El Music Technology Group y la Fundación Phonos, como parte del proyecto Phonos que desarrollan conjuntamente, convocan una beca de creación con el objetivo de promover la producción experimental musical (música electroacústica, mixta, electrónica …) con la ayuda de sistemas informáticos de generación de sonidos e incorporando elementos propios de la neurología y la percepción sensorial.
Se otorgará una única beca que incluye una dotación económica de 3.000 €, el autor beneficiario de la beca podrá disponer de los equipamientos de Phonos y UPF, una asesoría básica por parte de Phonos para producir la obra y el asesoramiento desde el punto de vista de la neurociencia por parte de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra.
Fecha límite: 30 de septiembre de 2012
La neurociencia es al orden neoliberal
lo que la fisiognomía fue al nacionalsocialismo
(y están detrás los mismos consorcios, por cierto.
Lo que en aquel tiempo se llamaba I.G. Farben,
hoy día se llama Bayer.
No hay diferencias esenciales.)
Jeje
¡Cómo estás Durán! :)
Pues sí, esto de la neurociencia huele.
Yo de esto sólo se por la tele, cuando en La Noche Temática le dedicaron un programa al Neuromarketing y se hablaba muy mal del asunto.
Analizar las estruturas de estas narraciones científicas dirán mucho sobre la idea del sonido que se está creando estos días.
Siempre se puede postular a la beca para comentar todas esas fallas ;)
Desgraciadamente, yo también aprendí sobre neurociencia, mayormente, por medio de la televisión:
tragándome el programa del señor Punset, uno tras otro, desde su primerísima emisión, cuando era solamente media hora a las 11:00 de la mañana en sábado y básicamente un programa sobre informática.
Yo era adolescente todavía. Recuerdo que en pocas temporadas el programa evolucionó y amplió el espectro temático a todo tipo de cuestiones. Fue realmente interesante para mí durante un tiempo. Luego abrió el formato incorporando diversos temas y un día, cuando el programa era ya de una hora en Domingo por la noche, creo recordar que allá por 2003 ó 2004, me sorprendió con una edición dedicada al tema de los ángeles (sic), con expertos del tema en el plató y todo.
Más o menos en esa época empecé a arquear la ceja. Y de ahí en adelante fue de mal en peor, hasta convertirse (si es que no lo era desde el comienzo) en órgano de propaganda de la “ciencia” entendida según los cánones de la casta financiera.
No en vano, Punset fue empleado del FMI y a él deben buena parte de su desgracia lxs haitianxs (así que sus libros de autoayuda no hacen sino mover a risa, pero risa amarga).
Postular a la beca para impugnar el dogma es como criticar a un sistema desde las premisas de ese sistema: inevitable contradicción. Y esto porque la posibilidad de crítica no es viable en un contexto que se rige por la política de hechos consumados y las conclusiones a priori. Es decir, “discútase lo que se quiera cuánto se quiera, pero la conclusión ha de ser ésta.”
En esas condiciones, no hay debate crítico y racional posible.
Por supuesto, siempre se pueden comentar las fallas, pero para eso no se necesita estar becadx.
Si no consigo traer a primer plano ciertas controversias ni siquiera entre mis círculos de allegados (con quienes se supone que comparto orientación política), sería ingenuo pretender llevar esas mismas controversias allá donde está la fuente de lo que impugno.
¿A alguien se le escapa que estas convocatorias no son sino prácticas de captación y proselitismo?
Y ya que hablo de Punset, no puedo dejar de mencionar aquel impagable programa de 2007 (si no falla mi memoria) en que se nos adoctrinaba sobre el carácter acultural de la música y donde se señalaba dicha actividad humana como equivalente al canto de los pájaros.
Lo que entiendo entre líneas es: los pájaros hacen música, luego la música (y por ende toda la cultura humana) no es más que un producto acrítico y asocial.
Eso es puro mecanicismo positivista, confeccionado a la exacta medida del mercantilismo.
