Como otros ámbitos de lo aural, el del sonido locativo está evolucionando y transformándose, ganando en precisión y sentido de funcionalidad. Si bien, a principios de los 2000, el acceso de APIs de servicios en línea como Google Maps abrieron la posibilidad de geolocalizar objetos sonoros y armar unas narrativas cartográficas básicas, en la actualidad un proyecto de sonido locativo tiende a tomar estas premisas narrativas no como un objetivo en sí mismo, sino como una herramienta. Hay buenas razones para ello. En poco menos de década y media, en nuestro día a día cotidiano, hemos pasado de maravillarnos ante la utilidad de estos servicios en línea a acusar las consecuencias de encontrarnos permanentemente geolocalizadas. Hemos adquirido una mayor conciencia de los efectos de esta condición cara a nuestras relaciones de producción de conocimiento y poder, y también hemos visto cambiar nuestras relaciones con el espacio social y urbano a consecuencia de todo ello.
De ahí el interés de proyectos como el recién inaugurado Cuidadoras de Sonidos. Bajo el lema de Escuchar, grabar, ficcionar los sonidos de la ciudad, lo que se proponen no es iniciar otro proyecto de mapa sonoro de la ciudad de Madrid, sino, más bien, ahondar en el potencial del sonido locativo y de la narrativa cartográfica para repensar/reimaginar/escuchar nuestro espacio social, político, y urbano. El proyecto parte de las premisas de trabajo colaborativo, circulación libre (tanto de contenidos como de las herramientas por desarrollar, dejando atrás las garras de Google a favor de Open Street Maps). Pero, sobre todo, se parte de la noción de que los actos de escucha y registro sonoro son, por encima de todo, unas prácticas situadas.
Esta es la descripción inicial que ofrecen Cuidadoras de Sonidos de su proyecto:
Bajo el nombre de ‘Cuidadoras de sonidos’, perseguimos escuchar, mapear y ficcionar de manera colectiva y en red, la ciudad que suena, con la finalidad actuar en el espacio sonoro y transformarlo. Nos proponemos trabajar desde lo sensible cuestiones tan importantes como qué ciudad queremos, qué formas de vida y qué relaciones estamos generando, pero también cuáles podríamos construir. Lo sonoro es para nosotras una puerta de entrada para pensar y practicar una micropolítica a la altura de los cambios democráticos que necesita la ciudad de Madrid.
Queremos escuchar y grabar los sonidos de los espacios cotidianos de quienes habitamos las ciudades, localizando dónde se producen conflictos en torno al ruido y el sonido, y distinguiendo distintos lugares relacionando usos y ambiente sonoro, mediante derivas, entrevistas y encuentros con vecinas y vecinos. No sólo se trata de recolectar, sino también de ficcionar los ambientes sonoros en los que queremos vivir, para ser capaces de actuar colectivamente sobre los espacios cotidianos compartidos. A partir del material sonoro recogido e imaginado, iremos construyendo, de manera colaborativa y en red, un mapa de conocimiento vinculado a un mapa geográfico.
Desde aquí, en ./mediateletipos)), poco más que añadir. Nos mantendremos a la escucha.
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