Es sabido que en dos mil dieciséis el Dadaísmo ha cumplido un siglo. Uno. Pero no estoy aquí para hablar del movimiento de tan solo cuatro letras y que tanto ha dado que hablar y pensar en estos cien años, sino para recordar, o tirar de la cuerda, del hilo o si cabe, grabar, de forma concisa, o in nuce, lo que ha re-generado sonoramente a su paso. Rec.
Año Cero. Hugo Ball publica un cuaderno, donde dice que «esta iniciativa debe caracterizar la actividad y los intereses del cabaret, que pone toda su intención en recordar, más allá de las guerras y de las patrias, a los pocos independientes que viven otros ideales.» Estas fueron las elocuentes palabras del mismo Hugo Ball, re-publicadas en este mismo año, dos mil dieciséis, desde Cuenca en el libro homónimo de cuatrocientas páginas llamado Cabaret Voltaire. Así empezó todo:
“Por favor, señor Ephraim, deme su sala. Quiero abrir un cabaret.” El señor Ephraim estuvo de acuerdo y me dio la sala. Y fui al encuentro de algunos conocidos y les rogué: “Por favor, deme un cuadro, un dibujo, un grabado. Quiero unir una pequeña exposición a mi cabaret.” Fui a la amable prensa zuriguense y le rogué: “Publiquen ustedes algunas notas. Se abrirá un cabaret internacional. Queremos hacer bellas cosas.”
Cabe recordar, en este punto, las palabras del mismísimo Miguel Blesa de la Parra, cuando era Presidente del Patronato de la Fundación Caja Madrid en dos mil dos, al referirse en este catálogo (pdf) a los ismos de Ramón Gómez de la Serna:
«Nuestro refranero ofrece algunas frases muy socorridas para excusar los retrasos si el objeto es al fin alcanzado, de manera que podemos todos felicitarnos por hacer de la necesidad virtud y memorar debidamente la figura del “Ramón” por antonomasia de nuestra cultura.»
Congratulémonos, pues, de las celebraciones y celebremos, ante todo, los ismos de Ramón (monoskop – pdf), sin olvidar hacer el Mussolini o en inglés «Do the Mussolini«, como bien nos explica el mismísimo Chris Watson en este otro video cuando el Cabaret Voltaire giraba sin parar.
Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada Dada
Cien años Dada. Cien. Cien veces Dada. Da-dan para mucho. Desde el Karawane del otra vez mismo Hugo Ball en mil novecientos dieciséis, pasando por los manifiestos y revistas, hasta el Número Uno de Cabaret Voltaire (pdf), editado por siempre el mismo Hugo Ball y publicado en Zurich en aquel año cero. Todo recapitulado gracias a Ubu, sin olvidar en inglés, «You be you», letra por letra.
Y como dice el refrán: no hay dos, sin tres. Cuando Francis Picabia publica Cannibale en París en mil novecientos veinte (pdf) no puede imaginar, ¡quién sabe! o al menos nosotros no lo sabemos, que desde Cuenca y siete años antes de su centenario, José Antonio Sarmiento publicaría en una versión facsímil de la homónima publicación pero traducida al castellano y acompañada por un estudio introductorio del mismísimo profesor. Y así, podemos seguir hasta los ciento sesenta y ocho dardos dadá, también publicado este mismo año por las mismas personas desde el mismo sitio, Cuenca, sin duda, Capital Sonora del Dada… Felicidades!
Nota: Esta foto no está tomada en Cuenca, sino en Zurich.
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