Doce Notas: El serialismo ante el juicio del siglo XXI
Nº 17 verano-otoño 2006
El serialismo sigue siendo la cuestión clave de la música del siglo XX. En unos casos por adhesión, en otros por rechazo y en todos porque sigue siendo una exigencia extraer las consecuencias adecuadas de un fenómeno que conmocionó la historia de la música. Doce Notas que, pese a su nombre, no es una revista dedicada al serialismo o al fenómeno de la composición con doce notas, ha querido no obstante dedicar todo el año de su décimo aniversario a repensar un acontecimiento artístico y cultural como éste, aunque sólo fuera por el sospechoso olvido o el vergonzoso alivio que parecen mostrar quienes ya arrinconan este movimiento en los repliegues y fisuras del pasado siglo.
El serialismo tuvo dos momentos estelares: la década de los años treinta (con Schoenberg y la Escuela de Viena como protagonistas) y la de los cincuenta (con la denominada escuela de Darsmtadt y el protagonismo innegable de Pierre Boulez). Del primero hemos querido recordar alguna polémica clave, como la mantenida con Hanns Eisler, uno de los más lúcidos detractores de las técnicas creadas por su maestro, o el legado del maestro alojado hoy en el Arnold Schönberg Center de Viena. De Boulez hemos tenido el privilegio de contar con una entrevista (en exclusiva para esta revista) realizada por el musicólogo hispano-francés Jésus Aguila. Junto a ellos, desfilan por estas páginas nombres e ideas pro, contra o para-serialistas. Desde luego, no se agotan aquí los materiales de la polémica, pero sí creemos que se relanza con ello un debate que necesita actualizarse, pero no enterrarse. Decía Boulez hace muchos años (y Jésus Aguila lo recuerda oportunamente) que «todo músico que no haya sentido -no decimos comprendido sino sentido- la necesidad del lenguaje dodecafónico es INUTIL». Sin necesidad de ser tan contundentes como parecía exigirlo las circunstancias de combate de los años de la postguerra, podríamos hoy parafrasear esta idea añadiendo: quien no sienta, al menos, la necesidad de debatir lo que significó el serialismo, quien siga defendiendo el sonambulismo, quizá sea peor que inútil, quizá sea un militante del anticulturalismo, tan frecuente en nuestros días, y seguramente más dañino que los «entrañables» reaccionarios que poblaban el paisaje del siglo veinte.
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