Y así, Punset, en aquel programa, llevó a expertos que opinaban sobre cuestiones no centradas en su área particular de estudio, como aquella señorita que argumentaba que la diferencia de apreciación de la harmonía en distintas culturas demostraba que hay diferencias psicológicas esenciales entre seres humanos de distintas procedencias, obviando así tendenciosamente la influencia del aprendizaje cultural que a mí me enseñaron en la adolescencia como procesos de socialización.
Y cuando intenté abrir polémica entre mis contactos de correo electrónico, hubo una persona, artista de fama internacional y acreditada solvencia, que se limitó a contestar: «yo no veo la tele».
Y este Punset es el mismo señor que sirvió a la élite financiera, intentó hacer política-burocrática a nivel europeo, y ahora ejerce como apologeta “mediático super Star” de la neurociencia y el pan 100% natural.
Escucharle a él es como leer a Isaac Asimov: ¡¡qué entretenido!!,
y al mismo tiempo
¡qué distante de la realidad social de su tiempo!
Lo lamento, pero no puedo dejarlo.
Curiosamente, he conseguido encontrar vídeo del programa al que me refiero, que aparece identificado como programa de enero de 2006, aunque yo tengo razones bastante fiables para pensar que es en realidad un programa de 2007 (salvo que lo que yo vi fuese una repetición).
En el video Redes_383 ¿Por qué Cantan los Pájaros? 4/6
hacia el minuto 08:00, Mara Dierssen lo dice. Cito literalmente:
[…] “Cuando se estudian, por ejemplo, cerebros de raza caucásica, frente a cerebros japoneses [u] orientales, lo que se ve es que las disonancias que resultan aversivas, que desagradan al occidental, en cambio no son desagradables para los orientales y viceversa. Es decir, de alguna forma hay una cierta predisposición genética a entender y a saber interpretar contornos melódicos o estructuras tonales específicas y es interesante que también en otras especies, como en los cachalotes, también se produzca” […]
Ahí está, “predisposición genética”.
Ese es un salto ilegítimo (por tendencioso) con el que interpreta un fenómeno dado (las distintas percepciones de la harmonía) como inequívocamente provocado por una causa somática, cuando debería saber que no es así si realmente ha estudiado algo sobre percepción del sonido.
Mara Dierssen, que en los últimos años ha aparecido en otros programas de divulgación pseudocientífica como Tres14, también de TVE y también altavoz de la neurociencia, hace un alarde de lo que se suele conocer como “tomar el rábano por las hojas”, malinterpretando datos concretos para hacerlos encajar en sus juicios preconcebidos.
Como neurobióloga, cabe entender que tienda a considerar lo neurológico como explicación última de cada fenómeno social dado, y por tanto tiende a forzar la explicación de dichos fenómenos para que encaje en las premisas de su concepción cientificista de la realidad, pensando que aquellos datos concretos son una prueba de esa concepción:
(Premisa: la explicación última es lo neuronal + Premisa: hay diferentes culturas + Premisa: hay diferentes formas de reacción a la harmonía propias de cada cultura =
Ergo: tiene que haber diferencias neuronales (debidas a los genes) entre los individuos de diferentes culturas)
Al partir de lo neurológico como premisa ineludible en cualquier explicación, se comprende que olvide algo tan elemental como que la percepción de harmonía es un constructo cultural (por tanto, ESENCIALMENTE artificial, volitivo y comunal) que se produce por repetición, esto es, por aprendizaje y socialización, y que la componente somático-genética es sólo una parte del fenómeno de percepción de la harmonía.
Yo tendría los mismos genes naciese en Andalucía o en el Japón, pues mi carga genética la determinan mi padre y mi madre. Sin embargo, si mi madre me hubiera parido en Japón y me hubiera abandonado allí para criarme entre japonesxs, mi percepción de la harmonía sería la misma que la de aquella cultura, y sentiría como disonancia lo que en occidente es harmonía.
Esto demuestra, por sí solo, que la percepción de harmonía no viene determinada por predisposición genética alguna.
El resultado último de su silogismo erróneo es racismo y falseamiento de la realidad humana.
Y esta lectura que hago de una afirmación de Mara Dierssen es solamente un ejemplo, uno que puedo hacer extensible a otros muchos personajes que han pasado por el programa de Punset y a sus respectivas teorías.
