Ha pasado ya una semana desde que acabó Sonic Acts y varios problemas con el acceso a la red me han mantenido alejado de estas páginas para poder subir el material generado y comentar algo sobre el festival, que aún estoy digiriendo.
Esta edición se tituló «The Cinematic Experience» y se planteó como objetivo explorar los límites hacia los que se extienden los trabajos con este medio, reflexionar acerca de las características propias de la experiencia fílmica y tratar de vislumbrar hacia dónde llevan los últimos avances tecnológicos.
En la web del festival un equipo de bloggers ha estado escribiendo reseñas sobre cada uno de los eventos y aún siguen subiendo algunas crónicas, así que os remito a su sección de reportes oficiales para obtener una información exhaustiva, pues son muchas las cosas que ocurrieron y yo me limitaré tan solo a hacer unos ligeros comentarios sobre la programación en general y mostrar brevemente algunas de mis impresiones.
El programa de conferencias destacó por la variedad de aproximaciones dentrod el tema escogido y en el se habló de cuestiones como live cinema, interactividad e inmersión, el cine como máquina de sueños, los orígenes del medio y sus predecesores como el diorama por ejemplo. Se analizaron conceptos como lo real y lo ilusorio en el cine o la interferencia sensorial y el funcionamiento de la percepción audiovisual en nuestro cerebro.
La directa estimulación sensorial fue un tema muy presente, no solo en las conferencias, pues también se programo por ejemplo una sesión de proyecciones dedicada a los flickering films, encabezada por el clásico The Flicker (1965), de Tony Conrad y la exhibición en el Netherlands Media Arts Institute (abierta hasta el 22 de marzo) incluyó varios trabajos que juegan estímulos directos hacia el cortex cerebral y con la percepción audiovisual más sutil y extrema, como los de Ulf Langheinrich o Kurt Hentschlager, que también participaron en los paneles. Estos dos artistas trabajaron durante algunos años como duo como Granular Synthesis. Recordamos que Hentschalger es el autor de FEED, una experiencia a medio camino entre una instalación y un live performance que incluye niebla, estroboscopios y feedback, muy dificil de describir con palabras y que lleva un par de años rodando por algunos festivales tras ser estreneada en la Bienal de Venecia en el 2005. La vivimos en la última edición de Sónar y tras una segunda experiencia en el festival STRP en noviembre, la sigo describiendo sencillamente como una de las experiencias más alucinantes a las que asistí. También nos enteramos de que en mayo estrenará ZEE, otro trabajo en el que emplea recursos similares que promete ser igualmente interesante. En cuanto a Ulf Langheinrich, esta fue la primera vez que me acerqué directamente a su trabajo en solitario. Recientemente se incluyó su mega-instalacíón Hemisphere en la fabulosa (según nos han contado varias fuentes) exhibición «From Spark to Pixel», que estuvo instalada en la Martin Gropius Bau en Berlin hasta el pasado 14 de enero. En Sonic Acts presentó dos instalaciones, Soil (2005) y OSC (2006) y Drift (2005), un film en alta definición proyectado en una configuración estandar de un cine de pantalla grande. Una pieza bastante representativa de todo su trabajo anterior y que ofrece una experiencia cinemática abstracta basada en un un flujo contínuo de imagenes en un proceso de constante y lenta metamorfosis que crean patrones que confunden la percepción y un sonido envolvente y con frecuencias subgraves, creando una sensación hipnótica y muy potente.
Hipnóticos y potentes son también los drones sobre los que se habló en un panel titulado «The Defeat of Time» que tuvo lugar el primer día del festival, que si bien no abordó con mucha rigurosidad el tema (la información prometía una discusión acerca de cómo esta música altera la percepción del tiempo) si que funcionó como una amena introducción a la drone music, con ejemplos ilustrativos y reflexiones personales y anécdotas varias de los participantes, que fueron Mike Harding (director del sello británico Touch) y los artistas Joachim Nordwall y CM Von Hausswolff, que la noche anterior participaron en un evento de cuatro horas junto a Mika Vainio, Hildur Gudnadöttir, C. Spencer Yeh y BJ Nilsen, bajo el nombre colectivo The Drone People en Paradiso, el club donde tuvieron lugar las actuaciones del festival. Ese mismo fin de semana The Drone People realizaron en Estocolmo un evento de 24 horas ininterrumpidas de drone-performances, que congregó a doce artistas participantes.
