Ayer, The Sydney Morning Herald publicaba una breve entrevista con Brian Reitzell —compositor y exbaterista de Redd Kross— en la que dice algunas cosas muy interesantes sobre su trabajo para la serie Hannibal, que voy a repetir una vez más que es lo mejor que ha pasado a nivel de diseño sonoro en la televisión.
Si no habéis visto la serie, os animo a verla y, sobre todo, a ESCUCHARLA, prometo que después del procedimental que es la primera temporada se vuelve todo cada vez más abstracto, retorcido, ruidoso y turbador. Hannibal es un viaje a las profundidades del «ello», donde la ética —lo figurativo, lo lineal— va difuminándose para dejar paso a la estética —visual y sonora—, a lo sublime de la seducción abismal (el canto de la sirena…).
El año pasado, ya hablé largo y tendido del diseño sonoro de Hannibal y de la particular relación que establece con lo sonoro en todos los sentidos, desde los diálogos a la música, pero vuelvo a insistir en el tema al hilo de esta entrevista en la que Reitzell hace algunos comentarios muy impropios de compositor de serie de televisión.
En primer lugar, como destaca el artículo en cuestión, Hannibal es uno de los pocos productos de suspense/horror que huye de los típicos golpes de violín que te hacen saltar de la silla en favor de algo mucho más indefinido e inquietante. Como ejemplo, Reitzell habla sobre un péndulo de Newton que utilizó para la tercera temporada:
Era de mi hija, pero lo rompí durante el proceso (…) Crea ritmos muy interesantes, es como un Aphex Twin instantáneo.
Que un compositor de serie de televisión mencione a Aphex Twin es algo muy inusual, pero es que además se da el caso de que hace unos días Óscar Brox —escritor, coeditor de Détour y coordinador de Miradas de Cine— me comentaba que en uno de los últimos episodios hay un sonido de canicas similar al del Bucephalus Bouncing Ball de Aphex Twin, un paralelismo en el que yo no había pensado pero que está claro que no es casual.
En la «música» de Hannibal hay constantemente capas y más capas de sonido, un trabajo de texturas muy complejo que solo se me ocurre comparar con lo que hizo Lynch en Cabeza borradora (Lynch es precisamente una de las inspiraciones que suele mencionar Bryan Fuller, creador de la serie, junto a David Cronenberg y Dario Argento). Tanto en Hannibal como en Cabeza borradora hay escenas en las que se escuchan docenas de pistas de sonido al mismo tiempo.
Reitzell afirma que sigue los principios de la música concreta, mezclando sonidos naturales con grabaciones distorsionadas:
Cuando mis padres se divorciaron, yo quería pasar todo el rato tumbado en el garaje escuchando la lavadora y la secadora. Era un sonido ruidoso, inmersivo, variable. A mí me parecía música. Todos esos sonidos [el océano, los pájaros, el zumbido de los insectos, el traqueteo de la secadora] son psicológicos, yo solo intento «sintonizarlos».
El elemento psicológico es fundamental, porque lo que hace Reitzell es subrayar y transmitir la psique de los personajes, en lugar de usar la música de manera melodramática para afectar a las emociones del espectador.
En la primera temporada había más sonidos encontrados, ahora Reitzell está trabajando más con objetos cotidianos, desde pelotas de ping pong a cubos. Aunque este tipo de elementos se usen mucho para temas de foley, en este caso no estoy hablando de los efectos sonoros, sino de la música en sí. Por eso Reitzell menciona entre sus influencias a gente como John Cage, Morton Feldman o Aphex Twin, porque lo de Hannibal no tiene nada que ver con ningún compositor de bandas sonoras para cine o televisión.
Hannibal es esa serie que empezó siendo una especie de CSI Baltimore con mejor diseño visual y sonoro y terminó siendo un cruce loquísimo entre Cabeza borradora, Inseparables, Suspiria, El ansia, etc. Como dice Fuller: «No estamos haciendo televisión. Estamos haciendo una película artística pretenciosa de los años ochenta».
