En los netlabels existe la labor de comisariado. Una labor de selección que, en mayor o menor medida, define la filosofía de publicación. Esta labor es cuestionable, entre otras cosas porque como bien nos recuerda David Nemeth en su artículo A Note to Netlabel Curators, etimológicamente, la palabra curator, que podríamos traducir como who takes care, trae consigo un conflicto entre la historia de ésta palabra por su vínculo con la industria de las publicaciones físicas, editoriales, y la aplicación de esta palabra en un ámbito que precisamente trataba de separarse de estas industrias y sus políticas por medios digitales. En este sentido cabe recordar algunos casos de netlabels que tienen el principio activo de publicar todo lo que les llega, lo cual sería impensable o al menos poco probable en los formatos físicos y en las editoriales.
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Así decía el primer post en artesonoro.org del sello bajar música, uno de los casos más destacables junto a desetxea. Aunque actualmente bajar musica ya no está activo y desetxea hace casi un año que no publica nada. Aún así, estos netlabels han cuestionado sanamente los límites de esta labor con este irónico principio activo. Convirtieron la labor del comisario en un una labor artística y experimental, dejando la puerta abierta, tal vez demasiado abierta, como si el juego consistiera en la negación absoluta de esta labor: ser comisario sin serlo, aparentemente.
En el blog de eldino encontramos artículos que cuestionan esta labor del curator o comisario en los netlabels. En este artículo del citado blog, esta labor se representa como un filtro, más o menos amplio, a la hora de seleccionar las obras que se publicarán después. En este extracto queda claro su punto de vista:
The biggest part of netlabels out there publish tons of shit, they don’t know or care a fuck about applying some quality filter to their releases. There is any “firewall” between the demos they get in their inboxes and the releases they publish.
That’s why most part of netaudio scene sucks.
Cuestionarse actualmente esta labor es necesaria. Y aunque el debate se pueda centrar en el ya clásico calidad vs cantidad, no estoy seguro de que esto pueda ser el problema principal o el único. Al menos, me cuesta creer de que sea una sencilla regla de tres. ¿Si hubiera menos publicaciones éstas serían mejores? ¿Cómo se puede medir un factor como el gusto a través de la cantidad? Tal vez esta reflexión sobre que existen más publicaciones (peores para algunos) parta de la ansiedad producida por las listas interminables de netlabels que queremos descubrir y escuchar, es decir, de nuestras insaciables ganas de saber y escucharlo todo y no de la producción en sí. ¿Acaso nadie ha sentido la sensación insaciable de poder alquilar o comprar libros en una biblioteca bien surtida? ¿Las grandes colecciones son peores por ser grandes? El aspecto totémico visual de estas listas y de las publicaciones es ya inabarcable. La cuestión es qué papel tiene en todo esto el comisario. ¿Cuál es la labor que ejerce un comisario?
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