No es mi costumbre, ni me gustaría que lo fuera, sentarme a escribir para sangrar un festival o un comisariado así porque sí. Lo mio son más las instituciones y sus directores, los ayuntamientos y sus alcaldes y en definitiva lo que viene a ser la panda de políticos profesionales, que por muy cultos que ellos sean, poco hacen sus decisiones por la cultura y mucho por su posición social. De hecho, por poco que me haya gustado un evento, me lo pienso dos veces antes de empezar a sacar bilis, que al final sólo llevan en una dirección. Si tienes la obligación (auto-impuesta) de escribir sobre ello, uno parte de su ignorancia para buscar una visión u opinión que se le escapa. Pero esto es otra cosa.
Cuando uno se encuentra con el cartel de Situación Sonora: La deriva Aural, se da cuenta del truco, de querer venderte lo que no es. Ninguno de los nombres, quizás a excepción de David Toop (y ni eso) eran allí lo suficientemente conocidos como para que un público no especializado sepa su nombre, menos aún su discurso. Así que, aunque muchos sabíamos que aquello era un festival dedicado a las grabaciones de campo, muchos otros, por el título, podrían pensar que aquello era un festival dedicado a la deriva o al análisis de la influencia del Situacionismo en el Arte Sonoro. Pero como digo, muchos veíamos que esto iba de otra cosa y se le había puesto este nombre para pegarla.
Primero hay que decir que no pude asistir al taller de Eric La Casa, que parece que fue lo mejor, y puestos a empezar por lo bueno, que no todo son bilis, dentro de la programación de Situación Sonora hay que hablar, claro, de David Toop, que relato y releyó el capítulo Moviéndose a través del sonido de su libro Haunted Weather. Una selección de anécdotas y sonidos que describen el sonido desde un pequeño espectáculo hipnótico, casi literario. Eso sí, la poca o nula relación de estos discursos con la escena local, resonaba muy bien en la parte paródica de la charla que se marcó Chiu Longina, acompañada de una disco de Oren Ambarachi. Ante las formas casi zen de Toop, basadas en pequeños juegos circulares de palabras e imágenes, Chiu Longina repitió el discurso, para algunos de nosotros bien conocido, incluyendo ese comentario paródico, de cansancio existencial.
Tampoco estuvo nada mal el concierto de Juanjo Palacios, que ya había pasado por ECO la semana anterior, y que ha iniciado ese cuestionario de LEA bastante interesante, y esa label a medias con Comelles. De hecho, más allá de opiniones personales, los conciertos no estuvieron mal, que tampoco rompedores. Pero en este caso el trabajo de los comisarios por una parte y la gestión de la institución por otra, fueron penosos. Quizás el sábado se hizo más evidente con una programación lineal y monótona, que borraba el carácter de cualquiera de los artistas y lo emborronaba con el siguiente. Cuatro conciertos y ni un solo cartel a la vista, ni una presentación, y esto tras tres horas de charla también sin interrupción. Sólo había una aplicación para teléfonos de esos carísimos, que supuestamente sustituía al papel.
El mayor problema fueron sin duda las mesas redondas, algo que podría haber sido parcial, si no fuera por lo vergonzoso del asunto. La mesa redonda del viernes, en la que supuestamente los artistas invitados venían a hablar de su relación con la deriva, se convirtió en la ya conocida diatriba de los temas de siempre. Una persona del público me dijo a la salida que aquello le parecía una cosa de hace cuarenta años, y no iba mal encaminada, porque recordaba demasiado al debate de viejas glorias del Arte de la transición que había programado Brumaria una semana antes en el mismo Museo. Dar el turno de palabra por nombre propio, hacer referencias a discusiones ya leídas, refleja un compadreo divertido, pero también refleja la endogamia.
