En Noticias de Álava, publicado hoy este apetitoso artículo entrevista con dos páginas (1 y 2) sobre Fundación Rodríguez.
Lo reproducimos a continuación porque no nos fiamos de las hemerotecas de los periódicos y los enlaces se pierden en el e/t
Crear de Rodríguez
MUSEO, galería, pintura, marco. A mediados de los años 90 Fito y Natxo Rodríguez, unidos por la coincidencia de su apellido, su interés en el vídeo y el vínculo del desaparecido Cint (Centro de Imagen y Nuevas Tecnologías), no conectaban su interés con estos conceptos, con la visión adquirida del arte. Les interesaban otras referencias expresivas y por eso formaban la Fundación Rodríguez.
«Fueron inquietudes desde abajo, veíamos el mundo del arte en unas esferas más lejanas; lo nuestro era una movida a pie de calle, no quiero decir gamberra, pero sí desenfadada o desmitificadora del arte», explica Fito. Entre sus primeras propuestas, Aglutinantes y disolventes , en la sala Amárica, fue un encuentro que, en el impass de dos exposiciones, reunió programas de vídeo, charlas, música experimental, una muestra de cd-rom y una selección de páginas web . «En ese momento lo que organizas es lo que tú quieres y no puedes ver; trataba de hablar de manifestaciones artísticas menos objetuales de las que normalmente se tratan en el mundo del arte oficial», recuerda Natxo, que usó su propia cuenta de correo. «Fue una auténtica pelea conseguir meter Internet en Amárica para que se pudieran ver las web «.
Más de una década después, la producción de Fundación Rodríguez abarca un amplio catálogo de propuestas. Pero, ¿qué es Fundación Rodríguez? «Siempre hemos jugado a confundirlo», reconoce Fito. Espacio, muestra, catálogo… Hay que huir de jerarquías, del peso impuesto de los cargos, de las funciones y relaciones de lo que llaman institución arte. «Intentamos que se junte, que se mezcle, que se confunda actividad artística propia con comisariado -una palabra que no nos gusta mucho-, con coordinación, con producción, con buscar recursos; todo ese mejunje», indica Fito. «¿Esto está organizado, lo han hecho ellos, han llamado o no están? Ese tipo de disolución es casi casi militante», completa Natxo.
Reflexión y acción confluyen en las propuestas de esta entente creativa, que ha abordado con ironía y profundidad numerosos temas contemporáneos, que proponen nuevos lenguajes para gigantes tan asentados como la televisión, que indagan en la identidad y en los códigos de la creación. «Esas normas del mundo del arte son a las que nos gusta darle la vuelta, es la única manera de entender políticamente lo que es el arte y la creación actual. Si no es subvirtiendo o dando la vuelta a las cosas vamos a lo de siempre».
Libros, vídeos, cdrom, performance, diseño, charlas, música. Cualquier soporte puede amoldarse como herramienta expresiva, siempre que se adecúe naturalmente al proyecto. «No estamos obsesionados ni sometidos al imán de las nuevas tecnologías, vienen y se incrustan como una cosa más en los procesos que hay detrás de tu trabajo. Si alguna vez hay que hacer carteles también lo hacemos; no es una devoción de a ver qué ha salido lo último». Se sienten, eso sí, herederos del Cint. «Todo el mundo echaba pestes de él, pero por otro lado dio cantidad de alas a mucha gente para empezar a hacer cosas. Generaba una actividad frenética, a veces loca, a veces inservible, pero había energía, podías hacer cosas, manipular, experimentar y tocar».
Ahora todos aquellos equipamientos pueden gestionarse prácticamente desde casa. Las necesidades son otras, pero las inquietudes son las mismas.
A veces, reconoce Fito, encuentran problemas para comunicar la complejidad de algunos mensajes al público, «pero inmediatamente pienso que, si pido algo a una obra de arte, es complejidad, complejidad intelectual, complejidad de producción, algo que te haga pensar, que no sea banal, que sea rico. De la otra manera, de la comercial, ya hay cosas. El arte, la cultura, todavía permiten pequeños reductos donde la profundización es posible».
Complejidad y profundización, pero no proyectos crípticos ni elitistas. En la producción de Fundación Rodríguez confluyen todo tipo de piezas y los grandes proyectos pueden disfrutarse de forma fragmentaria. «Están ahí no por ser complejos, sino porque son críticos o no encuentran otros canales en donde poder verse», añade Natxo.
