Aquí pegamos una reseña de la película Silencio de Ingmar Bergman firmada por Pablo Marchante que apareció en la revista SulPonticello y en la que se propone un experimento para entender la banda sonora de la película de otra manera.
Experimento: Llevo apenas unos minutos en la oscuridad y ya no sé muy bien dónde estoy. No sé si en un tren camino a Viena, o en una fabrica de tornillos, o en el Apolo 8 camino a las estrellas, o a Orión, o con la cabeza metida en el lavavajillas, o en un manifiesto futurista, o en una sala negra como la noche decorada con enormes, gigantescos ladrillos rojos.
En 1963 Ingmar Bergman saca a la luz la oscuridad de lo erótico, y lo hace con una película preciosista, de un ambiente poderosamente embaucador: El silencio. O se debería llamar más bien: Lo callado. Es una cinta evocadora, cautivadora y sensible. Surrealista en el escenario, absurda en su esencia. ¿Silenciosa?, no, callada.
Existen muchos trabajos, desde siempre, que han tornado su eje argumental o conceptual hacia el silencio. Si hablamos de silencio en su más abstracto sentido, es extremadamente difícil encontrar una descripción que mantenga la complejidad de las miles de aristas contenidas en este término. Esta pieza fílmica aporta otra nueva descripción de la palabra y vuelve a complicar aún más su espectro.Tystnaden es una película calmadamente silenciosa. Una cualidad presentada y desarrollada por medio de una meticulosa colocación de los diálogos. Frases/monosílabos aislados y determinados que emergen de un mar sereno, como estorbos innecesarios que no aportan demasiado o nada a la trama; piedras sonoras en medio de un áspero y cálido colchón de plumas suecas. Pero, ¿podrían considerarse como parte de la paleta de sonidos de la banda sonora? ¡Sí!, ésa podría ser una de las explicaciones plausibles para comprender estas incursiones simples y vagas. Comprenderlas por tanto, como palabras que se han transformado en materia sonora, adentrándose, de esta forma, en el hilo atmosférico como apéndices o contrastes.
Y por su lado, paralelo e inseparable, un delirio de imágenes dignas de cera, dignas de glorietas. Podría entenderse fácilmente cruzar una ciudad europea y girar en una rotonda coronada por una imagen de El silencio de Bergman. Son muchas las instantáneas candidatas.
La película comienza desde su inicio en una aparente ausencia de discurso. Trata vagamente la cotidianeidad del viaje anónimo y anodino. Pero no es más que una tremenda burla. Los sonidos incorporados como ruido de ambiente no son ni mucho menos cielos planos. Son chasquidos, turbulencias, pitidos, roces o lejanías con una personalidad pesada. Frases atmosféricas queenriquecen a cada escena y les confiere una personalidad densa, misteriosa y eléctrica.
De tal forma, no existe silencio sino un apabullante ruido, y una callada relación entre los personajes. Parece que la voz estorba en las relaciones humanas, que no hacen falta las palabras para entender los deseos del otro. Por tanto,existe un silencio real, el de los personajes. Entre ellos sí se mantienen unas relaciones tensas e irreales, de aparienciasforzosas y abigarradas. Teatrales. Los personajes están viviendo un mundo de silencios, pero el espectador recibe otra cara de la realidad, la que sólo puede apreciar el que mira por la mirilla. Una segunda piel explica lo acontecido mediante zumbidos y representaciones de la atmósfera cotidiana hechas música.
Pero hay dos momentos en el film donde la música con instrumentos tradicionales hace su aparición; uno de ellos se abre desde un elemento en escena, un transistor que reproduce dos piezas bien lejanas. La primera de carácter americano y la siguiente con un sonido mucho más europeo. Es un guiño claro a las tensiones bélicas entre Norteamérica y Centro Europa. El otro es desde fuera de la escena, como recurso cinematográfico de ambiente. Puede considerarse este último, el único momento donde el espectador se relaja para mirar desde fuera, sólo dura unos minutos pero están colocados muy inteligentemente para hacer un intermedio en la agresiva tensión de la primera persona a la que está sometido desde el inicio del drama.
Citado experimento: Escuchar grandes fragmentos de la película sin mirar la pantalla
Ya intuía lo que podía ocurrir y en efecto, la sensación en muchos puntos era de estar escuchando una pieza electroacústica. Salvando los bruscos cambios de planos acompañados de cambios de volumen o ambiente sonoro, podría decirse que son pequeñas obras electrónicas. Podríamos decir que realmente la película contiene una banda sonora electroacústica. Esto me hace relacionarla con muchas de las creaciones realizadas por John Cage donde la esencia del sonido musical ha creado otra realidad sonora, donde los antiguos instrumentos dan paso a nuevos caminos. En efecto, son situaciones sonoras realizadas con ruidos cotidianos pero que contienen un sentido musical. Podemos apreciar ritmos y mezclas que poseen un valor por sí mismos y no tan solo para acompañar los movimientos y peripecias de los actores. En este punto podríamos decir que la cinta contiene una riqueza musical enmascarada, atrapada entre gestos y portazos, poseedora de una brillantez y un riesgo considerables.
En su final, el silencio del diálogo, esa callada compañía que sentíamos ya amiga, se rompe con un monólogo estremecedor de Esther.Toda la fuerza y drama del existencialismo francés de la primera mitad del siglo XX y toda la tristeza del romanticismo alemán en unas frases terribles.
Una obra maestra.
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