Aunque la cosa, a mi manera de ver, saltó a la indignación el sábado, porque al menos, el viernes, uno se reía de las pullas que iban de un lado para otro. Pero el sábado, tras una intervención bien preparada de José Manuel Costa, la cosa pasó a la vergüenza y la falta de respeto. La intervención de Costa, rayana a la crítica institucional, argumentaba la necesidad de otras lecturas de la historia y de los sus acontecimientos de un modo menos dirigista. Una argumentación que habría dado para hablar, mucho, sobre el asunto. Pero cuando les llegó el turno a Miguel Álvarez y Oriol Rosell, la sensación pasó de la sorpresa a la indignación. En el caso de Miguel Álvarez, porque se quedó como parado en seco, sin mucho que decir o sin decir nada. En el caso de Rosell, porque comenzó a enlazar conceptos de quita y pon para tratar de tirar por tierra no se sabe muy bien que, y con la única conclusión posible de “esto es así, porque lo digo yo”.
Siento quedarme en el anecdotario, pero a excepción del ejemplo ya expuesto, poco reseñable se contó allí. Y es que igual que ha sugerido José Manuel Costa en más de una ocasión y en su intervención, muchas veces a la institución o sus comisarios sólo se les pide que ofrezcan conocimiento y que exciten la sana curiosidad. Por eso, insisto, se pide solo respeto y responsabilidad. Que no sea tan evidente que la pandilla de Experimentaclub se reparten dinero público mientras se jactan de ello en el escenario de la institución. Un argumento, este del dinero, simplón para un comisariado simplón.
Que yo estaría más que interesado en un festival en el que se pongan en duda las re-re-lecturas y los re-re-visionismos, que se argumentara con peso sobre la dudosa relevancia de la deriva como acto político a día de hoy, de la transformación del espectáculo, de la mutación del poder. Pero bandear con bromas los conceptos que vienen a tratarse, habla a partes iguales de la suficiencia que fomenta la ignorancia.
Y claro, quizás tenga cierta gracia enorgullecerse de habérsela colado a una institución como el Reina Sofía, pero debemos recordar que, de paso, se la cuelan a una serie de personas que asisten allí a oír hablar del tema prometido para encontrase con una charleta vergonzante. Vergonzante de pensar que aquello es lo que la escena local tenga que decir de un tema tan abierto y conocido como la deriva, solamente por no hacer un poco los deberes.
Alguno vendrá a apreciar la presencia de lo local, algo sin duda importantísimo. Pero es que una cosa es lo local, y otra cosa el lugar común ibérico del amiguismo y la chapuza.
Para el amiguismo, evidentemente muchos pensamos en nuestros amigos como grandes artistas que comparten nuestro punto de vista en algunas cuestiones estéticas, pero una cosa es esto, y otra traerse a la pandilla de acodados a repartirse el pastel y la subvención como tristemente lleva haciéndose en este estado en todas las instituciones. Por no hablar del enchufe, que no toca ahora, que tanto espectáculo penoso nos hace presenciar.
Y aquí entra la chapuza, que no se confunda nadie, repito otra vez, pensando en que se pide corrección moral ni estética con respecto a la Sacrosanta Internacional Situacionista. Se pide respeto. Mientras Oriol Rosell tiraba de taco para no excederse con la esdrújula, en la puerta del auditorio había personas con cabreos considerables, que se habían salido de la charla porque no les apetecía soportar la sensación de estafa y que me comentaban la necesidad de escribir esta crónica. Y es que aunque a muchos se les olvida, la mediación cultural, la gestión, el comisariado o como quieran llamarlo, va dirigido a una serie de personas. Acuérdense.
Carlos, releo y ciertamente criticas el texto en que se defiende esa superación de la armonía mediante la improvisación, no lo defiendes, trasladé hacia tí el comentario…
y Héctor, estoy de acuerdo en la rigidez del 12x, sólo lo planteaba como extremos en la incorporación de todas las relaciones posibles, adoptando intervalos que antes parecían disonancias.
Y como decía, me encanta esta reflexión colectiva, y me alegro de haber participado!
Hola Hector.
¿Crees que con una propuesta conceptual se puedes escapar al género en el terreno sonoro?. Mattin por ejemplo es abiertamente conceptual, ¿te parece que sus performances están libres de estructuras idiomáticas?, yo creo que no… a mí sus performances me recuerdan a John Cage y a otros del estilo… Es decir, género puro y duro… esto te lo digo porque lo citas como uno de los autores que aconsejas escuchar y leer.
