Byetone fue el final de fiesta para tres días dedicados a la manipulación de luz y sonido en directo en nuestro periplo en Madrid. Este último no estaba incluido en el festival PLAY, pero no podía resistirme a comentar la risa de complicidad que se dio en la sala de Specka cuando entraron en escena sus famosos números; a estas alturas un hit en toda regla.
Ese mismo sábado habíamos estado en La Casa Encendida en las proyecciones de Luke Fowler y Peter Todd con directo de Keith Rowe. Dos proyectores de 16mm habitados por planos fijos de espacios vacíos e inmóviles, que se movían y entrecruzaban en la pantalla. Una interacción poco climática, debo decir, con el concierto con guitarra preparada y otros aparatos de Rowe, quien estuvo bastante comedido haciendo sonar, entre otras cosas, ese partido de fútbol omnipresente también en la improvisación.
Antes de ello, las colaboraciones de Fowler con Lee Patterson y Eric La Casa presentaron muy distintas intensidades dentro de la cinta. Organizadas internamente por tomas de colores planos, las imágenes acompañaban los sonidos de los field recorders. En el caso de la colaboración con Patterson la localización paisajista se hacía más minuciosa, exponiendo en la pantalla espacio y materiales exactos que se grababan y filmaban. En la colaboración con La Casa, todo discurría de manera menos topográfica, aunque un viaje en imágenes y sonidos de las montañas, a los embalses, los mercados y las calles de la ciudad, hacía suponer que existía cierta pretensión en representar el viaje de ciertos recursos naturales hacia su desnaturalización.
El evento que concluyó la noche del viernes, presentado por Ismeni Espejel y David Picazo resultó bastante más teatral que inmersivo, con texto recitado e imágenes, entre otras, de hechos sucedidos en Pakistán en septiembre de 2007. Distintas pantallas, distintos proyectores y diapositivas para tratar de generar distintos ángulos, quizás distintas voces para entender los hechos.
Antes de ello se habían proyectado dos películas de D.G. Phalke, dos cintas de principio del siglo pasado, que tenían más de espiritista que de directo, pero que se presentan (como casi todo el cine primitivo) como piezas mágicas (así aprovecho esta expresión tan cursi para recomendar el visionado del ciclo Espectros y Máquinas en la Enana Marrón de Madrid). Tras ello una película india de 1970 no acreditada en el programa y que sin embrago resultó ser la más valorada, compuesta de cámaras rápidas de espacios bulliciosos, al estilo Koyaaniskatsi pero con una música más básica e interesante. Para terminar con la proyección, la película Karen Mirza y Brad Butler, mucho más colorista que sus antepasadas, una muestra correcta e interesante de cine abstracto.
Habíamos abierto el festival el jueves con las performances de Atsuhiro Ito y Fuyuki Kamakawa, que dieron por terminada la noche con un dueto poco comunicativo. Por su parte Ito había dado un espectáculo más luminoso que sonoro, muy efectista, y bastante atractivo. Manipulando ese instrumento hecho de luz, verdadera guitarra jedi que osciló entre lo rítmico y lo caótico sin terminar de quedrase en ninguno de ellos. Kamakawa se extendió en una performance de importante implicación corporal, extrayendo sonidos y luz de sus cavidades sinusoidales, su respiración esforzada y su corazón. Todos su cuerpo al servicio de una performance pausada y quizás demasiado extendida.
Sin duda, PLAY se presentó en esta edición más como una edición de cine expandido que como cine en directo, y era precisamente ahí, en la extensión aparentemente caprichosa de los usos de la luz y el sonido, donde residió su principal interés del ciclo.
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