El eco está en todas partes / Manuel Rocha Iturbide
Alias Editorial, México, 2013 (253 págs.) ISBN: 978-607-7985-17-4Manuel Rocha (México, 1963) elabora en este libro una retrospectiva de su trabajo como compositor, artista sonoro e investigador, partiendo de su primera escultura sonora (+ x – )= – y de algunas composiciones electroacústicas de finales de los años ochenta y principios de los noventa (como Avidya, Atl y Frost Clear Energy Saver) hasta el 2012. El libro enfatiza sobre todo el trabajo desarrollado en el campo de la instalación sonora, dedicando diversos apartados a la descripción conceptual, técnica y anecdótica de cada una de las piezas. Estas muestran la inclinación del artista por las grabaciones de campo y su tratamiento electroacústico, temas abordados en tres textos centrales de este libro: “Desdoblando el objeto sonoro natural a través de la música electroacústica”, “Estructura y percepción psicoacústica del paisaje sonoro electroacústico” y “En busca de una técnica de síntesis global a través de una concepción del cuanto sonoro”. Ahí se destaca la influencia notable que han tenido los escritos de John Cage, Murray Schafer, Marshall McLuhan y Pierre Schaeffer en la aproximación de Manuel Rocha al objeto y al paisaje sonoro, a su escucha, análisis, captura y manipulación técnica y metafórica. Desde ahí se justifica su aproximación al arte sonoro fundamentalmente como compositor electroacústico, que plantea como prioridades: la comprensión musical de situaciones acústicas cotidianas, el análisis tímbrico del sonido, la extracción y abstracción de sus propiedades, la lectura del espacio de instalación principalmente en términos de sus cualidades acústicas, y el desarrollo de procesos y formas abiertas, siempre en el marco comprendido por la instalación. Este enfoque, manifiesto en sus textos e instalaciones sonoras, coloca a Manuel Rocha en una posición sui generis respecto al panorama del arte sonoro en México, donde el centro del trabajo estético, conceptual y técnico rara vez recae en la composición del sonido, privilegiando más bien otros aspectos del proceso, el contexto y la recepción. En este sentido, el interés continuo de Manuel Rocha por discutir, documentar, así como por sistematizar procesos y definiciones relacionadas a la composición electroacústica, la instalación y escultura sonoras (partiendo de otros artistas y teóricos),[1] es un rasgo excepcional dentro de la escena de composición y música experimental en México, que da un valor singular a esta compilación retrospectiva.
Es importante señalar, pues, que son textos que ofrecen, ante todo, un ejercicio de descripción y narración personal donde Rocha contextualiza y justifica su obra buscando acceder a un amplio perfil de lectores. Quizá por esta razón Rocha enfatiza en este libro más su trabajo dentro del arte sonoro: ello le permite abrir la discusión a artistas intermedia, no necesariamente músicos o interesados en los aspectos formales y la escritura del sonido. Lo que destaca, sin embargo, en los ensayos reunidos, es su interés por problemas de orden compositivo: la organización del sonido y métodos de representación gráficos sugeridos por él, útiles al trabajo de grabación, transcripción y análisis de composiciones así como de paisajes electroacústicos. Estos textos son complementados por una buena cantidad de bocetos de composiciones y paisajes electroacústicos que revelan los modos en que el autor trabaja la forma, la organización de masas sonoras, planos y grupos, atraído por fenómenos de caos y entropía presentes en la cotidianeidad.
Sin embargo, dentro del ámbito de la experimentación y el arte sonoro en México –mantenido más o menos al margen de la música académica e históricamente apartado de la institución electroacústica– cabe preguntar por los obstáculos y vías que pudieran acompañar la recepción de un libro de esta naturaleza, que responden al complicado estatus que su autor sostiene entre la música académica, la experimentación y el arte contemporáneo. La ambivalencia entre la formalización del sonido, el énfasis en la intuición y su trabajo con la plástica es, por cierto, uno de los aspectos más advertidos y tratados en la entrevista que Manuel Rocha sostiene con el curador y artista Guillermo Santamarina como introducción al libro.
Otros aspectos contribuyen a equilibrar la tendencia del contenido del libro hacia reflexiones primordialmente musicales y formales: uno es que Rocha decida incluir sus trabajos fotográficos, escasamente conocidos, así como el proceso de la pieza sonora Ligne d’abandon, trabajada conjuntamente con el artista Gabriel Orozco. Otro es la sencillez conque describe algunas de sus instalaciones sonoras, recurriendo más a la descripción anecdótica que técnica. Además el autor ha decidido incluir un glosario personal con definiciones propias de varios conceptos y técnicas que han sido claves en su obra, además de incluir la explicación de ciertas terminologías provenientes de la física, técnicas electroacústicas o procedimientos musicales, con un interés principalmente didáctico. Se trata en todo caso, de definiciones que logran resumir varios de los planteamientos expuestos en los textos. Planteamientos que, ante todo, permiten acercarse a la visión poética de su autor; a una postura clara y autorreflexiva, que todavía se extraña en músicos contemporáneos y artistas sonoros de la escena local.
Notas
[1] Así por ejemplo, en el texto dedicado a “La escultura y la instalación sonora”, Manuel Rocha se sirve básicamente de las aportaciones de otros artistas sonoros/compositores como José Iges, Concha Jerez, Jean-Yves Bosseur y Max Neuhaus, entre otros teóricos.
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