Es injusta la cruzada que has iniciado contra «la improvisación libre del Reino Unido en los años 60», probablemente muchos de esos improvisadores de los 60 intentaban y lograron liberarse en algún grado de géneros de su tiempo. Claro, hoy te parecen carcas, pero eso es como juzgar de carca a Bartok con oídos del 2012. En todo caso, reaccionario será él que continúa con ese discurso idiomático después de medio siglo, pero tachar de idiomático o género lo que hacían en ‘la improvisación libre del Reino Unido en los años 60, es una generalización absurda e injusta. . . “a día de hoy, por su carga histórica, puede ser identificada sin lugar a dudas como género”. Hombre claro, pero en su tiempo quizás se liberaron en cierto grado de los género que imperaban, ¿no?.
Además, siendo estricto con tú, todo eso que expones conceptualmente sobre una hipotética improvisación suprema o inmaculada, no es más que otro género, es decir, es una idiomática que define lo que consideras conceptualmente como el género de improvisación supremo.
Pero, ¿Acaso crees que Cage no intentó en su tiempo librarse de determinados mecanismos de producción de subjetividad y de “preformación de la música”?… Supongo que no, sólo el concepto de improvisación libre suprema que propones puede lograr eso…. ¿no?. . .
Perdona que te lo diga, pero el tono de tu comentario es muy similar al tono de superioridad en relación a la praxis creativa que se percibe en los (libros publicados en la actualidad) de esos que llamas “abuelos de la improvisación” donde aparecen algunas patrañas que he cuestionado en otros comentarios.
Ahora, supongo que las pseudo-improvisaciones que realizo (eso que llamo derivas grabadas) están en un nivel inferior en la escala evolutiva de la creación sonora improvisada, ¿me equivoco? …. Te aclaro, mi intención no es seguir un conjunto de reglas conceptuales como las que planteas, trabajaba grabando sonidos de la ría de Vigo y como no terminaban de convencerme esos field-recording, pues en una de esas salidas se me ocurrió “improvisar” (bueno no improvisar, hacer algo que no es improvisación suprema o inmaculada, ¿Cómo lo definirías?, por ejemplo; partitura sonora espontánea de género en campo abierto, o intervención con sonidos idiomáticos contaminados por perjuicios semióticos, o pseudo-acciones de un carácter improvisatorio inferior al supremo concepto que desarrollan los más evolucionados autores de la auténtica improvisación libre.). A ver hombre, que estamos hablando de sonido y sabes bien que la lingüística es incapaz de definirlo con un mínimo de precisión.
Estas interacciones en los espacios o (derivas grabadas) no son premeditadas, (bueno pseudo-interacciones y pseudo-derivas porque seguramente no me he percatado que también son interacciones y derivas contaminadas de género). Estas pseudo-interacciones se producen espontáneamente por la necesidad de crear esos discursos sonoros en esos lugares, punto. Me interesa el sonido, no imponerme las ferreas reglas del purismo conceptual.
A propósito, ¿Género?, ¿Quién decide que esta más o menos contaminado de género?, y lo del inicio; ¿Realmente crees que se puede escapar totalmente a los géneros?….
De hecho, eso que planteas como improvisación superlibre no es más que otro género, si yo asumiera ese purismo conceptual improvisatorio que propones, estaría atrapado en otro género. ¿no?
Eso sí, me interesa lo que planteas de “atentar contra la estructura”, o intentar “librarse de determinados mecanismos de producción de subjetividad”, pero eso se puede hacer tanto en la composición como en la improvisación.
No entiendo esa obsesión por dogmatizar, tachando a otras praxis de creación sonora de carca, poco evolucionadas, impuras o esclavas del error.
No se puede escapar totalmente a la influencia de las tradiciones estéticas, la biología, o el capital, siempre hay un poso cultural, genético, económico, etc, que condiciona en parte el discurso sonoro.
Creo que te engañas si piensas que puedes engendrar un discurso sonoro absolutamente liberado de influencias idiomáticas o de género.
Saludos
Hola Carlos,
sólo algunas cosillas, no tengo ahora mucho tiempo así que quizás continúe más tarde. En verdad, me gustaría plantear muchas cosas, porque creo que has interpretado casi todo lo que he escrito de una manera muy errónea, lo cual, por supuesto, será responsabilidad mía por haberlo escrito así. El reto es saber encontrar un punto de anclaje entre tu subjetividad y la mía, para que no hables tú en japonés y yo en árabe.