Cualquiera que haya cursado el bachillerato (incluso si no ponía mucha atención en los estudios) puede desmontar estos argumentos falaces de la neurociencia que ahora se nos presentan como ciencia vanguardista.
Con su programa, Punset pretende argumentar que los fundamentos de la ortodoxia musical encuentran su origen en la propia naturaleza («La música es posible que fuera algo que evolucionó mucho antes que el lenguaje», se afirma en la entrevista), como un modo de sugerir que la música es prehumana y los seres humanos no estamos haciendo más que obedecer un mandato ineludible, supracultural. Pero en realidad sabemos que el fundamento de la creación musical está totalmente intervenido de cultura y empapado de convenciones, por tanto, esos fundamentos sólidos que Punset pretende afirmar son falsos. La tradición musical que hemos heredado es contingente, es como es por razones puramente circunstanciales. Es como es y podría ser de cualquier otro modo, al contrario de lo que ocurre con el canto de los pájaros, que viene determinado por factores puramente externos a la voluntad de los pájaros (que, en efecto, no tienen voluntad). Los seres humanos, bien a nivel individual, bien a nivel comunitario, tienen voluntad (aunque también ésto pretenden negarlo desde la neurociencia) y la ponen en práctica, entre otras cosas, en su música y/o creación sonora.
Si lo que Punset quería era deslizar subrepticiamente la idea de que hay formas de creación sonora legítimas (justificadas con racionalizaciones pseudocientíficas y reaccionarias) por estar fundadas en la naturaleza, mientras que otras formas de expresión sonora no son más que “ruido” prescindible, ha fracasado en su intento.
La cuestión debería ser: ¿cómo es posible que unas personas a las que se da voz en los medios, que se dicen investigadoras de su objeto de estudio y, por tanto, a las que se les presupone rigor intelectual, puedan llegar a este grado de mediocridad sin que surja una masiva denuncia de sus falacias?
La respuesta hay que buscarla en el modo en que las grandes corporaciones controlan los medios de comunicación y acuden al ámbito universitario para comprar lealtades.
Y lo más grave de todo, es también y particularmente desde medios públicos, o sea, con los propios impuestos, que se están financiando estas labores de desinformación masiva.
Es gravísimo.
Pueden poner su beca donde no le dé el Sol.
salud
Hola.
Adán, subscribo parte de lo que dices. Muy contundentes algunos de tus comentarios…
Sólo puntualizar algo, la percepción de armonía si viene en parte determinada por una predisposición genética, de hecho el juego de la armonía es posible por la forma natural como funciona y percibe nuestro sentido de la audición. . . Pero esta percepción básica es común a toda nuestra especie, puede que existan algunas diferencias genéticas pero son tan pequeñas que no pueden tomarse en cuenta. Punset lo sabe, es evidente que se permite la mentira descarada porque supongo que la falacia espectacular vende más que la verdad, Punset sabe que si eso fuera cierto los japones@s no comprarían lo que canta lady gaga.
Una disonancia es un fenómeno fisiológico que excita el oído de una forma particular y eso es transmitido al cerebro, la consonancia suena diferente. Pero cuando un creador utiliza esa disonancia para crear un discurso sonoro entonces la disonancia pasa a percibirse o a entenderse de otra forma (incluso una consonancia puede pasar a ser algo desagradable en ciertos contextos armónicos)… con el tiempo la música se convierte en un constructor cultural que determina la percepción jugando con la base perceptiva establecida por la génetica.
También depende del contexto, el mismo perceptor de un mensaje musical puede escuchar una cuarta aumentada como una disonancia cuando escucha Vivaldi y la misma cuarta aumentada como consonancia cuando escucha Bartok.
En relación al origen de la música todo parece apuntar que es anterior al lenguaje, pero como no existen grabaciones por ahora no se puede probar. Lo que sí es evidente es que el arte de la pintura dio origen a la escritura, las pinturas rupestres fueron precursoras de los ideogramas, jeroglíficos, y finalmente la escritura fonética, etc, etc…
Imaginemos hace un millón de años una madre Homo erectus arrullando a su bebe con una especie de cantinela, comunicándole que podía estar tranquilo que ella lo protegería, etc. La conciencia de que con el sonido se podía transmitir un mensaje originó la aparición del lenguaje.
