos, especialmente Pol [vídeo], una instalación en la que aparece Diamanda Galás. Esta pieza multicanal se proyecta en siete pantallas, aunque el elemento fundamental es el sonido. Personalmente, Modell 5 —con algunos puntos comunes— me parece muy superior; consigue impresionar mucho más, quizás por ser menos efectista.
Otra de las instalaciones que realizaron como pareja artística es Reset. Una vez más, nos encontramos con parpadeos, esta vez en dos pantallas contrapuestas. En este caso, nada de caras, sólo ruido, luz y color.
De Langheinrich pudimos ver Hemisphere, un vídeo apoyado con varios proyectores de luz que se presenta en una cúpula de 10 metros; se ve tumbado en el suelo, consiguiendo así la mejor inmersión posible. Las imágenes van del ruido a los sistemas de partículas, a ratos rozando la geometría psicodélica, con parpadeos de luz tan potentes que en algunos momentos te sientes obligado a cerrar los ojos.
Más tarde vimos Drift, un vídeo de Langheinrich que juega con varias capas audiovisuales, creando una experiencia de deriva entre varios tipos de imágenes, desde la fotografía del pulpo con la que comienza a líneas en color y blanco y negro, llegando a niveles de abstracción bastante estroboscópicos que juegan con la percepción.
Por otro lado, Hentschläger presentó Cluster, un trabajo con más de un punto en común con el comienzo de su instalación Feed: una masa de cuerpos sin rasgos que se acercan y se alejan como si se tratase de un sistema de partículas en el vacío.
De todas formas, la estrella era Zee [vídeo], lo último de Hentschläger, en la línea de Feed. Se trata de un ‘paisaje mental’ de luz y humo en el que pierdes totalmente la noción del espacio y del tiempo. La habitación en la que entras durante los 20 minutos del viaje se convierte enseguida en un espacio sin fronteras, como punto de referencia sólo cuentas con unas cuerdas que rodean la sala para guiarte desde y hasta la puerta. Mientras en Feed el viaje era gradual, en Zee te encuentras el vacío de narices. No es algo que se pueda explicar con palabras, pero las comparaciones que sonaban en boca de los visitantes iban desde el paraíso a viajes psicodélicos y el espacio sideral. Para que os hagáis una idea de la fascinación que nos produjo, sólo decir que la visitamos cuatro veces, todas ellas con su correspondiente declaración firmada de que no tenemos problemas de epilepsia, asma, claustrofobia, etc. Pasar 20 minutos en una nave cerrada, totalmente llena de humo hasta tal punto que es imposible ver más allá de dos centímetros de tu cuerpo, con bombardeos de luz y unas cuantas personas desorientadas perdidas en el mismo vacío, debe sonar a algo realmente próximo al infierno, pero os puedo asegurar que se hace corto y que es altamente adictivo.
La noche acabó con un concierto de Jan Jelinek y Karl Kliem, del que sólo vimos el final después del último pase de Zee. Antes de irnos a casa no desaprovechamos la oportunidad de volver a tumbarnos un rato bajo Hemisphere. ¡Declaramos el 10 de abril día internacional del flicker!
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