He citado un disco-texto concreto en el que participó Mattin. Eso no quiere decir, de ningún modo, que estuviera tomando su trabajo como ejemplo de eso a lo que he querido referirme. Hablaba, de hecho, de una pieza en concreto, no del conjunto de su práctica. He aconsejado ese trabajo, en el que participa junto a otros grandísimos músicos como Guionnet o Murayama. ¡Por supuesto que no me refería a todo el conjunto de su obra! Una práctica de la que él sabe que yo soy muy crítico, y por ello tenemos muchas discusiones -la última ahora mismo-; pero una práctica que, sin duda, respeto porque creo que hay algo en ella que, a veces, funciona bien -a mi parecer, claro-. Algo que, algunas veces, rebosa las limitaciones de la estructura lingüística -rebosa la idea en tanto que idea y pasa a ser un material, como otro cualquiera-. Respecto a esto, me gustaría matizar que lingüístico e idiomático no son lo mismo, es decir, son dos niveles diferentes. (Hay por ahí un antiguo debate que tuve con Mattin acerca de cosas que están muy en relación con su práctica, debate del que me arrepiento, como siempre digo, pero bueno). No obstante, ‘Idioms and Idiots’ tiene bastante relación con aquello a lo que me he querido referir, que no es ninguna ‘súpermegaimprovisación’, sino, precisamente, todo lo contrario. Un ‘Going Fragile’ -otro texto bastante aconsejable-.
No he hablado en ningún momento de una ‘improvisación libre suprema’, ni mucho menos. Yo soy el primero que siempre dice que no toda la música tiene que ser improvisada, ni siquiera, de hecho, tiene que ser ‘música de improvisación’. ¡Faltaría más! Sería estúpido si así fuera. Nos estaríamos cargando una parte tan grande e importante de la producción musical, con cosas tan enriquecedoras y buenísimas, que sería completamente absurdo. Si se ha entendido así lo que he escrito, pido disculpas porque en ningún momento ha querido ser mi intención. De hecho, creo haberme posicionado siempre en contra de esa lucha de superioridad… Me parece, y espero que no te parezca mal, porque no lo digo con una mala intención, que ese ataque te lo estás inventando tú, porque nunca ha salido de mis palabras. ¡Todo lo contrario! Precisamente, lo que pretendía hacerte ver con tu post anterior, es que has tirado de retórica pura y dura, confundiendo con registros muy diferentes de la palabra improvisación, para justificar una batalla muy antigua que a mi parecer ya debería estar superada. Por eso te mostré los diferentes niveles de la palabra ‘improvisación’ que estás usando de una manera, si me lo permites, un poco indiscriminada. ¡Precisamente porque creo que esas batallas son antiguas y deben estar superadas es por lo que creo que nadie tiene la necesidad de subirse al carro de la improvisación! No hay por qué forzar las cosas para dar la impresión de que lo que uno hace es improvisación. Lo que estás haciendo con ello, de hecho, es precisamente legitimar la superioridad de la improvisación. No es necesario. La gente que trabaja con otros métodos está muy bien así, hombre.