Siguiendo con el apartado de actuaciones, vimos a gente como Pita, a la legendaria banda alemana Cluster, que se reunió de nuevo en el 2007 tras diez años de inactividad pública, Pomassl (con los visuales de Nikita Tsymbal), con una cuanto menos curiosa performance (ver video) o Signal, el conocido trio buque insignia del sello Raster-Noton formado por Olaf Bender, Frank Bretschenider y Carsten Nicolai, con una performance audiovisual muy potente, en su linea habitual y con una estética al estilo Kraftwerk en vestuario y presentación.
El último día del festival la noche en Paradiso se dedicó al Acousmonium, que es un sistema de difusión sonora diseñado en 1974 por François Bayle, usado originalmente por el Groupe de Recherches Musicales (GRM) en Radio France. Este sistema incluye unos 80 altavoces de distinto tipo, características y dimensiones, distribuidos a varias alturas y distancias alrededor de la audiencia y sobre todo sobre el escenario. El sistema se usa para difundir (sound projection) piezas electroacústicas y acusmáticas. En Sonic Acts se escuchó una selección de piezas de compositores como Berdard Parmegiani, Michel Chion, Pierre Schaeffer, Pierre Henry, Ivo Malec y François Bayle entre otros, y también las actuaciones en directo de Hans-Joachim Roedelius (miembro de Cluster), Christian Zanesi, Christian Fennesz y Kasper T. Toeplitz interpretando una pieza especialmente creada para él por Eliane Radigue. No es muy frecuente poder escuchar el Acousmonium en funcionamiento (desconozco si en Paris suele estar instalado permanentemente), pero el GRM cumple este año su 50 aniversario, motivo por el cual planean una serie de eventos por todo el mundo, así que atentos, porque según parece llevarán este sistema de gira.
Por último, dentro del apartado live cinema (que nos interesa especialmente por aquí), el sábado la programación del festival ofreció una «noche de experiencias cinemáticas y proyecciones especiales con viejos y nuevos heroes del avant-garde audiovisual». Los viejos heroes supongo que fueron Bruce McClure, que realiza performances usando varios proyectores de 16mm modificados (que estuvo por Arteleku impartiendo un workshop hace tan solo unos meses), y cuya actuación nos perdimos por el odioso desdoblamiento con la mitad de las performances sucediendo en paralelo en dos salas distintas, y Ken Jacobs, con su «Reverberant Silence: Nervous Magic Lantern Performance», que con una aproximación similar basada en tecnología rudimentaria, como es una linterna mágica, nos pareció simplemente genial.
Esa noche también se proyectó Drift, mencionado más arriba, y además de a Bruce McClure, nos perdimos la performance Circo Ipnotico del colectivo italiano Otolab y la de su compatriota TeZ, que presentó PV868, un trabajo basado en la interferencia sensorial que citábamos antes, usando flickering video y un sistema cuadrafónico para el sonido, explorando el fenómeno de los binaural beats.
Otro de los protagonistas fue Ryoichi Kurokawa, cuya performance audiovisual, minimalista y muy compleja a la vez, nos dejó una vez más bastante encantados con una continua sucesión de imagenes y sonidos perfectamente sincronizados que hacían dificil apartar los ojos de la pantalla. Y por último, con D-FUSE, colectivo muy conocido en esto del live video y el fenómeno vj, que presentaron Latitude, basado en footage grabado en China. Era la primera vez que asistia a un live de este colectivo y personalmente esperaba bastante más de este trabajo en particular tras haber leido sobre él y haber visto el trailer, sobre todo en cuanto a la ejecución audiovisual en directo, que me pareció excesivamente precocinada, ya que supongo que por la naturaleza narrativa y más figurativa del material visual empleado, esperaba de algún modo más acción en el montaje y la edición en directo, y la cosa según mi impresión no fue mucho más alla de reproducir la pieza con leves modificaciones por lo que pude advertir al observar un rato sus movimientos y el timeline de Ableton Live y los DVDJS que lanzaban el video.