Saludos
Bueno, retomando todo lo que se ha ha dicho aquí, y sin intención de enfrascarme mucho más en estas discusiones de comentarios, me gustaría volver a la afirmación de Duran del principio «La neurociencia es al orden neoliberal lo que la fisiognomía fue al nacionalsocialismo» porque me parece muy interesante.
Creo que en este desenmascaramiento de los relatos de la neurociancia hay que hablar de ideología. Pero creo que la manera en que se ha argumentado, quizás porque hablamos desde un medio de desinformación como es la TV, es contrario a como se supone que funciona.
Me gustaría poner un par de ejemplos, en relación a las críticas que Steven Pinker, defensor de la neurociencia, hacia a Judith Butler. De hecho creo que “La historia de la sexualidad” de Foucault, a la que pensadoras como Butler o Beatriz Preciado vuelven de vez en cuando para hablar de la construcción del cuerpo, es un buen antecedente para hablar de esa rivalidad entre los discursos científicos que hablan de un cuerpo naturalizado y los discursos posestructuralistas que hablan de la contrucción del cuerpo mediante la cultura.
Steven Pinker expone que la teorías de Butler son incorrectas de una manera más que ramplona. Expone que no hay tal cosa como una tabula rasa humana sobre la que se inscribe la cultura. Yo no soy un gran lector de Butler, pero no creo que ella hable de una humanos “virgenes” sobre los que se inscribe la cultura.
En cualquier caso, Pinker se vale de varios ejemplos para desbancar el pensamiento postestructuralista, pero dos de ellos me parecen interesantes para lo que venimos a decir. El primero, muy pillado por los pelos, es el de los gemelos idénticos. Según Pinker, si dos gemelos idénticos nacen en dos partes separadas del mundo, sus vidas serán muy parecidas independientemente de la cultura que reciban. El argumento parece fuerte, aunque necesita de un hecho genético específico para demostrar su punto.
El segundo ejemplo, mucho más interesante, es el de la psicología evolutiva. Pinker argumenta que una parte de la cultura varía, de manera más rápida de lo que pensamos, la estructura de nuestro cerebro. Por decirlo de algun modo, las influencias culturales si que se inscriben en el cuerpo dejando una huella se va a acumulando. Por tanto, podría haber, según él, ciertas predisposiciones de comportamiento.
Curiosamente, Pinker se defiende una y otra vez de no ser de derechas ni de izquierdas, mientras se opone, más insolente que mordazmente, a la teoría de Butler. Su manera de exponer las cosas, le hace sospechoso de cierto coqueteo con la mentalidad neo-liberal.
Como bien decía Duran, «La neurociencia es al orden neoliberal, lo que la fisiognomía fue al nacionalsocialismo».
Sin embargo, en el tema del canto de los pájaros, quiero disentir. Comentas que
“Lo que entiendo entre líneas es: los pájaros hacen música, luego la música (y por ende toda la cultura humana) no es más que un producto acrítico y asocial. Eso es puro mecanicismo positivista, confeccionado a la exacta medida del mercantilismo. “
Aquí es donde creo que se han entendido las cosas al reves. Lo que se prentende demostrar con el canto de los pájaros es que existen estructuras lingüisticas mediante sonido en grados muy distintos de evolución de los cerebros. Los pájaros son expcepcionalmente interesantes porque comparten con el hombre una respuesta inmediata de entonación en relación al ambiente. Es decir, pueden subir el tono de inmedianto, mientras que otros animales capaces de generar estruturas llamadas, para entendernos, musicales, no pueden, necesitando de evolución. Este sería el caso de las ballenas.
Yo creo que esto no se estudia para demostrar que la música es asocial, de hecho, es esencialmente social, por eso se usa para establecer patrones etológicos que permitan comprender el lenguaje y el comportamiento, porque lo social no es exclusivo de los seres humanos.