Si lees mis textos anteriores en este debate, siempre me he posicionado en contra de ese debate retro: ‘composición vs. improvisación, improvisación vs. composición’. Un debate que, por lo general, se encargan de mantener tanto los carcas de un lado como los carcas del otro. Me parece, simple y llanamente, una estrategia de estatus. Un nicho de oportunidad. Una especie de ‘no te metas en mi feudo’. Por lo demás, ya he dejado claro más específicamente por qué me parece absurdo el debate de ‘composición VERSUS improvisación’. No quiero decir, con ello, que no haya que hablar de composición en relación a la improvisación ni de improvisación en relación a la composición. Simplemente he dicho que ya va siendo hora de quitar ese «VERSUS» del medio. Evitar una confrontación que nace más del orgullo individual y de la necesidad de marcar terreno que de algo propio de la música. Anteriormente, en este debate, especifiqué sobre por qué, a mi parecer, improvisación y composición son mucho más similares de lo que parece. Cada una tiene sus trabas, sus límites, pero precisamente el lugar donde reside la música es, en ambas y en todo, el mismo: en el AD LIBITUM, en el plus de goce que atenta contra la estructura. Los significantes elididos que hacen que, por mucho que los dos toquemos a Bach, nunca toquemos la misma pieza. En definitiva, el trazo, el SUJETO -fallado-. Y en esto, se diga lo que se diga, no hay diferencia entre composición o improvisación. Es el punto, básicamente, en el que lo intransferible se corporeiza en lo transferible. Podríamos hablar, por supuesto, derivado de esto, de la potencialidad creativa de dichos mecanismos de pre-configuración de la música, pero ese ya es otro tema. Dame tus normas y podré, entonces, ser ilegal. Unas normas a las que, obviamente, no hace ninguna falta invocar de manera previa y pretendida. Eso que denominé ‘función partitura’ y que no se relega simplemente a las cinco líneas del pentagrama sino, en un sentido mucho más amplio, a todos los mecanismos de producción de subjetividad que pre-configuran, pre-forman (es decir, dan forma previa) la música. Mecanismos presentes tanto en la improvisación como en la composición. Esto, en mi opinión, anula tu comentario de que no se puede engendrar un discurso sonoro liberado de influencias de género: respecto a tu práctica del field-recording, de hecho, he dejado bien claro que, para mí, lo interesante sería plantear cómo, desde esa estructura de género -que tiene función de partitura, no nos olvidemos-, ‘desde’ ella, se es capaz de subvertir algo propio de ella. De generar un plus que atente contra ella y algo surja en presente: de que, más allá de que sea field-recordings o la etiqueta que uno le quiera poner, sea ESO. El lenguaje siempre está ahí operante, o mejor dicho intentando operar. Pero claro, lo interesante es saber llevar la materia hasta ese punto donde el lenguaje no tiene otra que balbucear o soltar tautologías: sólo puedo decir que eso es eso. Ese es el sentido del atentar contra el género. Ser un ‘hacker de género’, como se dice ahora en el lenguaje post-queer que está tan de moda.
¡Claro que el ‘atentar contra la estructura’ es propio tanto de la improvisación como de la composición! A eso mismo me refería en el párrafo anterior. Es más, ¡es propio del arte!
Por otra parte, creo que has malentendido mi anterior post cuando he hecho la referencia a la ‘improvisación de los 60’. ¡Por supuesto que fue profundamente innovadora, radical y revolucionaria desde la propia forma -que no desde el discurso-! Y supuso, como pocas veces antes en el panorama musical europeo, una discontinuidad no sólo en la producción artística sino, más específicamente, en el propio terreno de las prácticas sonoras experimentales (devolvió la música a la música, pero esto ya es otro tema más complejo). Es más, creo que todos, en mayor o menor medida, tenemos algo que deberles, eso es más que evidente. A lo que he querido calificar de ‘carca’ es tanto a quienes quedan refugiados en ese estatus -que no son muchos, la verdad, son gente muy inteligente como para darse cuenta de ello, y muchos se han contradicho sanamente y han seguido un proceso de ‘autonegación’ o autocuestionamiento que considero imprescindible y que es la clave de esa ‘otra’ improvisación a la que me he referido- como a los que -y esto sí que lo considero más problemático- todo lo que hacen es reproducir esos antiguos clichés legitimados y reconocidos en eso que desde el registro historiográfico se ha venido a denominar ‘improvisación libre’. Pero claro, los palabros siempre vienen a posterior.
En ningún momento he insinuado una ‘súper improvisación libre’, ni muchísimo menos. De hecho, si lees todos los posts que he escrito, siempre he evitado esa dialéctica de confrontaciones. Esa ‘otra’ improvisación a la que me he referido, que es la que realmente me interesa, de hecho, creo que va muy en contra de eso a lo que tú llamas ‘súper improvisación’, porque tiene siempre que ver con la aceptación del estatus ‘disuelto’, dividido y frágil del sujeto. ‘Going Fragile’, como citaba antes. En definitiva, una quiebra de la identidad -idem ontos, ‘ser igual’-.
Tengo la impresión de no haber dejado las cosas tan claras como me gustaría -la claridad es una ilusión de completud imaginaria del sujeto, jaja-. Lo dejo para otra ocasión.
