Hace un par de semanas visité el festival STRP, que durante tres días ocupó un reconvertido edificio industrial situado en la ciudad holandesa de Eindhoven.
La extensa programación reunió una amplia gama de propuestas bajo el denominador común arte + tecnología, que se presentaron en los formatos habituales: una exhibición con un buen número de instalaciones basadas sobre todo en su interactividad con el público, workshops abiertos donde se mostraron entre otras cosas experimentos sencillos de circuit bending, unos cuantos playlists con selecciones de videoarte, animación, cine, etc, algunas conferencias y presentaciones, y un suculento menú de performances de live cinema, conciertos y sets dirigidos a la pista de baile.
Tras pasar por allí unas 14 horas saltando de sala en sala, al volver a casa me quedó esa sensación agridulce presente tras algunos de estos festivales, ya no motivada por la infoxicación tras ser expuesto a un gran número de propuestas en apenas unas horas, lo que según cuenta alguna gente les hace recelar de este tipo de eventos con un menú tan amplio, sino por los problemas que surjen en la recepción y el disfrute de muchas de las obras a causa de que las interferencias que se producen entre ellas al compatir un mismo espacio, aunque sea grande. El mayor problema es la competencia por el espacio sonoro, algo que puede resultar obvio pero que parece que aún no se gestiona demasiado bien aún en eventos donde el interes por este medio está tan presente, y provoca situaciones como que una presentación de resultados de los alumnos de un workshop (realizada por Scanner en este caso) tenga lugar a pocos metros de una instalación como Motor Karaoke (donde gritar hasta quedar afónico es precisamente en lo que se basa la interacción), o que una conferencia se celebre a pocos metros de una performance donde el silencio y los sonidos mínimos juegan un papel importante. Todo esto puede dar lugar a alguna situación anecdóticamente divertida, pero sobre todo conduce a que los trabajos pierdan efectividad y sean alterados radicalmente por el contexto y causa la frustración natural de aquellos que intentan disfrutarlos con interés.
Es un tema en el que entran varios factores en juego, muchos de ellos técnicos, como la construcción y el diseño de espacios o el uso de materiales aislantes y un largo etcétera, pero sobre todo parece más una cuestión de sentido común y planificación previa de aquellos encargados de programadores y organizadores. Y cuando hay que adaptarse a un espacio dado, pues quizá es mejor no simultanear según que cosas bajo un mismo techo.
Todo esto afortunadamente no fue lo único a reseñar del festival (aunque si merece ser puesto en evidencia) y pese a que sólo pudimos asistir un día, disfrutamos de cosas muy interesantes, entre las que destaco los dos trabajos incluidos en el festival de Edwin van der Heide, artista holandés centrado en lo sonoro, que participo con Pneumatic Sound Field, una instalación estrenada en el festival Sonambiente 2006 que se basa en la percepción del espacio, el ritmo y la altura del sonido; y también con Laser Sound Performance, donde explora la relación entre el sonido y la representación tridimensional de imágenes mediante el empleo de lasers, tomando como punto de partida las conocidas como figuras de Lissajous, descritas en 1815 por Nathaniel Bowditch.
Otra performance que destacó por su originalidad y la deliciosa mezcla de elementos fue ATOM, de Christopher Bauder y Robert Henke (del que hablamos hace poco aquí), que se basa en el control simultaneo de globos de helio, sonido y luces, con lo que se crean unos patrones espaciales realmente interesantes.
Las piezas sonoras presentadas en el sistema «The 192 Loudspeaker Experience» fueron otro de los puntos de interés del festival, aunque de eso hablaré detenidamente en un próximo teletipo (para los impacientes, ahi va este post y unas imágenes). En el apartado de live cinema descubrí el trabajo de los italianos Echran, que presentaron un trabajo construido en gran parte con fragmentos reprocesados de algunos filmes del director Andrei Tarkovsky y en ambientes sonoros muy oscuros, rítmicos y cinemáticos (aquí una entrevista).
Y por último, me atrevería a decir que sin duda lo más impresionante para los afortunados que pudieron asistir a alguno de los dos pases que se realizaron de la misma, fue la performance inmersisva FEED del austríaco Kurt Hentschläger, que ya apareció en estas páginas con motivo de la última edición del Sónar 2007, donde también se presentó, así que no me extenderé en tratar de explicarla con palabras, pues en su web están todos los detalles técnicos, pero si insistiré en recomendarla con entusiasmo como una de las experiencias audiovisuales y perceptivas más impresionantes a las que he podido asistir hasta el momento.
Aquí las imágenes «oficiales» y mi crónica visual del festival:
[STRP @ flickr]
[STRP Festival 2007 photoset]
[STRP Festival video playlist at dailymotion (17 videos)]
**Jiacong Yan (USA) – Whisper
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