Un par de años despues de que Michael Bloomeberg, el alcalde de Nueva York desde hace nueve años, sea comparado con su predecesor Rudy Giuliani por sus inefectivas luchas contra el ruido en la ciudad, ese actor con cara de compromiso blando llamado Tim Robbins (recordado por películas colonoscópicas como Cadena perpetua), interpreta a un superheroe posmoderno, de esos que no tienen poderes ni nada, que se dedica a reventar alarmas por las calles en Noise.
Como todo superheroe posmoderno que se precie, su cruzada parte de una obsesión enfermiza, en su caso el odio por los sonidos agudos. The Rectifier, el apodo del protagonista, es un ejemplo heroico de lo que los estadounidenses llaman un silence lover. Cumple, además, todos los tópicos de estos. Trata de leer filosofía pero el tubo de escape de una moto sin silenciar le distrae. Está casado con una chelista y asiste a exclusivos conciertos de saxo. Y por supuesto no tiene duda de que “el ruido está MAL”.
Los silence lovers se oponen a los noise makers, dentro de cuya clasificación los conductores de Boom-Cars son los peores considerados. Para salvar este problema en una película llena de buenrollismo interracial, el problema se localiza en un artilugio inútil, la alarma, que en realidad representa toda una serie de pulsiones sexuales como le hace ver una joven y liberada estudiante de filosofía rusa. o_O
El supervillano es un alcalde a favor del ruido y el sufrimiento de pobres ancianos que mueren por las calles a causa de los sustos que les provocan los frenos de los autobuses (y esto sale en la película, no me lo invento). Se le describe como sucesor de Rudy Giuliani indirectamente, así que es la representación de Bloomberg (no confundir con en famoso académico Less Bloomberg director del Noise Pollution Clearinghouse de Vermont).
Por cierto, Noise es autobiográfica, basada en los asaltos que el director, Henry Bean, practicaba contra las alarmas de coches en Nueva York, lo que le hace mucho más simpático.
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