Creo que el mayor problema de una análisis etológico de la música lo tiene más bien con la estética.
Hola de nuevo.
Bueno, encantado de poder discutir sobre estas cuestiones.
Lástima que los días sólo tengan 24 horas y no haya más tiempo en la vida para leer más y conversar más.
Jose, quiero disentir con tu disentimiento.
Dices que lo que se prentende demostrar con el canto de los pájaros es que existen estructuras lingüísticas mediante sonido en grados muy distintos de evolución de los cerebros. Pero yo no entiendo que éste sea el caso del programa en cuestión, donde se hacían afirmaciones demasiado tendenciosas y tergiversadoras.
En internet se puede consultar la entrevista que Punset hizo a David Rothenberg para dicho programa:
http://www.rtve.es/tve/b/redes2007/semanal/prg383/entrevista.htm
(como se puede ver en la URL, el programa está clasificado como del año 2007, a pesar de que en otras partes se indica que es de 2006)
En esa entrevista se sugiere reiteradamente esta idea: la música y el canto de los pájaros son la misma cosa.
David Rothenberg lo dice incluso explícitamente: -“ el canto de los pájaros es música, lo es, no es como la música ”.
Esa afirmación es bastante inequívoca y tajante. No se mueven en un territorio de ambigüedades teóricas o conjeturas de laboratorio, particularmente si consideramos que ésto se dice en un programa de difusión masiva (aunque en aquellos momentos en horario de domingo, bien entrada la noche) para una audiencia que mayoritariamente no tendrá conocimientos profundos sobre los temas tratados.
Así considerada, es una afirmación muy tendenciosa.
Otras citas de la misma entrevista:
-[…] Rothemberg
[…] los pájaros aprenden a trinar, y este es uno de los motivos por los que los neurocientíficos, que investigan a los seres humanos, están tan interesados en el cerebro de los pájaros, porque tienen la capacidad de aprender a hacer sonidos como los humanos .[…]
-[…] Punset
Una cosa fascinante en tu libro, uno de los argumentos principales, es que el canto de los pájaros es necesario para limitar el territorio y servir como elemento de atracción en el emparejamiento y la reproducción, pero tu te preguntas la necesidad de tanta sofisticación. Quizá lo de emparejarse y lo del territorio puede alcanzarse sin tanta complejidad y belleza ¿no?
Rothemberg
Sí, y en el momento en que te concentras en la función del canto, parece que eso lo explica todo y uno te olvidas de la canción en si misma. Esto no es para criticar a la ciencia, a todo el trabajo que han hecho los biólogos sobre el canto de los pájaros, pero si se pone el énfasis en la función a veces uno se olvida del propio contenido .[…]
-[…] Rothemberg
[…] el canto a veces lo usan los pájaros macho para atraer a las hembras y también a veces para defender el territorio de otros machos; muy bien, esa es la función, pero el canto en sí… ¿Por qué, como tu has dicho, tiene tantas similitudes con la música de los seres humanos, por qué es tan bonito, y por qué debe interpretarse en una cierta forma? Es por eso que digo que el canto de los pájaros es música, lo es, no es como la música; y digo que es música porque es una especie de comunicación que tiene éxito sólo si se interpreta de forma correcta. […]
-[…] Punset
David, mientras surgen estos descubrimientos, de las similitudes entre los cantos de los pájaros y la música de los seres humanos, la biología de los pájaros y la de los humanos, ¿crees que representamos una diferencia de grado en este proceso, o estamos muy separados?
Rothemberg
Yo no soy un experto para poder opinar sobre esto , pero estoy seguro de que hay relaciones muy estrechas entre el sentido musical de un animal y el de otro. La música es posible que fuera algo que evolucionó mucho antes que el lenguaje, y es quizá algo que compartimos con los pájaros, y quizá con las ballenas.[…]
-[…] Punset
Así que hay una cosa que es cierta, que los complejos cantos de los pájaros comparten como mínimo muchas de las estructuras de la música de los seres humanos. Esto es obvio en este caso: comparten algunas estructuras que son similares a nuestra música.
