Side by Side es un documental del año pasado que por estos lares se estrenó directamente en televisión bajo el título El impacto del cine digital. No se trata de un estudio sobre el impacto del cine digital, sino más bien de un recorrido/comparación que intenta arrojar algo de luz sobre los cambios que implica el salto a lo digital.
El documental no se decanta por ninguna de las dos opciones, los múltiples testimonios que aparecen (directores de cine y fotografía, montadores, etalonadores, actores, etc.) exponen opiniones muy variadas en torno a todo tipo de cuestiones, desde la diferencia de rango dinámico entre lo digital y el celuloide (más tarde acetato y poliéster) hasta los cambios en los métodos de distribución.
De todo lo explicado, hay dos cuestiones que se tratan muy por encima que me parecen especialmente interesantes. La primera es que antiguamente el director de fotografía se tenía que adaptar a lo que ofrecía la cámara, mientras que ahora las cámaras digitales se están fabricando prácticamente al gusto del consumidor. La máquina se adapta a la persona (o al trabajo, más bien), en lugar de la persona a la máquina.
El segundo tema es la cuestión del archivo. Todos sabemos que lo digital se puede copiar hasta el infinito sin perder calidad, o al menos sin perderla de la misma manera que se pierde al copiar la película cinematográfica. No obstante, como se comenta en el documental, desde que se inventó el vídeo han existido más de 80 formatos distintos, la mayoría de ellos obsoletos hasta tal punto que actualmente es imposible reproducirlos en ningún tipo de máquina. Un rollo de película, por muy viejo que sea, se sigue pudiendo proyectar. La otra cuestión delicada en este sentido es que los discos duros tienen una vida bastante finita, si no los usas se estropean, y si los usas también.
Personalmente, yo no tengo nada en contra de lo digital. Creo que es como cualquier otro formato, hay usos buenos y malos, gente que sabe sacarle partido y gente que lo usa sin tener ni idea de qué está haciendo ni por qué. Dicho esto, he de decir también que es un medio, o un material, muy distinto al que se ha usado para rodar cine tradicionalmente, y yo amo profundamente la película cinematográfica, los proyectores, las moviolas y demás cacharros.
Eso sí, hay algo de lo digital con lo que no puedo, ver las películas en el ordenador, o peor incluso, en un smartphone o dispositivo portátil. Las películas se ven, a ser posible, en una habitación oscura con un proyector, de cine o digital, el resto es un simulacro, una parodia de la magia del cine.
Interesante este apunte de lo finito en el cine o video digital, y en general en los archivos digitales. En pocos años venderán los discos duros con garantía sobre los años de su vida, en su versión más barata, y en su versión más cara tendremos los discos duros digitales (sin parte mecánica) que tendrán, en teoría, la capacidad de durar más.
Y bueno, es una lástima que no todos tengamos la oportunidad de disfrutar de la luz (oscura) de proyector y de su calor.. Aún así, no está de más también cuestionar este formato, igual que el de un esmarfón, pero en este caso en comparación con la sala de cine y la pantalla grande. El señor Benjamin hablaba bien de estas cosas… No está de más recordar que el formato es hoy un leimotiv para los media.
mkl
Todos los formatos son cuestionables, pero creo que el cine/vídeo proyectado tiene un componente inmersivo importante que jamás tendrá en una pantalla, independientemente del tamaño de esta. Obviamente, no todo el cine/vídeo está pensado para proyectarse, pero esa ya es otra historia…