Saludos,
Héctor.
Otro pequeño apunte:
en ‘Noise & Capitalism’, publicado por Arteleku, hay varios textos muy interesantes acerca, precisamente, de cómo la improvisación -eso sí, cuando es aquello que yo entiendo por improvisación, algo bastante diferente y más amplio eso que se suele asociar con ‘la improvisación libre de los años 60’- trabaja contra la idea de género, y sobre los procesos de autoconstrucción permanente. Sé que tienes este libro así que te aconsejo que lo releas porque es interesante.
Y luego, claro, está el acercamiento directo a ello en la escucha y la praxis, lo cual considero mucho más productivo.
¡Pico y pala!
Saludos,
Héctor.
Por otro lado, Carlos, cuando dices
«siempre hay un poso cultural, genético, económico, etc. que condiciona en parte el discurso sonoro»
yo esto lo entiendo, desde mi subjetividad, en la siguiente afirmación: la improvisación, por muy improvisada que sea, siempre tiene algo que pertenece al orden simbólico. Evidente. Sólo el papel de discontinuidad que ocuparon y ocupan las prácticas musicales improvisadas respecto a toda la estructura de la producción músical las sitúa en un lugar que pertenece al orden simbólico. Y, por lo tanto, se genera así otra de las eternas -y muchas, por suerte- problemáticas internas del trabajo sonoro improvisado: la quiebra entre su carácter «antiteleológico» -es decir, antiproyectivo, que no sirve a ningún fin previo- y, por otra parte, su carácter de confrontación en tanto que pertenece a eso que se denomina música «experimental» -que es un apellido político, no nos olvidemos-.
¡Saludos!
Héctor.
Hola Héctor.
Pues sí, evidentemente hemos estado hablado dos idiomas diferentes porque yo no tengo ninguna cruzada en contra de la improvisación y comparto casi todo lo que dices.
Ahora, yo si creo que las derivas grabadas que realizo son una forma de improvisación, por supuesto no ceñidas a los mecanismos de pre-configuración que condicionas a esa praxis, y sé bien que en ese terreno no tengo ni de lejos el nivel de Murayama o Avelino Saavedra, etc.
Probablemente esa falta de rigor pre-configurador me acerca bastante al field-recordings, pero eso no significa que no sea improvisación y que en ciertos aspectos logre escapar al género. Lo cierto es que gracias a tus comentarios, desde ahora esas (derivas grabadas) me las voy a plantea de otra forma, quizás descubra algo y avance en mi trabajo creador, o quizás termine atrapado en otro género. Pero eso me lo confirmará el sonido, como bien dices; ¡Pico y pala!…
No se porque insistes tanto en que he iniciado una polémica improvisación vs composición, creo que he dicho bien claro; “Es absurdo e inútil defender una praxis de creación sonora vendiéndola como superior a otra. Es absurdo pues a fin de cuentas no hay diferencia entre improvisación y composición en tanto creación sonora.”. No he leído críticas de superioridad de compositores hacia la improvisación, y te aseguro que si las leyera intentaría refutarlas de igual forma.
He releído el comentario que analizaste y no fue mi intención hacer una crítica general a toda forma de improvisación. Creo que mi error o falta de rigor fue no comentar que existían otras formas de entender la improvisación, pero tampoco era mi intención. Y doy por supuesto que esas formas de entender la improvisación están libres y concientes de lo absurdo de las tesis publicadas en muchos libros (actuales) que he criticado en mis comentaros. Libros que por lo demás aconsejo leer pues están llenos de ideas interesantísimas. A ver, evidentemente todos cometemos errores… afortunadamente.!!!
Por suerte, nos has ilustrado sobre esa práctica que “trabaja contra la idea de género, y sobre los procesos de autoconstrucción permanente”, ¿Qué quieres que te diga?, todo eso es muy interesante. !!!. . . No te has dado cuenta de que si crítico a la improvisación es porque me interesa y he leído mucho últimamente, para serte sincero y creo que lo sabes, me interesa muy poco la composición académica y tecnopopulista, todas esas soporíferas disertaciones teóricas sobre código, maquinitas, interactividad, max-msp, controladores wii, etc, etc, etc. . .
