Thomas Alva Edison y Beethoven eran sordos. Alva Edison tenía que morder su fonógrafo en 1890 para poder oir lo que grababa, y beethoven mordía su piano, con una tela enganchada a él, escuchaba con sus dientes.
Evelyn Glennie también nos dío una lección en su día acerca de cómo es posible enfrentarse al mundo sonoro sin oídos y ahora este colectivo le da una vuelta de tuerca: han montado una Rave para sordos.
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