Hace unos años, leí un ensayo muy recomendable titulado La cultura de la copia. No se trata de un libro sobre piratería ni derechos de autor, sino una reflexión exhaustiva en torno a todo tipo de réplicas y la fascinación que nos producen, desde los gemelos a los autorretratos. De todas formas, una de las frases que más recuerdo es precisamente una sobre la propiedad intelectual:
(…) los chinos, para quienes los derechos de autor “eran el regateo de la prostituta por el precio de la vergüenza”. Para el escritor chino, “el que sus opiniones sean copiadas y hechas circular es un motivo de felicidad… Si son impresas y desparramadas hasta los rincones más remotos del imperio, se cruza de brazos y muere como un triunfador. Ha dicho lo que tenía que decir y los hombres han escuchado”.
Hace unos días recordé esta frase a raíz de una información que considero bastante curiosa. Al parecer, en una ciudad de China existe un suburbio llamado Dafen famoso por su industria de la copia pictórica. A principios de los 90, un grupo de unos veinte artistas bajo el auspicio de un pintor y hombre de negocios de la zona, empezaron a especializarse en pintar réplicas de pinturas al óleo clásicas de pintores como Dalí, Van Gogh o Rembrandt. Las copias empezaron a venderse en muchos países a precios bastante bajos, así que cada vez les pedían más. Para satisfacer la demanda, muchos artistas chinos empezaron a emigrar a Dafen. Actualmente viven allí miles de pintores chinos, ‘falsificando’ a jornada completa.
En teoría, lo que hacen no es ilegal, ya que se supone que sólo copian cuadros cuyos pintores hayan muerto hace más de setenta años, con lo cual ya no tienen derechos de autor.
Podéis ver un pequeño documental en YouTube.
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