Desde que Bainbridge Bishop patentó su «órgano de color» en 1877, muchos artistas e inventores han estado trabajando en la creación de un arte de la luz similar al antiguo arte del sonido-música.
En sus inicios, este trabajo pionero se enfrentó al obstáculo de la desafortunada y totalmente infundada creencia de que cada color se corresponde categóricamente con una nota musical. No obstante, los artistas de la luz de los últimos años la están tratando como medio independiente para la expresión estética, no más relacionado con la música que con la pintura o la escultura. Los factores básicos son la forma, el color y el movimiento, según la teoría del Sr. Thomas Wilfred, un artista de la luz que ha convertido sus sueños en las aplicaciones prácticas con las que ilustramos este artículo. Wilfred ha diseñado un inteligente teclado con el que se puede controlar una iluminación de cualquier tipo con tanta delicadeza que permite al artista expresarse a través de la forma, el color y el movimiento.
El hotel Sherman de Chicago quería una decoración móvil para su salón de baile lo suficientemente flexible como para permitir realizar cambios rápidos para diversas funciones. De ese modo, el salón se podría utilizar para un recital de piano ambientado en un patio griego; para el almuerzo del Rotary Club serían apropiadas unas ruedas giratorias, su conocido símbolo; para un club de té de mujeres vespertino, se podría decorar con formas móviles diáfanas de naturaleza puramente abstracta; por la noche se podría convertir en un jardín persa, cambiando y abriendo lentamente vistas de una belleza cautivadora.
Nuestra primera ilustración muestra los medios con los cuales se logra todo esto. El salón de baile tiene un acabado de yeso blanco plano, sin rastro de decoración, que será proporcionada exclusivamente a través de proyecciones de luz. Las decoraciones se archivan como discos fonográficos y están disponibles al instante. La cámara de proyección suspendida ocupa parte del techo real y tiene debajo su propio techo. Este techo está decorado con formas móviles proyectadas procedentes de instrumentos ocultos en la pared. Los enormes instrumentos de proyección colocados en semicírculo apuntan a todos los puntos de las paredes blancas. Debajo, en una cámara pequeña, está el teclado desde el que el operador maneja la vista de todo el salón. La cámara de proyección no necesita operadores, ya que los efectos de luz se controlan con el teclado. La cámara de proyección está rodeada de una pista desde la que los bailarines pueden generar sombras de sí mismos sobre las paredes.
Para mejorar aún más las imágenes proyectadas, hay instalado un sistema de iluminación con focos en el extremo de la pista y un sistema de tubos de neón indirecto que proyecta luz al falso techo. El techo real no se ve, ya que está pintando de negro y no se proyecta luz sobre él, lo que lo diferencia del techo falso o suspendido. El efecto es el de un gran ciclorama, pero la superficie real desaparece totalmente gracias al sistema de proyección tridimensional utilizado. La ilusión tridimensional se consigue utilizando un nuevo principio óptico.
Uno de los efectos que se puede obtener es, por ejemplo, una selva tropical. A través de los espacios entre los enormes troncos de los árboles se puede ver maleza tropical, flores, el cielo y el agua moviéndose constantemente y cambiando de forma y de color. Otra posibilidad es una catedral con la luz del sol entrando a través de una serie de vidrieras. Utilizando simplemente la decoración, el salón se puede cubrir completamente de formas abstractas que parezcan tridimensionales, avanzando y retrocediendo rítmicamente. O quizá podría ser una ciudad moderna con torres, grúas, vigas y puentes semiabstractos balanceándose y moviéndose. O, si el operador lo desea, puede haber una fantasía oriental que sugiera Las mil y una noches, con movimientos de festones enjoyados entre minaretes y torres de cristal.
Cuánta poesía ha sido inspirada por la chimenea de antaño, que ahora ha sido reemplazada en gran medida por el aburrido radiador de vapor o el poco convincente tronco de gas. El encanto de contar historias alrededor del fuego está tan extinguido como el dodo, y la bombilla eléctrica no ha inspirado a ninguna musa poética. Sin embargo, ahora podemos coger esa bombilla y hacerla hablar elocuentemente del «material del que están hechos los sueños» gracias a un nuevo instrumento para uso doméstico. Lo único que tiene que hacer es abrir las puertas, que ocultan una pantalla curva, escoger un disco en el cajón, colocarse el pequeño teclado sobre el regazo y un mundo de simulación será suyo.
Utiliza unos discos de cristal coloreado que giran a diferentes velocidades mientras se proyectan luces sobre el fondo de la pantalla desde arriba, con focos en miniatura de los tres colores primarios controlados por el ejecutante. Hay once botones que permiten que el ejecutante modifique las formas y colores proyectados a través del disco, que se mueve lentamente para aumentar o reducir su tempo a voluntad. También puede «congelar» una forma transitoria que le guste, durante tanto tiempo como desee.
Estos armarios están diseñados para encajar con la arquitectura y decoración de cualquier habitación. No ocupan más espacio que una radio o un fonógrafo modernos. Son autónomos, solo necesita conectarlo a una toma de corriente, como cualquier otro aparato eléctrico. Cuando se ve el efecto por primera vez, es extraordinario. Puede dar un «recital de color» casero con él.
Con nuestros nervios sacudidos por el ruido, parece lógico buscar el entretenimiento a través de la belleza silenciosa. Incluso podemos imaginarnos, con el Sr. Wilfred, grandes templos de luz donde la gente podrá encontrar un lugar de silencio, con la luz como único lenguaje de la belleza.
«Color-Harmony Introduces a New Mode of Expression», Scientific American, junio de 1930.
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