Lo más oscuro y más atemorizador que existe en el universo es una agujero negro. Sean caminos o cavidades en la continuidad espacio/temporal, un agujero negro te lleva a un lugar al que nadie conoce. Y lo más importante, cuando un agujero negro está cerda de ti suena!
Durante un tiempo se pensó que efectivamente estos agujeros no llevaban a ningún sitio, o que representaban el horizonte final de la realidad creada por Dios. Es curioso como esto se reflejó en las películas de ciencia ficción de los 90. En pleno apogeo del milenarismo y el new age, la respuesta a nuestros temores debía estar mucho más allá.
Pero la cosmología se iría acercando un poco más a la religión cuando descubrió que el vacío no existía. Es decir, que el espacio no era un lugar vacío lleno de planetas que se movían por fuerzas grabitacionales independientes siguiendo patrones geométricos, sino que era una superficie formada por 3 partes: materia, fuerza oscura y materia oscura.
Así, como en un binomio maniqueista, esto también podía reinterpretarse. Mr Shadow no era otra cosa que la oscuridad, la fuerza oscura comiéndose la materia, y a la vez una voz cavernosa. Una fuerza oscura que debía ser enfrentada por El Quinto Elemento.
Pero ¿cómo sonaba el Horizonte final? Michael Kamen le puso sinfónica y Orbital puso el bombo.
Con el paso del tiempo, puede que nuestra cultura visual no tuviera tan claro como se ve un horizonte final, pero nuestra cultura aural si lo tiene bastante claro. Seguramente cuando se escucharon los datos de Levin, muchas personas se llevaron una gran desilusión cuando descubrieron que el más allá de los agujeros negros no sonaba tal que así.
Event horizon (the point of no return) by _Øystein Jørgensen_
o así
Scistitch – Event Horizon [Full Remastered Version Out Now! on Dead Zero Records!] by Scistitch
O después de todo, quizás si que sonase de este modo. La cosa es que pasados los 90, la oscuridad, el horizonte que pone fin a la visión de la realidad tal y como la conocemos, no hacía falta ir a buscarla al último recodo del espacio exterior. Estaba aquí al final de la frontera psicológica de nuestros suburbios. La mismísima oscuridad bajando del cielo y atacando en Londres. (A partir del minuto 1:50)
¿A alguien le extraña a estas alturas que el protagonista de la película, el líder de una banda de “delincuentes” juveniles se llame Moises?
Sea por el milenarismo, sea por el cambio de siglo, lo que está claro es que con el cambio de siglo, los horizontes finales de nuestros temores venían a rastrear, como siempre, lo otro. Este concepto antropológico y filosófico surge en la sociedad victoriana de finales del s. XIX y principios del XX. A día de hoy el miedo a lo que se sitúa al otro lado de la frontera de nuestro estatus social sigue dándonos mucho miedo. (Hasta el minuto 1:10 aprox)
En realidad esto no es cosa del cambio de siglo. El miedo a un planeta negro viene de antes y cuadra aún así con el miedo victoriano al otro que pasa del continente europeo a Estados Unidos y que se asienta como forma ejemplar de racismo.
Public Enemy – Fear of a black planet by papachan
Xenofobia es exactamente eso. En griego xénos es lo extraño, lo extranjero que debía ser destruido por Zeus. Ese temor a las criaturas de la oscuridad es algo que lleva muchos años en nuestro subconsciente sonoro, en parte gracias a una voz en particular, más cavernosa que la de Mr Shadow y sin efectos.
Cuando los señores que vienen a continuación pidieron a Vincent Price que hiciese la introducción a The Number of the Beast, Price se negó porque sólo le pagaban 25000 dólares. Quien sabe lo que pagó Michael, o lo que podrían haber pagado hoy los Iron Maiden, que celebraron la gira con un 666, esta vez un jet privado pilotado por Bruce Dickinson. ¡Buen fin de semana!
http://www.451editores.es/catalogo/2020