En 1949, el escritor británico Roald Dahl publica en The New Yorker una historia corta titulada «The Sound Machine» centrada en un hombre obsesionado con escuchar las frecuencias inaudibles para el oído humano, lo que habitualmente se conoce como infrasonidos y ultrasonidos.
—El oído humano… Ya sabe que no puede escucharlo todo. Hay sonidos tan graves o tan agudos que no puede escucharlos.
—Sí —dijo el doctor—. Sí.
—Bueno, hablando muy aproximadamente, no podemos escuchar cualquier nota tan alta que tenga más de 15.000 vibraciones por segundo. Los perros tienen mejores oídos que nosotros. Ya sabe que puede comprar un silbato cuya nota sea tan aguda que no pueda oírla en absoluto, pero un perro puede oírla.
—Sí, lo he visto —dijo el doctor.
—Claro que lo ha visto. Y más arriba de la escala, más alta que la nota de ese silbato, hay otra nota, una vibración, si le gusta más, pero yo prefiero pensar en ella como una nota. Esa nota tampoco la puede oír. Y por encima de esa nota hay otra, y otra, subiendo en la escala por siempre jamás, una sucesión de notas eterna… Un infinito de notas… Hay una nota, que nuestros oídos no pueden escuchar, tan aguda que vibra un millón de veces por segundo, tan lejos como llegan los números, que es infinito… la eternidad… más allá de las estrellas.
La historia, que se puede encontrar en diversas recopilaciones de cuentos de Dahl, se centra en la invención de un aparato que permite escuchar esas frecuencias inaudibles, con inquietantes resultados, como ya se puede imaginar cualquiera que haya leído a Dahl. En 1981, se adaptó para televisión dentro de la serie Tales of the Unexpected, en una versión que difiere un poco del cuento original en diversos aspectos.
En castellano, la historia está editada al menos en una ocasión, en Cuentos completos. Edición definitiva de Alfaguara. También puede encontrarse online tanto en inglés como traducida.
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