En torno al live cinema, reciente concepto que aún no figura siquiera en la Wikipedia (¿alguien se anima?) habló Douglas Kahn (conocido sobre todo por su genial libro Noise, Water, Meat: A History of Sound in the Arts) en un keynote que con el título «The Conditions of Live Cinema», sugería un interesante análisis por parte de este reconocido autor de las prácticas audiovisuales contemporaneas, sobre las que ya alguna gente está empezando a teorizar y escribir, como Mia Makela en sus textos o en el último número de la publicación A Minima. Sin embargo, en lugar de hacer un chequeo de lo que está pasando, Kahn se mostro crítico y escéptico y expuso muy académicamente algunas bases de lo que él entiende como live cinema, con puntos interesantes pero que no quedaron del todo claros en mi opinión, pero lo que si transmitió nítidamente es que no le gusta demasiado lo que actualmente se está haciendo utilizando esta etiqueta y que tampoco catalogaría como live cinema los live performances basados exclusivamente en material abstracto o los visuales generados en tiempo real a los que podríamos poner el tag de sinestesicos, ni en ningún caso las habituales configuraciones dj/vj, refiriendose al vjing en general como «sofisticados shows de luces». De algún modo, y un tanto por eliminación, creo que su visión se basaría en una única persona encargándose de editar en tiempo real sonido e imágenes pregrabados de manera de algún modo visible para al público, pues hizo constantes analogías entre las posibilidades que supuso la aparición de la grabación sonora para pasar de la composición a la performance y las que se abren gracias a la tecnología para el campo visual y también hizo referencias al performance como una «actividad atlética» (citando a Artaud). Aunque suscitó el debate y la reflexión, creo que para muchos no quedó definidio del todo su punto de vista (resumido en parte en que el live cinema está aún por llegar), a juzgar por cierto alboroto y comentarios entre la audiencia, aunque no hubo tiempo para las preguntas por problemas de timing y quedó lamentablemente suspendido la que quizá hubiera sido una interesante discusión.
Por último, decir que el festival ha hecho un buen trabajo editando en colaboración con Cimatics una publicación de casi doscientas páginas con entrevistas y artículos en torno al tema de este año, que puede adquirirse online. También os remitimos de nuevo a la creciente información que estan publicando en su web. Parece que van a ofrecer también las grabaciones de los livestreams que ofrecieron con las conferencias y quizá de algunas performances, aunque todavía no están disponibles.
Nuestras imágenes y videos del festival ya están online.
** Acousmonium en Sonic Acts XII (Paradiso, Amsterdam)
joder qué buena crónica, Live Cinema… ese concepto me genera dudas aunque parece que hay quien lo tiene bastante claro… habrá que pensarlo yo de momento no lo veo my diferente (en la actualidad) para con el Vjing
las practicas audiovisuales «en tiempo-real» (esto del tiempo-real también daría para discutir y divagar un buen rato) son muy variadas y quizá tampoco hay que mezclar «churras con merinas» , aunque haya herramientas o foros comunes y similaridades muy claras. yo creo que cuando la cosa crezca y el mercado y las estructuras sociales empiecen a metabolizar, pues aparecerán AÚN MAS subdivisiones, nichos y «escenas», como ha estado ocurriendo con toda las practicas artísticas, en particular con la música y el arte sonoro…
… desde luego que el cine sin cámara (con proyectores de 16mm), el remix de feature fims, los visuales generativos abstractos con processing (x poner un ej), o el clubbing vj de sabado noche 6h con el dj turno no son lo mismo, ni falta que hace… aunque live y cinema son tags que probablemente les podriamos poner a todos… al igual que a tarkovski, brakhage, spielberg, marker o john waters les encajaría lo de cinema… y a stockhausen, ritchie hawtin, merzbow, alva noto o daft punk música electrónica.. o no??
,))
lo mismo lleva ocurriendo más tiempo con las «discusiones» en torno arte sonoro – musica electroacústica – experimental, etc… al final a veces se trata más del contexto y el nicho socio-cultural donde «viven» estas practicas, que de otra cosa.. aunque esto abre otros asuntos…
personalmente encuentro fascinante la variedad y en cualquier caso al final las palabras y etiquetas sirven como herramientas para entendernos y navegar un poco…. pero consumidas en exceso o entendidas con demasiada RIGIDEZ a veces crean malos rollos que creo que nos distraen de lo que realmente importa, aunque desde luego que es muy entretenido intentar ponerle puertas al campo y jugar con el lenguaje y los conceptos…
y volviendo a Douglas Kahn, fue un poco shock eso de escuchar que no hay live cinema en el panorama… jaja… me resultó un tanto dificil seguirle al 100%, pues el tipo leyó su ponencia a toda caña, escrita en un estilo muy académico… no comparto la forma en que se expresó y desde luego que vi un tanto simplistas algunas de sus opiniones, aunque está claro que se quería centrar en decir ciertas cosas y en 45min no da tiempo a todo…. por otro lado comprendo su punto de crítica y me parece interesante en cierto modo… en cualquier caso, espero leer algún artículo suyo elaborando más sobre el tema y volver a escuchar con más atención su postura si es que acaban colgando el streaming… me quedé con muchas ganas de preguntarle qué opina x ej del trabajo de los Light Surgeons, que no es que sean los únicos ni muchisimo menos, pero tras la única vez que les vi hace años en Madrid, si que me parecieron un buenisimo ejemplo de algo que se podría llamar claramente Live Cinema…
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hola socios, fantástica crónica
abrazo
chiu