La televisión no sólo es la que se ve en el aparato doméstico, los cds no sólo hospedan juegos. Los trabajos de los Rodríguez incluyen multitud de caminos. Pueden articularse a través de una revista, como su experiencia con Neo2, o a través de su reciente labor con Arteleku, engarzada en la red de creadores de Tester . Además de tocar puertas, el carácter orgánico de los propios proyectos las abre, como en el caso de un archivo audiovisual alimentado desde el 99. «A través de Intervenciones TV alguien conoce la web (www.fundacionrdz.com) en el consulado de España en Shangai y nos ha invitado a hacer una exposición allí aprovechando que es el año cultural de España en China». Será a comienzos del verano, en un año en el que también han sido invitados, a través de Zemos 98, a coordinar una exposición en Sevilla.
Fundación Rodríguez trata de poner su ritmo. «El tiempo en la institución arte es otra gran espada de Damocles. Si en la literatura vasca todo tiene que estar para Durango, en el arte todo tiene que estar para Arco. ¡Qué planifique las agendas de todo Cristo una feria comercial, incluso de la gente más alternativa!». La presión se la intentan poner ellos mismos. «El problema de currar en la autonomía es que no puedes vivir de ello; dependes de otras cosas, pero te permite otros ritmos. No hay tiempo de hacer todo lo que te pasa por la cabeza, las cosas se quedan en stand by y luego van surgiendo», dice Natxo.
Condensadores reunirá todos esos proyectos que han surgido a lo largo de los años. «Es como dar la vuelta al embudo, si antes lo que queríamos era sacar cosas de aquí, de artistas de nuestro entorno, y expandirlo y que fluya, ahora es al revés, que revierta todo eso que hemos conseguido contactar, ver, tocar y oler».
El compromiso de Fito y Natxo se refuerza con la experiencia. Siguen de Rodríguez. La creación no veranea.
Fito y Natxo Rodríguez, fundación rodríguez
«Hay una cultura de difusión, de mostrar, no una de producir, de debatir, implicada».La entente creativa de los dos artistas lleva en marcha desde el año 1994.
«Otras fórmulas son posibles». Fito y Natxo creen que en la cultura hay mucho de rentabilidad política, de pancartón. «La confección de la cultura es utilitarista, está pensada desde las oficinas de turismo, desde los touroperadores, desde la Ruta del Vino, sirve para especular urbanísticamente, para reactivar zonas comerciales, a costa del dinero de la Cultura, sin dinero de Comercio o Industria», explica Natxo.El patrón se uniformiza. «Hay concentración de capital en la cultura y el arte, mucha homogeinización en los modelos de museo, de centros de arte, de sistemas de producción, pero no hacen falta grandes infraestructuras ni grandes equipamientos, ni tres laboratorios con edición digital a todo trapo. No hace falta un edificio de ocho plantas ni talleres de cien metros cuadrados para cada artista. Lo que hace falta es pasta», apunta Fito.
Dinero para proyectos, para experimentación y producción, no para reproducir «grandes infraestructuras de otro tiempo; las grandes salas de exposición son propias de museos del XIX. El año pasado es el que más museos se han visitado, pero es que hay más museos que nunca. Hay una cultura de difusión, de mostrar, no una cultura de producir, de debatir, de que el arte se incruste en cosas determinadas, de que la cultura ayude a lo social o que esté implicada».
Con la precaución del que conoce la trayectoria de la ciudad, ambos ven un momento interesante en la cultura vitoriana, aunque hay una «desconexión peligrosa» entre lo público y la realidad. «A mí me preocupa toda esa domesticación de la calle, la manera de institucionalizar cosas como el graffiti a través de festivales y grandes marcas; no quiere decir que no sea el camino, igual es que no se puede hacer si no es así, pero…».
Que Vitoria es una ciudad artísticamente «tranquila» es algo conocido, pero «es preocupante que el motor sea la institución; la gente ha hecho dejación, todo tiene que estar a través de ella», dice Natxo. «En Vitoria cualquier tío sabe bailar salsa, hacer tiramisú, taracea, todo porque está en el centro cívico, y encima si tiene la piscina a más de diez minutos de casa se mosquea», apuntilla Fito.
Muchas gracias por el link, el comentario y también por la copia de seguridad.
Saluuud y cuidado con el 007!