Hace días que teníamos pendiente un último post sobre la transmediale.09, a modo de resumen, pero también para mencionar algunas cosas que se quedaron en el tintero y que merecen ser recordadas. Creo que lo voy a fragmentar en diferentes aspectos para que no resulte muy largo y pesado, así que empezaremos por los conciertos.
El festival de este año se abrió con Wolfgang Voigt/Gas, del que ya hablamos en su momento, pero desde la perspectiva que otorga hablar de todo lo visto y oído una vez finalizado, diré que fue una de las actuaciones que me resultaron más emocionantes. A pesar de jugar con imágenes prácticamente abstractas, el contenido ofrecía una sensación extrañamente narrativa, con una estética, un ritmo y una atmósfera absolutamente hipnóticos; un verdadero viaje.
Seguiremos por la oferta nocturna del Maria am Ostbahnhof. Yasunao Tone, uno de los artistas más veteranos de los presentes a sus 73 años, nos deleitó con una de las actuaciones más ‘ruidosas’. Era la segunda vez que lo veía en unos meses, y es un placer dejarse llevar por las masas sonoras que genera. El resto de esa noche lo conformaban Evala, Keiichiro Shibuya y Pan Sonic. De Evala puedo decir poco porque llegamos prácticamente cuando se estaba acabando, Shibuya me dejó un tanto perpleja porque tuvo un acceso techno transitorio que no acabé de entender muy bien, y Pan Sonic he de decir que no están tan inspirados como antaño. No obstante, en conjunto, esa noche dedicada al sello ATAK fue una de las más memorables.
La noche siguiente hubo también muchos elementos sonoros de los que hablar. La sesión comenzó con Minibloc, con sus exploraciones sutiles de objetos y mecanismos. Después vimos la actuación de Martin Tétreault con Artificiel, centrada en la manipulación de tocadiscos. Acto seguido, Tétreault volvió a actuar con diez baterías. He de confesar que al entrar y escuchar tanto tambor al unísono pensé que era lo mismo que irse a una procesión de semana santa, pero a medida que se fue desarrollando el asunto llegó a cotas bastante intensas, con Tétreault a los platos generando mucho ruido. La jornada llegó a su fin con Mika Vainio, que nos ofreció lo mejor de sí mismo en una actuación en la que más que escuchar te sentías penetrado por el sonido.
El miércoles llegó el turno de Raster-Noton, que anunciaban una actuación con una configuración de pantallas especial para la ocasión. El caso es que cuando llegamos ya estaba Frank Bretschneider en plena faena, y había tanta gente que fue absolutamente imposible ver nada. Después hicieron su entrada SND, que estuvieron bastante neutros. Alva Noto estuvo tan eficaz como siempre; a veces me canso un poco del bombo que se le da a esta gente, pero lo cierto es que verlo en directo no deja de emocionarme. Byetone estuvo correcto, y después de su concierto salió Alva Noto y tocaron un rato juntos, la gracia del momento fue que se les fue la mano y durante un buen rato se estuvo viendo un trozo de pantalla del Ableton sobre los visuales. Uno de los fallos de la noche, además de las molestias de la muchedumbre (¿a quién se le ocurrió meter eso en la sala pequeña?) y la colocación un tanto inexplicable de una de las pantallas, que al estar en un lateral desaparecía entre tanto gentío y en los conciertos en los que sólo se proyectaban visuales en ella, y no al fondo, te veías obligado a ver las imágenes de reojo o a escuchar el concierto de ‘reoído’.
En la Haus der Kulturen der Welt, cuartel general del festival, también se pudieron ver algunas actuaciones especiales. La Sonolevitation, que como curiosidad no está mal, pero después de cinco minutos pierde bastante interés ver a Evelina Domnitch colocando la lamina de oro una y otra vez. Zimoun y Pe Lang con sus Untitled Sound Objects, un proyecto muy interesante que creo que tiene mucho más sentido en forma de instalaciones que en directo. Ryoichi Kurokawa, uno de los artistas que más curiosidad me despertaba porque nunca lo había visto en directo, me dejó totalmente indiferente tanto a nivel musical como visual, rozando por momentos la ñoñería absoluta. Y finalmente, Telcosystems, que ofrecieron un concierto muy coherente y cuidado, infinitamente más seductor que lo de Kurokawa.
Más allá de todo esto, casualmente nos topamos con un concierto de John Wiese; quizás el concierto más corto de mi vida, pero este ruidista también merece ser nombrado.
Podéis encontrar vídeos de muchos de los conciertos en la cuenta de Vimeo.
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