Hace un tiempo Pedro Jimenez hablaba aquí mismo de Soundcloud cuando la cosa estaba comenzando. Ahora soundcloud se lanza a la publicidad culta con la ayuda de un vendedor de biblias como Julian Treasure, pero también y sobretodo músicos conocidos en Reina Unido como Marty Ware, Salvatore Principato o el académico de Goldsmith (recordemos, la primera universidad en tener un postgrado que incuía los Aural Studies) John Levack Drever.
Imagen plenamente contemporánea, que marca, ahora sí, el salto a lo digital cuando la Canon 7D y la pantalla de ordenador se retroalimentan con tanto cloudeo. Ahora bien, la imagen ha cambiado, llena de visualizaciones de colorines que parecen los Post-ii que uno imagina inundando las reuniones en las oficinas de Silicon Valley, pero ¿Ha cambiado la idea del sonido que la publicidad y la popularización del sonido como medio transmiten? Desde luego muestra a una serie de nombres que hacen a cierto usuario sentirse cómplice de su concimiento, recordemos que en esa complicidad, radica la identificación entre los cultos. Y claro, tira de la no-ficción que acentúa esa complicidad, además de omititr el slogan que como nos ha enseñado Mad Men era tan importante.
También tenemos una versión mucho más soportable, con intervenciones algo más largas, en las que se mantiene esta divulgación necesaria, guiada por los 5 efectos de Treasure, algo mucho menos necesario. Treasure, como ya se sabrá, es el autoproclamado genio de Sound Branding en internet, pese a que sus análisis no suelen ser gran cosa ya que se basan en la venta del libro Sound Bussines y en ser contratado. Él y otros se basan en las nuevas técnicas de publicidad llamadas Neuromarketing que, de paso, están más que puestas en duda. Que Treasure guie el anuncio elimina todo despiste.
La apariencia es esa, en definitiva, de que no sólo te quedas con la publicidad, sino con todas esas pequeñas frases, algunas de ellas muy interesantes, todo hay que decirlo. Sólo como punto de comparación, pego aquí otro anuncio, con algunos años más, de cuando no era importante un interfaz, sino la portabilidad del sonido de un aparato. Hay que revovar el producto, aunque sigas vendiendo lo mismo.
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