Rothemberg
[…] Darwin no sólo dijo que los pájaros cantan melodías para defender los territorios o para atraer a la hembra; lo dijo, pero también dijo que había que estudiar lo que hacían, y lo maravilloso de su apariencia y de sus canciones es que tienen un estética, y cada especie tiene una melodía particular, y esto es algo que la evolución ha producido . Sucede, en efecto, que al “tordo gárrulo” le gustan unos ciertos sonidos que son como los del clarinete, y yo he descubierto que éste era un pájaro con el que yo puedo improvisar.[…]
Como se puede ver, incluso mencionan los aspectos que tú traes a colación sobre la estética y las diferencias de grado.
Punset llega a preguntar: -“¿crees que representamos una diferencia de grado en este proceso, o estamos muy separados?”
Si, al hablar de “grados muy distintos”, tú lo dices en el mismo sentido que Punset, es decir, como dos manifestaciones cuantitativamente diferentes pero del mismo fenómeno, entonces tengo que decirte que ése es un error garrafal.
La pregunta de Punset es en sí misma capciosa. La respuesta es clara: no hay ni por asomo una diferencia de grado, puesto que estamos hablando de dos fenómenos completamente distintos. Sin embargo, al plantear la pregunta se está posibilitando la duda, se está sugiriendo la posibilidad de que el canto de los pájaros y la música de los humanos no sean más que dos manifestaciones gradualmente diferentes de un mismo fenómeno precultural y hasta prehumano, lo cual es falso.
Pero, si al decir “grados muy distintos”, lo dices en el sentido de que son tan distintos que ni siquiera pueden considerarse en el mismo orden de cosas, entonces estaré de acuerdo.
Lo diré de otro modo. Si entendemos lo social como un factor reconocible en varias especies (no sólo la humana), incluso entendiendo que la sociedad humana puede tener su origen esencial en otras formas previas y más “toscas” de sociedad, sin embargo también hay que decir que la diferencia de grado entre aquellas sociedades animales y las propias de los seres humanos representa un salto tan grande que la diferencia cuantitativa se transforma en diferencia cualitativa. Es decir, no estamos hablando de lo mismo. Una cosa es el vivir animal en estado salvaje, y otra distinta el vivir social humano, que es crítico, volitivo, consciente, cultural.
Ya sé que hay quienes pretenden ver en las presas de los castores un antecedente o un prototipo de las presas de los humanos, pero la comparación es irrisoria. Nada tiene que ver una cosa con la otra. Y lo mismo vale decir para la música.
Ésto es lo que a mí me alcanza de mis tiempos de instituto y las lecturas de Paulo Freire, Jürgen Kuczinski, Karl Marx o Mercedes Oliveira Malvar (que me dio clase durante tres años).
El hecho de equiparar la música con el canto animal (del tipo que sea) debe entenderse en su contexto concreto. En este caso el contexto es un programa de difusión nacional, emitido en plena época de avance imperialista y su correspondiente ideología neoliberal, para que actúe como parte del aparato de propaganda que proporciona cobertura a dicho avance. Programa que en otros capítulos ha entrevistado a otrxs gurús de la neurociencia en muchísimas ocasiones, con conclusiones, cada una en su campo, que apuntan todas ellas en el mismo sentido: la explicación última es lo neuronal (y por tanto se infiere consecuentemente que la dimensión social entendida en un sentido cultural, histórico, económico y crítico, y la interpretación materialista de la historia quedan relegadas a la categoría de anacrónicos conceptos erróneos).
Y en este contexto concreto, en el que además se cuenta con una falta de preparación realmente profunda (y en muchos casos ni siquiera superficial) de buena parte de la audiencia sobre dicho(s) tema(s); audiencia por demás numerosa; audiencia que está expuesta también a otros formatos de propaganda que son concomitantes del programa de Punset (desde los informativos de todos y cada uno de los canales de televisión hasta programas como el de Iker Jiménez, pasando por la publicidad, el cine o los predicadores religiosos y similares en el espectro radiofónico); en este contexto, digo, el resultado de sugerir que música y trinar campestre son lo mismo, o casi casi lo mismo, es que mucha gente verá reafirmado su entendimiento de “La” música como una actividad INNATA (que se ejerce por lo que nos viene de nacimiento). Y la entenderá así en múltiples sentidos, todos ellos bastante reaccionarios: desde planteamientos clasistas (“el músico lo es de nacimiento”) hasta ideológico-filosóficos (“ya está todo inventado”), etc.
