En el artículo de Xavier Vindel publicado en Culturas de La Vanguardia, titulado Los rostros del nuevo fascismo, deja muy mal cuerpo. No sólo plantea una situación política muy compleja, sino que describe encuentros, tan desagradables e insólitos como las reuniones de ultraortodoxos judios con neonazis europeos hermanados contra el enemigo común islámista.
Tras presenciar estas semanas situaciones políticas entre las filas de todas las organizaciones gubernamentales españolas, tan insólitas y vergonzantes como las reuniones de judios nazis, me comentaban en una conversación que la preocupación actual europea por el ascenso de la derecha nos era ajena, puesto que la ultra-derecha española sigue instalada a sus anchas en los puestos de poder.
Hace poco revisábamos el pasado y presente de la Marcha Real, himno nacional reestablecido tras la segunda república por el Franquismo, con la letra que instauró por Miguel Primo de Rivera eliminada al final del franquismo. Recordemos como José María Aznar, en un intento de corregir estos desmanes de bienpensar democrático, promocionó una nueva letra de Juaristi, De Cuenca, Linares y Fonte, como también haría el Comité Olímpico Español.
También comentábamos en otro orden de cosas, el himno minero Santa Bárbara, que reprodujimos cantado en Mieres y Madrid, y que hacía resonar cuestiones ideológicas bien distintas. Con ello volvemos a preguntarnos cuanto de la ideología tiene que ver con las formas, como se preguntaron una y otra vez en las vanguardias artísticas.
Como psicofonías de los años 30, los himnos vuelven al terreno político en un momento que quizás Ranciere predijo en El Odio a la democracia, cuando lo democrático se iguala a lo establecido, y la ideología extrema se convierte en un enemigo coherente. Lo que no imaginábamos es que ideologías extremistas se abrazarían en su oposición cuando, de vuelta a la amenaza de guerras civiles en Europa, las demostraciones de Amanecer Dorado, asustan pero no sorprenden.
Hola.
En realidad, la asociación entre judíos (sionistas, si hablamos con propiedad) y nazis no tiene nada de insólita. Ya se ha dado en el pasado. Durante los años 30 del siglo XX, los grandes sionistas judíos colaboraron activamente con el gobierno nacionalsocialista alemán por medio del acuerdo Haavara, que se saltaba a la torera el embargo internacional contra la Alemania nazi.
Así, salían de puertos germanos naves cargadas de “colonos” a la fuerza (previamente arruinados), naves bajo bandera de insignia nazi y nombre con letras hebreas en el casco. También tenemos aquella famosa medalla conmemorativa que el señor Goebbels mandó acuñar: la esvástica en un lado y la estrella de David en el otro. Parece contradictorio, sí, pero es sólo por la ignorancia inducida a la que nos han sometido durante décadas.
Lejos de ser viejos enemigos, como afirma el señor Vinader en su artículo, la extrema derecha europea y el sionismo israelí son, en realidad, uña y carne.
De hecho, el señor Anthony Sutton se hizo “famoso” por investigar a fondo cómo Wall Street, que es un foro de poder regido por personas de acervo predominantemente judío, financió tanto al gobierno de F. D. Roosevelt, como al bolchevismo ruso y al gobierno nazi alemán. Y no tengo noticia de ninguna crítica seria que haya desmontado sus prolijos argumentos. Muy al contrario, la historia parece darle la razón. Lo de financiar a todos los bandos en conflicto es un viejo truco.
La red es una almacén excelente para encontrar información sobre estos temas. En particular, yo utilicé mucho el repositorio de rebelion.org, donde abundan artículos de diversxs autorxs sobre los temas del sionismo y judaismo.
Hablemos claro: artículos como éste en La Vanguardia, y otros muchos en diversos medios a lo largo de los años (en particular me hacen gracia -por hipócritas- los recientes reportajes de los informativos de La Sexta cuando se refieren a Amanecer Dorado) son verdaderamente herramientas de Relaciones Públicas que promueven el fascismo (o, en general, las ideologías reaccionarias) haciendo ver que las critican y desaprueban. Es el clásico recurso a la dialéctica de la confrontación: la controversia vende. O, como se suele decir, lo importante para promocionarse es que hablen de uno, aunque hablen mal. Y, a veces, es incluso mejor que hablen mal.
Desconozco el trabajo del señor Xavier Vinader, y espero poder dedicarle algo de tiempo, porque parece que se dedica por extenso a estos temas. Pero, para empezar, sería bueno que en su artículo evitase los tópicos y lugares comunes y que, por contra, emplee el espacio para ir a saco contra quienes de verdad sostienen a la extrema derecha (que son los mismos que sostienen al resto del espectro burócrata): OTAN, banca privada, multinacionales y burguesía en general.
Pero claro, los medios de comunicación corporativos son parte del mismo negocio.
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