Esta semana, un video de un bebé que llora de emoción mientras escucha cantar a su madre se ha convertido en la sensación de You Tube. También hace unos días, un estudio nos decía que cantar una nana a los niños puede ayudar a aliviar el dolor de los pequeños, y no sólo hacer que caigan dormidos. El efecto que la música tiene sobre las emociones de los bebés parece un tema de moda. En este sentido, una curiosa investigación, publicada en Frontiers in Psychology, ha tratado de identificar qué tipo de sonidos vocales resultan más atractivos para los bebés. Marieve Corbeil y sus colaboradoras emplearon para ello el procedimiento de identificación de preferencias mediante el giro de la cabeza, previamente desarrollado por Kemler Nelson et al. (1995).
En este procedimiento metodológico se atrae la atención del bebé hacia un estímulo visual luminoso -una luz roja- situada a uno de sus lados; una vez captada su atención, un monitor empieza a mostrar una animación visual, que se acompaña de uno de los estímulos auditivos cuyo atractivo se quiere poner a prueba. Se mide el tiempo que el bebé está atendiendo al monitor. Si el niño miraba a otra parte durante más de dos segundos, terminaba todo tipo de estimulación a ese lado (la animación y el sonido). Se repetía entonces el procedimiento al otro lado…luz roja…bebé que gira su cabeza a ella y…animación más sonido vocal, uno diferente esta vez, que se trata de testar. De nuevo, se contaba el tiempo que el niño permanecía atento a esta configuración de estímulos, hasta que otra vez dejara de orientar su cabeza hacia ellos durante más de dos segundos, momento en el que comenzaba otra vez la llamada de atención al otro lado.
Corbeil et al. (2013) llevaron a cabo una serie de tres experimentos, en cada uno de los cuales compararon dos estímulos vocales alternativos. Aunque existen algunas variaciones en cada experimento, en ellos participaron en torno a 50 bebés de ente 4 y 13 meses, sanos y que no presentaban problemas auditivos. En el primero de los estudios, las investigadoras trataron de establecer si los niños tenían una mayor preferencia por el habla dirigida hacia ellos en un tono alegre, aunque este habla no consistiera más que dos sílabas sin sentido entonadas en la forma característica con que uno se dirige a los bebés; o si les resultaba más atractivo, por el contrario, el tarareo de una nana. Los resultados indicaron que los niños atendían más a las alegres sílabas sin sentido, con su tono exagerado, su variabilidad, sus cambios de registro y altibajos, etc., que al apacible tarareo de las canciones infantiles. Sin embargo, las autoras pensaron que tal vez estos estímulos -sobre todo la repetición de sílabas sin sentido- eran demasiado artificiales, por lo que en un segundo experimento compararon dos nuevos estímulos vocales. Se trataba ahora de una canción para niños típica, eso sí , una canción turca -para evitar efectos de familiaridad-, que se presentaba en dos modalidades: hablada en un tono alegre dirigido a niños o cantada. En este caso, los niños no mostraron una preferencia mayor o menor por una u otra alternativa. Siempre que sea con una voz alegre -parecían querer decir- me da igual que me lo digas o me lo cantes. Pero… ¿qué pasaría si se tratase de estímulos vocales no dirigidos a los niños, es decir, sin esa intención afectiva presente cuando uno se dirige a un bebé? Esta cuestión fue el objeto del tercer experimento, en el que la comparación se realizó ente la anteriormente ya empleada canción infantil turca y una versión hablada de ésta, sólo que ahora en un tono no infantil, sino neutro, como si fuera dirigido a un adulto. Como era esperable, los bebés preferían la versión cantada. A la vista de sus resultados, Corbeil et al. (2013) concluyen que…
El presente estudio sirve de apoyo a la idea de que las vocalizaciones alegres o aquellas con un alto afecto positivo, tanto si son habladas o cantadas, juegan un importante papel en la regulación de la atención infantil”.
Como las propias autoras reconocen, ahora falta por comprobar si estas preferencias se mantienen en la vida real, más allá del entorno de un laboratorio. En todo caso, seguramente, su investigación nos da una pista clave para captar la atención de esa fuente de refuerzos tan potente para los adultos que son los bebés…parece que les encantan los sonidos vocales alegres. Da un poco igual que sepas cantar o no como “Los Cantajuegos”, a ellos lo que les gusta es que -si no eres una estrella de la canción infantil- por lo menos el tono sea alegre y que, aunque seas un adulto, juegues un poco con tus cuerdas vocales. La intención, como ya demostrara Gloria Fuertes, es lo que cuenta.
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