Ivan Illich fue un filósofo austriaco que no tiene mucho que ver con nada relacionado con el arte sonoro o la cultura audiovisual, pero en su artículo «El silencio es un bien comunal» (que en realidad no habla del silencio) explica de manera muy breve y clara cómo los dispositivos de amplificación sonora significaron un paso del silencio como bien común al silencio como ausencia.
En el mismo barco en el que yo llegué en 1926, arribaba el primer altavoz a la isla. Muy poca gente allí había oído hablar de tal cosa antes. Hasta aquel día, hombres y mujeres hablaban con voces más o menos igualmente potentes. Todo eso cambiaría. El acceso al micrófono determinaría qué voces se amplificarían. El silencio dejó de ser un bien común; se tornó un recurso por el que habrían de competir los altavoces. El lenguaje en sí pasó de ser un bien común local a un recurso nacional para la comunicación.
Así como el confinamiento de los ámbitos comunales por parte de los señores incrementó la productividad nacional negándole al campesino que criase unas cuantas ovejas, así la usurpación provocada por los altavoces destruye ese silencio que durante toda la historia le otorgara a cada hombre y mujer su propia voz. Al menos que tengamos acceso a un altavoz, estamos silenciados.
Espero que el paralelismo sea visible ahora. Así como los ámbitos y bienes comunales de espacio son vulnerables y pueden ser destruidos por la motorización del tránsito, así los ámbitos comunales de expresión son vulnerables y pueden ser fácilmente destruidos por la usurpación que de ellos ejercen los modernos medios de comunicación.
Could you tell me the source of the picture?
I don’t know the source, but I think that it’s an engraving from Edison’s megaphone.