Hace unos días Carlos Monleon me recordaba que la pieza de IN-SONORA expuesta en Twin Gallery era de nuestro interés. Así que me puso en contacto con Rocío de la Serna, que me invitó a pasar por allí para conocer al artista en cuestión Manuel Franquelo Giner.
Después de ver la galería, que tenía piezas recientemente producidas por el Ars Sonora-Sound In Miguel Álvarez, comenzamos la conversación con Manuel que ha repetido, casi con comas, en la entrevista por escrito que hemos hecho esta semana.
Esta pieza roza algunos de los temas centrales del blog, pero los sitúa en un espacio al que no estamos acostumbrados, el de la galería, es decir, el mercado. Sin meternos ahora en esto, el mercado sigue siendo el caldo de cultivo de las colecciones de arte que poseerán las instituciones, y sobre las que supuestamente se escribirá la historia y el canon. La venta es parte importante de todo. La entrada del arte sonoro en el mercado podría, según la estructura moderna, introducirlo en el relato históricoartítico.
Las cosas, como de costumbre, no son tan sencillas: ¿Sigue esto siendo así? Ahora por ejemplo hablamos de una galería (Twin) que acoge la parte de una muestra de arte emergente (In-Sonora) que en sus bases ofrece coordinación y difusión para obras y artistas. ¿Que tipo de intercambio se propone entonces?
Con un discruso muy marcado por pensadores posmodernos como Baudrillard o Zizek y otros pensadores de la estética política como Ranciere o Foucault. En esta entrevista Manuel Franquelo Giner sobre Anthrophony explica el significado y funcionamiento que este artista ha querido darle. Frente a la grabación consciente de manifestaciones, asambleas, silencios y huelgas, que se han dado en estos último años, aquí se propone una maniobra re-apropiación y resignificación que entiende el sonido del disturbio, no ya la manifestación, casi como un objeto sonoro, pero mediado por principios muy distintos a los de la fenomenología.
– ¿Cómo funciona la pieza y que significados guarda este funcionamiento?
La pieza se divide en dos partes que dialogan entre sí:
Por una parte un “Sound system” reproduce constantemente sonidos de disturbios para redundar y crear un “disturbio” múltiple mediante la mezcla de sonidos individuales captados rápidamente de canales en streaming de Europa -sobre todo de Turquía, España, Italia, Grecia Ucrania y Londres-. Por el otro, un software procesa en tiempo real estos sonidos y reproduce al otro lado de la sala, por un solo altavoz suspendido, una composición de piano de Adorno cuyos timbres han sido sustituidos por los de los disturbios. Por último el Sound system es un dispositivo de interactividad, en donde unos sensores de ultrasonidos controlan el volumen de los disturbios, disminuyendo en cuanto el espectador se acerca.
Este efecto es precisamente la representación del motivo por el cual la subcultura rave y su subversividad ante la burbuja de control del estado, es a día de hoy, efectiva como concepto. Si bien, su mecanismo de protección, es a la vez, su mecanismo de acción, su propiedad etérea, explosiva y su naturaleza inabarcable, es la razón por la cual no es sometida a los sistemas de neutralización y de canibalismo del Estado. -Como ocurre con el concepto de Gitano-
Por ello, la instalación conceptualiza una simbiosis, entre el momento-disturbio como escisión de la burbuja y el sistema conceptual, inmunitario inherente en la subcultura rave. Son formas de reflexionar ante posibilidades de resistencia, si es que las hay, como dice Zizek. La pieza sonora de Adorno es simplemente la utopía reactivada y actualizada de lo que ya hizo hace tiempo. Es la codificación, en notas sin aparente relación, de un conjunto de teorías que orquestan una ideología utópica de la resistencia, aún válida, ¿quizás?– ¿Cómo y por qué te interesaste por los streams de manifestaciones?
Inicialmente, los streams de manifestaciones me interesaron, quizás, por su significado conceptual. Me fascinan las estructuras que se pueden crear a partir de ellos, su propia naturaleza, hace que atraviese totalmente las estratificaciones y unidades de la comunicación para subvertir cualquier mediación indeseable.
La inmediatez, no deja lugar a los “mejores amigos” de lo espectacular, la selección y la edición.Todo ello da pie a un asunto un tanto enrevesado, para mí el ready made es lo más adecuado dentro mí discurso, aunque reactive bourriaudianamente distintas formas.
Y aquí es donde posiblemente existan muchos desacuerdos:El streaming es la mano “inocente” que se aleja de los medios materiales de producción, que siguen la lógica del capital… No hay razón de peso de volver a producir algo, a grabarlo, cuando ya existe la potencia de cualquier persona directamente relacionada con el disturbio, que es, y será mil veces más intensa y real que la generada desde los estratos de la producción, por relacional que sea. Y esto es algo muy duro para el arte político. Lo que quiero decir es que las formas más potentes de resistencia “ya están ahí afuera, más que hechas”, solo hay que encontrarlas. El interés por su cualidad estética o de calidad, es la precipitación en una terrible estetización de la política, ocurre lo mismo, fotográficamente en las culturas llamadas “exóticas”.