Y lo mismo cabe decir para otros temas tratados en otros episodios del programa.
En este sentido, el programa de Punset no viene a hacer más que reafirmar (y refundar) nociones reaccionarias que ya existían, pero presentadas ahora con una coartada cientificista de falsa ciencia, falso saber que en realidad son saberes tergiversados (ahí está el ejemplo de las afirmaciones tendenciosas de Mara Dierssen sobre las distintas percepciones de harmonía o aquellas otras sobre los roles sexuales en entrevista para el programa Tres14).
Sin ir más lejos, recuerdo una larga serie reciente de comentarios en un artículo de mediateletipos, donde se sostenían opiniones sobre la cuestión de harmonía aduciendo las investigaciones de la neurociencia como argumento de autoridad.
Ése es el veneno que se está introduciendo.
Además, una premisa recurrente en la entrevista y también en la parte posterior en el plató con Michel André y Mara Dierssen, giraba entorno a la cuestión estética. Y el argumento que planteaban podría resumirse como sigue: el canto de los pajarillos es taaaaan boniiiiiito… que no puede ser que lo expliquen los ornitólogos con su frialdad científica, tiene que haber algo más.
¡Por favor! Ésto no es serio.
Se pretende fundar una línea de argumentación en algo tan subjetivo como la percepción de belleza, “como a mí me parece muy bonito, tiene que haber algo más en su contenido que la mera función biológica” – confundiendo además, por enésima vez, estética con belleza y así terminar enlodazando la discusión aún más-.
Es de chiste, pero chiste malo.
Se trata del mismo Punset y de la misma neurociencia que ahora nos dicen que en realidad nosotrxs, las personas humanas, no decidimos nada, que nuestro cerebro ya lo ha decidido todo por nosotrxs de antemano y que nuestra capacidad de decisión no es más que ilusoria.
Es el mismo Punset que nos “demuestra” desde su programa que la época contemporánea es, comparativamente, la más pacífica y propicia para la felicidad en toda la historia… pero que nos amargamos por nuestra incapacidad para verlo. ¡Vaya, y este hombre ¿no será un apologeta del sistema?! ¿En las escuelas donde estudió nunca le enseñaron los conceptos de anomía y colonialismo?
Nunca he leído a Erich Fromm, pero recuerdo una cita suya que encontré en alguna parte. Dice:
Si hay jefes e instituciones que quieren dominar al hombre, su arma ideológica más eficaz será convencerlo de que no puede confiar en su propia voluntad y entendimiento.
Que la neurociencia está repleta de peligros es algo que reconocen incluso algunxs autorxs del sector:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=70778
Cito: […] “Lo negativo es que los mismos científicos, al negar las interrelaciones complejas de estos procesos, se empoderan y funcionalizan sus conocimientos negando el contexto de las personas, las condiciones previas o el ambiente psicosocial. Se sabe también que en las investigaciones del Pentágono de los Estados Unidos se hacen investigaciones sobre las manipulaciones de los cerebros de las personas y animales para el espionaje.” […]
Y ésto no equivale a decir que desde el saber neurológico no haya nada positivo (en el sentido de biófilo) que aportar ni que todas sus afirmaciones sean falsas, del mismo modo que también la fisiognomía tiene una base real y objetiva, ligada a la materialidad de la naturaleza. Pero el uso tergiversado (sobredimensionado) de estos saberes según intereses ideológico-mercantiles es lo que no se debe consentir.
abrazos
Hola
No puedo hacer más que felicitarte por esta batería de argumentos.
En cualquier caso yo sólo quería incidir en las diferencias entre discursos naturalizantes y postestructuralistas. De hecho la parte del comentario donde te daba la razón.
En cualquier caso, parece que viene al caso
http://www.youtube.com/watch?v=O_KB7Oz7rY8
un saludo!