Repito, he tratado casos concretos y no fue mi intención generalizar. “Mal podría yo hablar contra la improvisación cuando utilizo esa praxis de exploración y creación sonora.”. No entiendo porque seguimos discutiendo esto cuando se nota a leguas que estamos de acuerdo.
Ahora, ya que insistes tanto en el carácter añejo de tema ‘composición VERSUS improvisación’, me gustaría que me refirieras algún libro donde se den esa supuesta polémica añeja que he planteado. Concretamente, un libro donde se discuta ese tema de la sociología de la armonía.
Incluso si ese libro existiera, ningún tema es antiguo hasta que no pasa a ser de dominio o conocimiento público.
Llevo años estudiando a Bach, y sigo encontrándome a gente que repite esa patraña de que Bach era un compositor matemático. Ya ves ¿una discusión antigua?, muchos discursos académicos engañosos como este quedan por derrumbar para poder avanzar en el campo sonoro, estoy convencido de que muchas de esas patrañas (con las que nos han adoctrinado) son utilizas como aval por esos a los que te refieres cuando dices; “A lo que he querido calificar de ‘carca’ es tanto a quienes quedan refugiados en ese estatus…”.
Ahora, el serialismo integral como sabes es un conjunto de regla férreas (de pre-configuración) que intentaban romper con géneros, ¿no?, ¿y que lograron?, pues crear otro género. . . aquí entramos en la paradoja o el laberinto de que si asumo lo que tu consideras improvisación como praxis estaré atrapado en otro género, tal como si me pongo a escribir obras seriales. Para no estar atrapado en el género que consideras improvisación, tendría que intentar por ejemplo anular la intencionalidad de atentar contra el género, y eso podría significar o volver al género o romper con ambos: género e intencionalidad anti-género. En fin, una trampa, un bucle lingüístico inútil y sin final.
Es decir, ¿En que te basas para decir que mis derivas grabadas no son improvisaciones o son improvisaciones de género?, Supongo que en esos elementos del orden simbólico que se manifiestan en mi trabajo, pues entonces estamos muy mal, porque por ese camino no se salvará absolutamente nadie en este planeta, algún aspecto sonoro encontrarán para encasillar tu trabajo con una etiqueta.
Guionnet en Block-Werk & Mutations podría etiquetarse sin problemas como minimalista, entre otras cosas. Pero eso sería estúpido, yo creo que su trabajo va mucho más allá de ese género.
Otro ejemplo, escucha a estos tíos:
http://www.youtube.com/watch?v=BiGfvJX2Ehc
Hacen el típico rollo que según lo que entiendes por improvisación es género, podríamos decir que es el típico contrapunto puntillista, polimétrico y polirrítmico, etc, etc, etc. Yo si embargo percibo que esa improvisación tiene mucho nivel, percibo en ese sonido algo nuevo que escapa al género, a pesar de que superficialmente pueda ser etiquetado como idiomático.
Un abrazo.
Franz dictatorial y macarra es k siempre se lo lleven los mismos….comisarios..gestores Culturales productores de eventos…..A mi cuando me ha llegado el cheke de la sgae me encanta…en el futuro espero robarles todo lo k pueda…y algunos podrais dar clases de como sacar dinero…de todo tipo de organismos pero de eso no hablais…por cierto os recomiendo k dejeis el alcohol y tomeis alguna droga aser posible k no sea farlopa…unos buenos enteogenos os harian falta para hacer mejores composiciones…aunque claro como currais en otras cosas pues es lo k tiene.
Paco la escena apesta y hay unos cuantos k sabemos porque…por favor k no se programen a ellos mismos. Un poquito de etica señores
En general pasa lo mismo que con la crisis española que los gestores se llevan todo…y asi nos va. Puedo dar ejemplos para dar y tomar desde el año 96…algunos todavia deben dinero de alguna subscripcion…
seamos buenos y no la liemos.
para construir franz (da la puta cara falso) a veces es necesario destruir se avanza mucho mas. Considerado con seriedad. Por cierto lleguen afeitados y puntuales a sus otros trabajos y llevense el embudo pa tragar mierda. Como me gusta que ahora no haya dinero jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jej jejajajejejejajjejjjajaje ajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje jejajajejejejajjejjjajaje