¿Qué diferencia ves entre el sonido de un disturbio y una manifestación?
Creo que es importante analizar, en el concepto de ambos, la relación con las formas de vigilancia y control que expone Foucault en su obra y también con el orden policial de Ranciere, para entender la diferencia que veo entre ambos:
La manifestación, -entendida como una representación pasiva del desacuerdo individual o colectivo – es ya, un problema a analizar, dentro de la sociedad de control:
Hoy en día la “tecnología emocional” del Estado no se concentra en vigilar y castigar, -al menos al mismo nivel que hace unas décadas-. Más bien, se ha centralizado en desarrollar una tecnología administrativa de esa “potencialidad” individual, mucho más eficiente, por medio de la subjetivación. El manifestante pasivo, irremediablemente se encuentra en el subconsciente administrado por todos estos sistemas del biopoder. Me recuerda a la bomba fría de Baudrillard, esa “amenaza latente que nunca ocurre, pero que puede ocurrir”
Es, en realidad, lo mismo que expone Ranciere, en su concepto de la política policial donde el Estado, pone en funcionamiento un dispositivo de participación y vigilancia espectacular, más emotivo que activo, e incluso permite una serie de manifestaciones, para que el individuo “tome parte” en la falsa circulación de “la política”: “si quieres hacer esto, entonces tienes que hacerlo así y de esta forma”.
El orden policial se encarga de que todo se cumpla, para alejarte lo más posible de “la política real o el disenso…”. Por eso, en cuanto ocurre, empiezan los disturbios, las pelotas de goma y los manguerazos en donde el caos es tal, que los dispositivos de control y de política empiezan a perder sus burbujas espectaculares.Aquí es donde comienza mi interés por el sonido del disturbio, más que de la manifestación, es el momento exacto donde se rompe esta burbuja espectacular y comienzan otra gran serie de problemas. Por lo pronto, la gran facilidad, por parte de los medios de comunicación y el Estado, de categorizar entre los que cumplen con su política, y los terroristas. La diferencia formal, no es lo que más me interesa, aunque desde el punto de vista psicológico-aural es interesante.
– Comentas que no te interesa tanto la parte formal, es decir, la que diferencia el sonido de un disturbio del de una manifestación, sin embargo al comparar un disturbio con una rave, noto cierto “formalismo” en el análisis de la organización humana. Existe ruptura pero: ¿Hasta qué punto comparten motivación política de cambio?
La capacidad y motivación de cambio político de la Rave reside –en la mayoría de los casos- en su conjunto de ideas, y no tanto en su lado empírico, la realidad es que la “Rave” bien vista desde su punto antropológico, o bien desde su lado sociológico, no tiene ninguna o poca motivación política de cambio –en la totalidad de sus sujetos participantes- lo cual es un problema, desde el punto de vista del activismo tradicional. Aquí entramos simultáneamente en otra encrucijada: La validez efectiva entre el realismo y el conceptualismo para encontrar “formas de resistir”.
Por lo tanto, ambos comparten una motivación política de cambio, en su dimensión conceptual, y se presentan una serie de problemas completamente distintos, en su dimensión funcional, -como he mencionado antes, por ejemplo, entre la manifestación y los dispositivos normalizadores del Estado-– En este mismo sentido, se analizan los dos modos de protesta desde el represor, desde la disciplinario y lo policial. ¿Pero qué hay de la organización de las que protestan? ¿Dónde queda su capacidad y voluntad de hacer ruido?
La capacidad y la voluntad de hacer ruido siempre estarán presentes en la falsa “política” del Estado hiperdesarrollado -porque paradójicamente, les es conveniente-, una de las razones es la siguiente:
Es la estructura que hace posible su falsa democracia: El sueño de que una revolución es posible, orquestado por sus dispositivos de control y subjetivación. (El sueño de la tercera izquierda de Zizek…) Es un placebo imprescindible,y peligroso. Cuando la capacidad y la voluntad de hacer ruido se salen del placebo, el Estado pone en funcionamiento dispositivos de neutralización y normalización, cuyo objetivo no es más que promediar y reducir las capacidades y voluntades a niveles admisibles. Lo peor de estos dispositivos -como los que he mencionado en el modelo “manifestación”- es su actuación en el nivel más dañino de todos: el intersubjetivo. Realmente, no pretendo defender a la Rave frente a otros sistemas, en ningún caso -ella misma sufre de sus propios virus como es evidente-, no obstante investigando, he encontrado pequeñas características y propiedades que me parecen realmente interesantes para hablar sobre la resistencia y su efectividad.
Mi instalación es una forma de reflexionar ante todas estas variables, “formas de resistir”, sus desventajas y sus ventajas, mediante una hibridación de diferentes modelos de “resistencia”.
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