Blanca Rego, muy buen artículo y muy buenas referencias. Me alegra que se relacione directamente, sin parcelas estancas, el diseño de sonido, el arte sonoro, la electrónica y la música concreta.
En España y en otros países también hay profesionales, entre los que me incluyo, que están andando este camino pero con muchas dificultades para que sean aceptadas las formas y maneras de transmitir junto con los tiempos de desarrollo y con escasa repercusión debido a que el tamaño de la obra audiovisual es lo que la pone en el foco, como es el caso de Hannibal.
Lo que sí se ve cada vez más claro es que esta es una vía muy interesante para el diseño de sonido y el arte sonoro dentro del amplio campo audiovisual , siempre estuvo ahí, indefinido, entre la música y el fenómeno acústico.
Salud,
Muchas gracias, José. Yo nunca he entendido por qué se compartimentan tanto ciertas cosas. Creo que es un poco lo mismo que pasa con la división radical que se establece entre cine «tradicional» y cine experimental, como si fueran dos medios distintos cuando en realidad son parte de lo mismo.
Diría que parte del problema es que el diseño sonoro, el arte sonoro y la música electrónica y concreta tienden a huir de las estructuras musicales clásicas, y la mayoría de la gente no acepta la «abstracción» en el cine y la música, cuando en pintura, por ejemplo, está más que aceptada y asimilada.
Lo que comentas da para mucho y sería muy interesante desarrollarlo. Considero que hoy en día existe una falta de amplitud generalizada en todos los campos debido a diversos factores culturales. Es cierto lo que dices, a la gente ( y cada vez a más creativos) les cuesta la abstracción ya que exige un bagaje o un aprendizaje y un esfuerzo extra y ¿cómo se va a dar esto si gran parte de la televisión y del cine emite una serie de clichés tan sumamente manidos y repetidos que no se necesita realizar ni un mínimo esfuerzo intelectual? Y no solamente en el audiovisual pasa esto. En la escultura, por ejemplo, la moda en las ciudades de poner figuras de bronce con personajes reconocibles y realistas para que la gente se fotografíe junto a ellos, etc., se salta todas las vanguardias de la escultura del siglo XX, ni abstracción ni ninguna que no sea el más puro realismo decorativo (véase el ejemplo del barrendero: en Madrid http://bit.ly/1Il49rc, en Getafe http://bit.ly/1IemvE5, en Torrelodones http://bit.ly/1IemDDv, en Costa Rica http://bit.ly/1Mkx12H, en Rusia y demás países http://bit.ly/1Kky0k5)
Si en la vida cotidiana faltan variedad de propuestas, la educación artística está en proceso de desmantelación, bajo mínimos, desde años atrás y desaparece el interés en lo diferente por desconocimiento ¿qué podemos esperar? Además existe una barrera extra que tiene el sonido con respecto a lo físico de otras artes: el sonido es puramente psicológico con lo que esto conlleva.
En nuestra sociedad angustia lo que no se conoce por lo que lo único que nos queda es seguir haciendo, pensar libremente, no seguir la norma sin que nos importe en muchos momentos ser excluidos y divulgar y educar. Tal vez, algún día, seamos una amplia minoría.
Estoy de acuerdo con todo lo que comentas, pero a veces pienso que en realidad la abstracción (al menos en ciertos sentidos, como la música noise) es algo más psicológico-emocional que intelectual y que lo que realmente exige un bagaje y un aprendizaje es la fórmula, el cliché, da igual que sea sonoro o visual. Lo que pasa que tenemos tan asumidas las estructuras «clásicas» musicales, cinematográficas, etc. que la mayoría de gente percibe como más rebuscado e intelectual el noise o lo abstracto que lo «tradicional», que en realidad es infinitamente más rebuscado.