Entre las múltiples relaciones entre sonido/música e imagen/cine hay una en la que nunca he pensado demasiado: los músicos que salen en películas y los actores/cineastas que hacen música. Aunque hay cientos de ejemplos, supongo que no le he dado demasiadas vueltas porque no suele haber muchos casos en los que el resultado sea digno en ambos medios. Más allá de que el resultado sea soportable o no, lo cierto es que el producto final suele estar siempre encuadrado en un género tan comercial y poco interesante (sea musical o cinematográfico) que normalmente no vale la pena pensar dos veces en ello. Sin embargo, no siempre es así.
Quizás debería empezar citando las películas de The Beatles que, en general, se alejan bastante del típico producto mainstream creado para mayor gloria del cantante, o grupo, de éxito de turno. A Hard Day’s Night, Help!, The Magical Mystery Tour y Yellow Submarine son filmes que navegan entre lo exótico, lo extravagante y lo absurdo, en un estilo muy alejado al de sus precedentes. Nada que ver con las películas de Elvis Presley, por ejemplo.
Otro caso digno de mención es David Lynch, quien después de coqueteos y colaboraciones diversas con el mundo de lo sonoro terminó publicando varios temas de rock indie y música electrónica. Los resultados son un tanto irregulares, pero no se puede negar que el estilo musical de Lynch tiene mucho que ver con el extraño mundo de sus películas. Hablando de Lynch, podríamos mencionar también a algunos de los cantantes que han aparecido en sus películas, desde Sting a Marilyn Manson o Chris Isaak.
Otro de esos personajes indescriptibles del mundo cinematográfico americano es el actor Crispin Glover (quien sale precisamente en alguna película de Lynch). A nivel musical, Glover se encuadra en una especie de rock alternativo experimental absurdo.
En lo que se refiere a música electrónica, la verdad es que no se me ocurren muchos ejemplos, parece que a los actores les atraen más los aspavientos del pop-rock. No obstante, ahí está Idris Elba haciendo house.
Volviendo al tema de los cantantes que han hecho sus pinitos en el cine, recordemos dos películas de dos directores que no podrían estar más alejados de lo comercial e insulso: Cronenberg y Roeg. Ahí quedan para la historia Videodrome con Deborah Harry (también en Hairspray de John Waters) y The Man Who Fell to Earth con David Bowie. Roeg hizo además Performance con Mick Jagger y Bad Timing con Art Garfunkel.
En el cine independiente americano más conocido también encontramos muchos ejemplos: Tom Waits en varias películas de Jim Jarmusch, Nick Cave en Johnny Suede, Flea en My Own Private Idaho y The Big Lebowski, etc. Parece que a este tipo de directores les va más el rock alternativo…
Yéndonos a mundos más experimentales, tenemos a FM Einheit y Genesis P-Orridge en Decoder, Blixa Bargeld en Dandy o Adam Ant en Jubilee.
Para terminar, no puedo dejar de mencionar a un actor que me gusta mucho y a otros dos que me fascinan, y sus respectivos encuentros y desencuentros con la música. El primero es Jason Segel, quien en algún momento oscuro de su juventud escribió un musical sobre Drácula que era tan irrisorio que terminó como objeto de mofa en Forgetting Sarah Marshall, donde Segel interpreta a un músico en horas bajas.
Los otros dos entes cinematográficos de fascinación son Tom Hardy y Ryan Gosling. Hardy ha grabado decenas de temas, especialmente de rap, que nunca se han llegado a publicar.
Finalmente, Gosling tiene un grupo llamado Dead Man’s Bones con un único, y gran, disco de post doo wop, por llamarlo de alguna manera, entre lo infantil y lo siniestro publicado por Anti-. En realidad, era la banda sonora para un musical romántico de fantasmas y monstruos (pensado para el teatro), pero era demasiado caro y no llegó a hacerse nunca…
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