¿Los nombres de los productos alimentarios suenan como saben? En Slate han publicado un artículo titulado «Does This Name Make Me Sound High-Fat?» que defiende esta hipótesis.
Hay una teoría sobre el lenguaje llamada naturalismo que sostiene que los nombres de los objetos no son aleatorios, sino que encajan con ellos de manera natural. Platón ya apuntaba que a veces los sonidos parecen conllevar un significado. Este fenómeno se llama simbolismo sonoro, y sigue siendo defendido por algunos lingüistas contemporáneos.
En la mayoría de idiomas, las vocales palatales suelen usarse para objetos pequeños, finos o ligeros, y las velares para objetos grandes, gruesos o pesados, simplemente porque tendemos a asociar ciertos sonidos con cierto tipo de formas. Al parecer, las marcas de comida suelen seguir esta pauta (consciente o inconscientemente) para poner los nombres a sus productos. ¿Qué marca de salsa de tomate suena más espesa, Orlando o Solís? ¿Qué marca de bebida suena más refrescante, Coca Cola o Schweppes?
Ya hablábamos hace un tiempo de que el sonido afecta al sabor de la comida y de que no suena igual una bebida fría que una caliente, ¿para cuando un libro sobre comida y sonido?
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