Casa de citas, lugar en que el fragmento escrito queda desterritorializado
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Uno de los rasgos más propios del arte contemporáneo es su naturaleza procesual, incluso si se quiere progresiva, que lleva, a lo iniciado en una dirección, coger cuerpo en varios sentidos posibles; y así acaba de ocurrir con Te envío este Rojo Cadmio. Al principio, incentivo a una recepción viva de los trastoques que puede sufrir un intercambio postal diferido.
El desarrollo de la idea de la transacción corresponsal, que nos permite postergar las respuestas, fue desplazando la idea de canje vivo, y para contrarrestarla se ha construido un nuevo ambiente en el que el ciudadano sufre encuentros simultáneos y progresivos.
Primero tropieza con su deseo en el mismo momento de ingresar a la obra, ansia compartida con muchos otros, algunos de ellos telepresentes a través del correo-e, momento en que descubre su atracción por fuerzas que no sólo son imanes para él; en esta fase de acceso a la obra, el ciudadano también puede interrogarse por el alcance de su apetito, al permitírsele ver la definición del avatar que le suple, tanto como ver hasta qué punto se aproxima al objeto en torno al que todos giran como derviches por delegación.
En el epílogo de este ambiente, el segundo momento de la instalación, el ciudadano descubre que él es un ínfimo elemento más, como imagen sujeta a reglas dentro de unas ristras de código html de difícil lectura que lo ponen en Red sin mucho convencimiento; en esta fase, como si de un ciudadano que acude a ser incorporado a la base registral de cualquier repositorio de datos se tratara, ahí, en ese nuevo orden de cosas que es la Red, la imagen de cada ciudadano queda alojada, mixturada y resuelta en una difícil lección, pero con la certidumbre de que tú no cuentas mucho en el resultado de estos sistemas máximos de giro alrededor del hechizo de alcanzar el logro comunicacional.
Por eso, el envío de un primer Rojo Cadmio puso en tensión todo un intercambio semántico que devino Casa de Citas, encuentros y fragmentos que dicen de ti más que de lo otro. Nilo Casares
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